martes, 6 de marzo de 2018

Venezuela, una intervención imposible



Por Julio Yao Villalaz


Luego de haber criticado violentamente al gobierno de Venezuela y a su presidente Nicolás Maduro, exigiendo además una elección presidencial anticipada, el Grupo de Lima, conformado por 12 Estados miembros de la OEA, se pronuncia ahora contra la elección presidencial anticipada que Caracas acaba de convocar. Esta actitud contradictoria del Grupo de Lima es parte de la campaña internacional de Estados Unidos contra la República Bolivariana. Se busca hacer creer que el país de Hugo Chávez está en quiebra y en la existencia de una crisis humanitaria de proporciones tales que justificaría una «intervención humanitaria». El diplomático panameño Julio Yao refuta esa argumentación.

a intervención que Estados Unidos está promoviendo contra Venezuela con la complicidad del llamado “Grupo de Lima”, integrado por 12 países –menos de la mitad de los Estados miembros la Organización de Estados Americanos (OEA)– entre los cuales aparece vergonzosamente Panamá, es una empresa ilegítima e imposible porque viola escandalosamente la Carta de la OEA, la Carta de la ONU y el Derecho Internacional. 

La violación colectiva del Derecho Internacional abarca décadas de acciones ilícitas, desde que Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela y Estados Unidos empezó a perder allí sus ventajas, canonjías y subsidios petroleros.

Pese al incuestionable desprestigio de esa organización, la Carta de la OEA consagra principios del Derecho Internacional que imposibilitan la intervención individual o colectiva de sus miembros en los asuntos internos y externos de otros Estados y que son, mutatis mutandi, los mismos principios de la Carta de la ONU, entre otros:

1. Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le convenga (Artículo 3, literal e). 

- 2. Las controversias de carácter internacional que surjan entre dos o más Estados americanos deben ser resueltas por medio de procedimientos pacíficos (Art. 3, literal i).

- 3. Ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho a intervenir, directa o indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de cualquier otro. El principio anterior excluye no solamente la fuerza armada, sino también cualquier otra forma de injerencia o de tendencia atentatoria de la personalidad del Estado, de los elementos políticos, económicos y culturales que lo constituyen (Art. 19).

- 4. Ningún Estado podrá aplicar o estimular medidas coercitivas de carácter económico y político para forzar la voluntad soberana de otro Estado y obtener de éste ventajas de cualquier naturaleza (Art. 20).

- 5. El territorio de un Estado es inviolable; no puede ser objeto de ocupación militar ni de otras medidas de fuerza tomadas por otro Estado, directa o indirectamente, cualquiera que fuere el motivo, aun de manera temporal. (Art. 21).

- 6. Los Estados americanos se obligan en sus relaciones internacionales a no recurrir al uso de la fuerza, salvo el caso de legítima defensa, de conformidad con los tratados vigentes o en cumplimiento de dichos tratados (Art. 22).

7. Ninguna de las estipulaciones de esta Carta se interpretará en el sentido de menoscabar los derechos y obligaciones de los Estados miembros de acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas (Artículo 131). 

La llamada «Carta Democrática» de la OEA no es aplicable contra Venezuela porque la llamada «democracia representativa» que intenta sacralizar está en conflicto con el Artículo 103 de la Carta de la ONU, que prevalece sobre la OEA:
«En caso de conflicto entre las obligaciones contraídas por los Miembros de las Naciones Unidas en virtud de la presente Carta y sus obligaciones contraídas en virtud de cualquier otro convenio internacional, prevalecerán las obligaciones impuestas por la presente Carta.»
La Carta de la ONU no menciona la «democracia representativa» (objetivo primordial de la «Carta Democrática» de la OEA) como un modelo o sistema político obligatorio para sus miembros porque reconoce que en el mundo existen diversas formas de organización política o de gobierno, como las repúblicas y las monarquías (democráticas o no, presidencialistas o parlamentarias), los principados, etc.

Pero la República Bolivariana de Venezuela supera con creces a las llamadas «democracias representativas» de la región (Venezuela es una democracia participativa) y es uno de los países más democráticos del mundo, como lo demuestran su historia y su experiencia actual, constatadas por la ONU, por organismos internacionales de derechos humanos y por personalidades y asociaciones de prestigio, como la Fundación Carter, entre otros.

Sin embargo, Estados Unidos y sus adláteres, secuaces y cipayos del “Grupo de Lima” perseveran en la violación del Derecho Internacional pese a que en la OEA ni siquiera lograron el respaldo del organismo para esta aventura imperialista (los países independientes del Caribe y otros lo impidieron) y casi la totalidad del “Grupo de Lima” viola y está lejos de normas que garanticen mínimos requerimientos siquiera de una elemental gobernanza democrática.

¿Qué derecho tiene Estados Unidos para saquear Venezuela, si el propio Estados Unidos es el mayor violador de la Carta de la ONU y el principal negador absoluto del Derecho Internacional; si Estados Unidos es el Estado que más tratados de derechos humanos ha rechazado o no ha ratificado a nivel mundial; cuando Estados Unidos es el país con el mayor número de condenas a muerte en el planeta; si Estados Unidos es el Estado cuyo presupuesto de “defensa” es mayor que el presupuesto total de los 6 Estados que le siguen en ese rubro; si Estados Unidos es el Estado con mayor cantidad de bases militares en el mundo (más de 1 000); si Estados Unidos ha dividido el planeta en 10 comandos militares, sin autorización ni consentimiento de ningún país; si Estados Unidos es el Estado que acapara la mayor parte de la riqueza mundial; si solamente, según la FAO, se requieren 1 060 millones de dólares para acabar con el hambre del mundo, mientras que Estados Unidos gasta un billón de dólares (más de mil millones) en guerras?

¿Qué derecho tiene ese país delincuente a negar el derecho del pueblo venezolano a la existencia?

¿Qué derecho tiene Colombia a encabezar la agresión contra Venezuela, si en el plano externo Colombia es un país ocupado por Estados Unidos (hay 7 bases militares estadounidenses en Colombia) y carece de independencia; y, en el plano interno, Colombia es un narcoestado que mantiene a uno de cada 10 colombianos en el extranjero, seguido por Brasil y Perú; cuando Colombia ha traicionado los Acuerdos de Paz que firmó con la guerrilla y asesina y permite a paramilitares eliminar sistemáticamente a defensores sociales y de derechos humanos; si Colombia tolera que se hostigue y agreda a movimientos políticos que participan en la política nacional, como las FARC? Colombia ya es cómplice de las sanciones contra Venezuela y será punta de lanza de la invasión a la República Bolivariana.

¿Qué derecho tiene el Perú para alegar falta de democracia en Venezuela, si su presidente, Pedro Pablo Kuczynski, estuvo a punto de ser destituido por el Congreso por «incapacidad moral» para gobernar porque recibió sobornos de Odebrecht; si ese mismo presidente peruano indultó ilegalmente al ex presidente Alberto Fujimori –un genocida confeso– y su gobierno está sitiado permanentemente por reclamaciones de los trabajadores de la salud y la educación?


¿Qué derecho tiene Argentina a cuestionar la transparencia en Venezuela, si su presidente, Mauricio Macri, está embarrado hasta los tuétanos en el escándalo Odebrecht y en los «Panama Papers» [1] y su gobierno está cotidianamente acosado por reclamaciones de su pueblo, de los indios mapuches, de los jubilados y las clases medias, que lo han visto estancar su progreso, logrado durante el mandato de la ex presidente Cristina Kirchner?

¿Qué derecho tiene Brasil a prestar su territorio como trampolín para una intervención y denunciar a Venezuela como «dictadura», si su presidente no electo, Michel Temer, llegó al cargo gracias a un «golpe suave» contra Dilma Roussef, está acusado por el Fiscal General del Estado de «corrupción pasiva, obstrucción de la justicia y organización criminal» y bloquea antidemocráticamente la candidatura de Luis Inacio Lula da Silva a la presidencia?

¿Qué derecho tiene México a denunciar a Venezuela por «crisis humanitaria», si su presidente, Enrique Peña Nieto, preside un gobierno corrupto y sustentado por el narcotráfico y el crimen organizado, que ha entregado las riquezas de México a las transnacionales de Estados Unidos y el propio México ostenta el record mundial de periodistas asesinados y desaparecidos?

¿Qué derecho tiene Honduras (¡por favor!) a cuestionar la legitimidad de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, si su “presidente”, inconstitucional y no electo, entronizado por un fraude de proporciones cósmicas, José O. Hernández, se aferra al poder con el respaldo de las bayonetas del Comando Sur estadounidense [2] y mata sin vacilación a su propio pueblo?

¿Qué derecho tiene Panamá a cuestionar la independencia y la democracia de Venezuela, si el Partido Panameñista (del presidente Juan Carlos Varela) llegó al poder en brazos de los invasores [estadounidenses] (que juramentaron a Guillermo Endara como presidente de Panamá en una base militar estadounidense) a raíz de la invasión de 1989 [3]? Vale recordar que, en derecho internacional, los acuerdos firmados bajo ocupación militar son ipso facto nulos.

¿Qué moral tiene Panamá para destruir el derecho de Venezuela a la autodeterminación, si Guillermo Endara, el primer presidente títere post-invasión y presidente del Partido Panameñista (el partido del actual presidente panameño Juan Carlos Varela), suscribió el Acuerdo Arias Calderón-Hinton (1991), base de los tratados Salas-Becker de 2002, que entregan Panamá a 16 agencias federales de Estados Unidos (incluidos el Pentágono, el US Army, la US Air Force, la US Navy y el Servicio de Guardacostas de Estados Unidos)? Esas instancias estadounidenses pueden convertir nuevamente a Panamá en plataforma de agresión para el Comando Sur.

¿Qué derecho tiene Panamá a inmiscuirse en Venezuela, si los gobiernos panameños han tolerado sin chistar las MANIOBRAS PANAMAX (2003-2018), realizadas anualmente entre países de la región y potencias miembros de la OTAN en base a un tratado entre Chile y Estados Unidos? Ese tratado (firmado en 2003) viola el Tratado de Neutralidad y la Constitución panameña. Panamá lo desconoce y no lo ha suscrito.

¿Qué derecho tiene el presidente panameño Juan Carlos Varela a suscribir el Acuerdo Nuevos Horizontes 2018, que puede instrumentarse para encubrir una intervención contra Venezuela, si ese tratado es violatorio del Tratado de Neutralidad, de la Constitución de Panamá y del Derecho Internacional?

¿Qué derecho tiene el presidente de Panamá a actuar contra Venezuela, si los Tratados Salas-Becker –de los cuales es parte el Acuerdo Nuevos Horizontes– jamás fueron sometidos a la aprobación de la Asamblea Legislativa o Nacional panameña y, por tanto, no existe obligación constitucional de cumplirlos?

La ex presidente de Panamá Mireya Moscoso, del Partido Panameñista, ostenta el deshonor de haber suscrito la totalidad de los Tratados Salas-Becker (entre 2001 y 2004, salvo el de 1991) y de haber indultado ilegalmente, a petición de Colin Powell (alias “el carnicero de Panamá” [4]), a Luis Posada Carriles, el terrorista confeso que intentó asesinar al presidente de Cuba, Fidel Castro, en 2002. El indulto fue anulado por la Corte Suprema de Justicia cuando el pájaro ya había volado.

La ex presidente Moscoso autorizó además el Tratado Alemán Zubieta-Becker (1º de abril de 2002), firmado por el Administrador de la Autoridad del Canal, Alberto Alemán Zubieta, quien no estaba facultado para suscribir tratados y que, para colmo, lo aceptó y firmó en inglés, aunque la Constitución Nacional consagra el español como lengua oficial de Panamá: ¡extralimitación de funciones para la ex presidente y el ex Administrador del Canal (cf. Constitución Nacional de la República de Panamá, Art. 191)!

No obstante la ninguna capacidad moral o legal del “Grupo de Lima” para atacar a Venezuela, Estados Unidos insiste en invadirla con la complicidad de gobiernos no representativos, anacrónicos, forajidos y enemigos del Derecho Internacional, que aprovechan los Carnavales y siguen como comparsa (en este martes [20 de febrero] de Carnaval) a su dios Momo, Estados Unidos, bajo la bandera infame de una nueva «Intervención Humanitaria».

Se nos quiere hacer creer que en Venezuela hay una «crisis humanitaria» que exige enfrentar a pueblos contra pueblos de la región, a pobres contra pobres y a hermanos contra hermanos, para satisfacer los apetitos de Washington, malinterpretando al genial estratega chino, Sun Tzu, que aconsejaba ahorrar las propias fuerzas y usar las ajenas.

Las intervenciones humanitarias, que responden a la necesidad de proteger a víctimas de las guerras cuando no existe la voluntad o la capacidad del soberano para asumir esa responsabilidad, han sido desvirtuadas por los poderes hegemónicos para encubrir sus fechorías depredatorias. Pero, ¡ojo!, la intervención humanitaria es un concepto polémico aún bajo debate.

Personalmente me opuse, como presidente de SERPAJ-Panamá, a su adopción indiscriminada en la reunión de la ONU en Centroamérica (San José, 2005), convocada por la Fundación Arias. A veces se le confiere el «derecho a proteger» –inherente a la «intervención humanitaria»– al Consejo de Seguridad de la ONU, a un acuerdo regional (como la OTAN) o a un grupo de Estados.

En Yugoslavia se implementó la «intervención humanitaria» para impedir supuestamente una limpieza étnica que Slobodan Milosevic llevaba a cabo en Bosnia, pero la OTAN (léase Estados Unidos) invadió Yugoslavia, el único país europeo que no era miembro de esa organización bélica, la desmembró en función de los intereses geopolíticos del imperio y la sumió en la ruina.

La verdad llegó tarde:

«Diez años después de que Slobodan Milosevic, ex presidente de la desaparecida Yugoslavia, muriera en extrañas circunstancias (bajo arresto), el Tribunal Penal Internacional ha exonerado al político serbio de la responsabilidad en supuestos crímenes de guerra cometidos en Bosnia…

Slobodan Milosevic fue vilipendiado de manera sistemática por toda la prensa occidental y por los políticos de los países de la OTAN. Los medios de comunicación de la época lo calificaron como el “carnicero de los Balcanes” y lo compararon con Hitler. Fue acusado igualmente de “genocida” y de ser “un monstruo sediento de sangre”, según rezaban los titulares de los grandes rotativos europeos y estadounidenses de entonces.

Con la utilización de ese cliché falsificado se trató de justificar no sólo las sanciones económicas contra Serbia, sino también los bombardeos de la OTAN en 1999 sobre Serbia, así como la encarnizada guerra de Kosovo.» [5]

En Libia, se implementó en 2011 la «intervención humanitaria» para enfrentar la violación de los derechos humanos por parte del «dictador» Muammar el-Kadhafi. Pero la OTAN (Estados Unidos) se hizo cargo y aplicó su «derecho a proteger» a la población «desvalida». En 7 meses utilizaron 40 000 bombas y misiles contra la población libia y –usando a la vez espías, terroristas y mercenarios extranjeros– mataron a 120 000 libios, asesinaron a Kadhafi de manera atroz y particularmente morbosa, expropiaron los activos y el petróleo del país, sumiéndolo en un infierno perpetuo, y eliminaron del gobierno a los libios «de piel oscura» a pesar de que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU había encomiado aquel mismo año (2011) a Kadhafi precisamente por el progreso de Libia en materia de igualdad racial. Después se supo que una de las razones de la «intervención humanitaria» era el intento de Kadhafi de reemplazar el dólar por una moneda común africana.

En el caso de Panamá, Estados Unidos ni siquiera se tomó el trabajo de informar a la OEA ni a la ONU, como tampoco al Senado estadounidense, de que debían aprobar la invasión de 1989, pero sí mintió y satanizó al general Manuel Antonio Noriega, como se evidencia en documentos “Secretos-Sensitivos” del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, documentos que fijaron como objetivo abrogar los Tratados sobre el Canal [de Panamá] y echar abajo las negociaciones entre Japón y Panamá para un nuevo Canal [6].

Pero en Venezuela no hay crisis humanitaria ni guerra civil –tampoco la había en Panamá. Sí existe una masiva intervención externa en los asuntos propios, internos y externos, de su pueblo, intervención que se manifiesta en forma de guerras ultramodernas y multiformes, con apoyo transnacional de países, organizaciones no gubernamentales y personalidades que intentan destruir la nación venezolana, destruir su revolución y robarle a Venezuela sus prodigiosas riquezas naturales.

La intervención contra Venezuela sería una agresión contra América Latina y el Caribe, un retroceso temporal de la Unidad Latinoamericana, un golpe a la memoria de los libertadores de Nuestra América, y por lo mismo, esa intervención es imposible ¡y no puede triunfar!
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        [1] «Mossack-Fonseca, el escándalo Irán-Contras y Noriega», por Julio Yao Villalaz, La Estrella de Panamá , Red Voltaire , 27 de abril de 2016.

[2] El autor se refiere al SouthCom, el mando regional de las fuerzas armadas estadounidenses a cargo de las tropas desplegadas en las numerosas bases militares de Estados Unidos en Sudamérica, América Central y el Caribe. Nota de la Red Voltaire.

[3] El autor se refiere a la intervención militar estadounidense que Washington justificó oficialmente esgrimiendo una supuesta implicación del general panameño Manuel Antonio Noriega en el narcotráfico internacional y una “amenaza” a la libre navegación a través del canal interoceánico. Hasta el día de hoy no ha podido determinarse con precisión la cantidad de civiles muertos en los bombardeos «quirúrgicos» de la US Air Force contra los barrios populares de la capital panameña, desatados –al igual que la invasión– sin previa declaración de guerra por parte de Washington. Nota de la Red Voltaire.

[4] El general estadounidense Colin Powell, internacionalmente célebre, como secretario de Estado de la administración Bush hijo, por su exposición ante el Consejo de Seguridad de la ONU sobre las «armas de destrucción masiva» que hacían “necesaria” la invasión contra Irak, era jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos en el momento de la invasión estadounidense contra Panamá. Nota de la Red Voltaire.


[6] Ver el próximo libro de Julio Yao El Monopolio del Canal y la Invasión a Panamá, EUPAN, 2018



Julio Yao Villalaz
Julio Yao Villalaz Aanalista internacional y diplomático de carrera. Fue profesor de Relaciones Internacionales y Derecho Internacional, asesor del general Omar Torrijos, vicepresidente del Movimiento Unidad Latinoamericana y representante de la República de Panamá ante la Corte Internacional de La Haya.
Red Voltaire
Voltaire, edición Internacional










sábado, 19 de agosto de 2017

ONU revela informe que la canciller Holguín no quiere que leas



                                                                                                                                         Freddy Martínez

En estos momentos la canciller colombiana María Ángela Holguín anda de avión en avión, de llamada telefónica en llamada telefónica y de micrófono en micrófono, tratando de mostrarse al mundo como la nueva Madre Teresa de Calcuta en eso de socorrer a “miles y miles de venezolanos que huyen de una hambruna y de una prolongada crisis humanitaria”; puesta en escena encargada a la oligarquía bogotana por la derecha política internacional para desacreditar a la República Bolivariana y para tapar a su vez, las visibles arrugas que significa que Colombia sea el primer país del mundo con más personas desplazadas por situaciones de guerra, según un informe recién publicado por la ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados).

La canciller Holguín enseña su rostro, muy para la revista Hola, y suelta la primera declaración de pose humanitaria: “Hemos acordado recibir unos 500 mil venezolanos solo en la frontera de Villa del Rosario para protegerlos de la escasez de alimentos, de la falta de medicina y de la inseguridad que el gobierno venezolano no ha podido resolver; por ello el gobierno de nuestro Nobel de la Paz ha previsto un plan de emergencia con nuestras instituciones humanitarias, toda vez que Colombia es un país seguro, respetuoso de los derechos humanos, de la democracia y de las libertades; asimismo, bla bla bla...”.




El rostro serio y telenovelesco de la canciller amanece al siguiente día en todas las portadas de la prensa que diariamente matiza y esconde las acciones terroristas de los guarimberos venezolanos, exhibiéndose como una digna diplomática toda mandada a hacer para la mediática de Miami, Bogotá y Madrid; sin embargo, la canciller tiene tantas arrugas en sus mejillas que el maquillaje que le ponen las corporaciones de la comunicación no se la pueden ocultar tan fácilmente, y es que la ACNUR acaba de publicar importantes datos y balances donde se revela que el país de Shakira, Juanes y Salvatore Mancuso, ocupa el primer lugar del planeta en personas desplazadas y el sexto puesto del mundo con personas refugiadas por situaciones de guerra. Así como lo lee.

Hoy, cuando en el verano de Mallorca se escucha con éxtasis y furor el “Despacito”,la exitosa pieza musical de Luis Fonsi, Colombia aparece como el país que ha originado más de siete millones de personas desplazadas producto de los conflictos armados entre los diferentes actores enfrentados, en un área que abarca el 60 por ciento de territorio sin control del Estado. Así como lo lee.

Los datos de la ACNUR

La ACNUR acaba de publicar a través del informe Tendencias Globales 2016, que Colombia es el país que ha creado más desplazados internos en el mundo con una cifra acumulada de 7,4 millones de personas por encima de países en guerra como Siria con 6,3 millones y de Irak con 3,6 millones de desplazados. El informe dice que “a pesar de la firma de los tan esperados acuerdos de paz, aún había millones de desplazados internos a finales del año 2016”.



El sitio el País.com.co (fuente colombiana) confirma los datos aportados de la ACNUR, señalando que “desde el 2013, cuando la cifra en el país fue de 5,3 millones de desplazados por el conflicto, el número ha aumentado en más de un millón de casos, lo que llevó que Colombia se ubicara (año 2016) por delante de Siria, que en ese entonces registraba 6,5 millones de personas desplazadas”.

La situación Colombia según el informe

El informe de este organismo de la Organización de las Naciones Unidas que la canciller Holguín no quiere que leas, revela que “Colombia continúa enfrentando las consecuencias de 50 años de conflicto armado interno y violencia debido a la presencia de grupos armados ilegales, tráfico de drogas, minas antipersonas y disputas por control de territorios. Como resultado, la población civil se enfrenta al reclutamiento forzado de niños, control de comunidades, amenazas y asesinatos selectivos al igual que violencia sexual basada en género. La inseguridad, sobre todo, continúa siendo una realidad dentro del territorio colombiano y la situación empeora a lo largo de las zonas fronterizas, lo que ha obligado que cerca de 327 mil colombianos, hasta ahora, crucen las fronteras en busca de protección internacional en países vecinos como Ecuador” y, podemos agregar, Venezuela.



Tendencias del desplazamiento

“Desde 1997 al 1 de diciembre de 2013 han sido registradas oficialmente 5.185.406 personas desplazadas internas con un impacto desproporcionado en la población afrocolombiana y las comunidades indígenas. De estas declaraciones, 99 mil 150 personas han sido víctimas de desplazamiento en 2012. Entre el año 2007 y el 2013 ha aumentado la concentración de la tasa de expulsión en el país. Mientras que en el 2007 el 25% de las tasas de expulsión se concentraba en 17 municipios; en el 2013 solo 10 municipios (Buenaventura, Medellín, Tierralta, Suárez, Ricaurte, Riosucio, López de Micay y Puerto Asís) concentraron el 50%. Los 3 departamentos con la concentración más alta de eventos de desplazamientos masivos (más de 50 personas) durante el 2013 son Nariño, Antioquia y Chocó (Costa Pacífica). 




Solo entre enero y noviembre de 2013, la ACNUR registró un total de noventa eventos de desplazamiento masivo, afectando cerca de 6 mil 881 familias. La mayoría de los desplazados internos, son desplazados de zonas rurales a centros urbanos, aunque los desplazamientos intra-urbanos también están en aumento, ya que el 51% de los desplazados internos residen en las 25 ciudades principales de Colombia”, revela el informe.

Venezuela le ha salvado la vida a Colombia

Estos datos confirman lo que el investigador y escritor caraqueño Ricardo Chitty señala sobre el fenómeno del desplazamiento en Colombia y que tiene a Venezuela como país receptor: “Venezuela le ha salvado la vida a Colombia; de no ser así, en Colombia hubiera existido una catástrofe humanitaria sin precedentes; con la implementación del Plan Colombia, Venezuela le salvó la vida a Uribe y a Colombia, esa es la realidad. La historia se va a encargar de demostrarlo. El periodo que va desde 1998 al 2012, aproximadamente, podríamos estar hablando de tres millones y medio de colombianos que se vinieron a Venezuela, que si se hubiesen quedado,por lo menos el 10 por ciento hubiese sido liquidado. Estamos hablando de 35 mil personas muertas a consecuencias de encontronazos entre las FARC y los paramilitares, entre los paramilitares y el ELN, sin hablar del cruce entre los factores colombianos y el ejército venezolano. 



Eso se evitó gracias a la política que Chávez desarrolló para aceptar y poner a seguro a esos ciudadanos que huían de las zonas de guerra. Pero cuando escuchas a algunos colombianos hablando disparates sobre el gobierno venezolano y le recuerdas que, precisamente, gracias al chavismo es que tienen vida, voltean la cara y no hallan qué decir, porque muchos de ellos fueron salvados por el gobierno venezolano. No podemos imaginar los resultados de esta catástrofe humanitaria de no ser por Venezuela.



Chitty remata señalando que lo que está ocurriendo en Venezuela es un sueño en comparación a la realidad colombiana, porque ¿de qué manera el Estado colombiano le va a garantizar la vida a los campesinos que se desplazan hacia zonas seguras o a los militantes desmovilizados de las FARC si apenas controla el 40 por ciento del territorio?

Informe del Consejo Noruego para los Refugiados (CNR)


También el Consejo Noruego para los Refugiados (CNR) acaba de publicar su propio informe sobre la población desplazada y refugiada en el mundo (40,3 millones) y confirma los datos de la ACNUR para Colombia de 7 millones 200 mil personas desplazadas; de las cuales 171 mil se incorporaron a esta lista a lo largo de 2016. El CNR advierte sobre la preocupación de este último dato comparado con las cifras de 2015. Siguen en el ranking general de desplazados Siria (6,3 millones), Irak (3,0 millones) y la República Democrática del Congo (2,2 millones).

Este informe del organismo noruego recientemente publicado por el canal de noticias RT pregunta: ¿Por qué Colombia? En primer lugar, a la hora de entender los motivos por los que Colombia está en este penoso primer lugar, hay que señalar algunos puntos, dice Christian Visnes, director regional del CNR en América Latina. “Lamentablemente, y pese a los avances en materia de paz, hoy no es posible hablar del fin definitivo del conflicto armado en el país”, sostuvo el activista citado por RCN Radio. Explicó Visnes que los enfrentamientos por el control territorial entre la guerrilla, el ejército colombiano y los grupos paramilitares, siguen causando desplazamiento y la situación humanitaria se ha deteriorado en áreas específicas del país.

La investigación subraya la relación directa entre el fenómeno de los desplazados y el número de población refugiada. Si bien no se ubica en el mismo puesto, Colombia está entre los seis países con mayor cantidad de refugiados. En total hay 340 mil colombianos en esta situación, establecidos principalmente en Panamá, Ecuador y Venezuela.



En un próximo trabajo intentaremos documentar sobre las causas del fenómeno delos desplazados en Colombia. ¿Por qué estos no regresan a su lugar de origen, una vez culminada la situación bélica? ¿Cuál es la responsabilidad del Estado? ¿Qué incidencias tienen las empresas transnacionales en el fenómeno?

La canciller Holguín piensa en cuál peluquería irá a hacerse el próximo maquillaje y también en el discurso que pronunciará a los medios sobre los venezolanos que ingresan a su frontera villarosarina. Como vocera de la política exterior del gobierno del presidente Santos, Holguín no tiene tiempo para pensar en esos millones de colombianos que se han desplazado en estos últimos años en búsqueda de un mínimo de seguridad; claro, esos ciudadanos no existen para las estadísticas, pues son habitantes de ese 60 por ciento de territorio que el Estado colombiano no controla.
















miércoles, 12 de julio de 2017

Perico y pepas ácidas en la línea de la resistencia





  Freddy Martínez

Para ingresar a las zonas de guarimba y escribir esta crónica debí solicitar un salvoconducto con un camarógrafo que funge de enlace para quienes precisan de hacer reportajes periodísticos en la propia línea de la resistencia, vale decir, en la autopista Francisco Fajardo, calles de Chacao, Las Mercedes, San Antonio de Los Altos o donde proponga la vanguardia armada afiliada a la MUD que diariamente quema camiones de alimentos en las “protestas”, mientras sus líderes hablan por televisión de hambre y crisis humanitaria en Venezuela.

El enlace contactado advierte de riesgos y peligros, pero de entrada me dice que debemos coordinar con un jefe guarimbo quien me identificará y me hará preguntas pertinentes al trabajo periodístico a realizar, pero, aunque no hubo tal entrevista al momento acordado, sí apareció delante de mí una especie de coordinador logístico que tiene la función de saber con precisión sobre los reporteros que están en la línea de combate en labores de prensa y fotografía.

 
Para quienes hemos estado en diferentes frentes de batalla, la imagen de unas tanquetas que vomitan agua y bombas lacrimógenas frente a un grupo de sifrinos con cámaras de televisión por todos lados es como estar actuando para una telenovela mexicana. Allá me figuro a Alicia Machado -con razón- explicando a los muchachos de diecisiete años el tema de las dos chinas; una cuya capital es Pekín, edificada por la sabia dirección del gran Mao, y la otra, cuya capital es la ciudad de Tai-Pei, promocionada como un importante enclave financiero y comercial del capitalismo asiático. 


Estoy así, asomado en el frente de la resistencia. Me acerco, pregunto, observo, huelo, escucho detonaciones, intento pasar desapercibido, invoco a los espíritus para que me conviertan en neblina espesa y nadie me sospeche. Busco evidencias comunicacionales entre los que combaten al gobierno bolivariano fumados o drogados hasta los dientes como los terroristas de ISIS. Solo eso. 

Llego temprano. Nada por aquí. Nada por allá. Insisto. Me concentro cerca de un recodo de árboles pegado a un sector de la autopista en predios de un famoso hotel de empresarios. Miro a unos loquitos con banderas en la espalda, cascos y máscaras tal como se ven en las fotos de La Patilla. No tienen mañas de sifrinos estos loquitos; a todos se les ve la silueta morena de los que normalmente andan en el rebusque urbano, para luego quemar piedras en los escondites oscuros del Metro. Pasa el tiempo, nadie mira a nadie, pero todo el escenario está ya listo para la acción.

En la resistencia todo es de pinga

Vine con una marcha convocada por los devaluados politiqueros de la MUD; pero esta se dispersó hace bastante rato. Las teenagers de la Simón, muy activas en la caminata, ya desaparecieron de la escena. Una combatiente de la Central figura entre un grupo de sifrinos (estos si tienen pinta de sifrinos) con un cierto don de mando. Se tapa la cara. A lo lejos se divisa algo de humo. El aquelarre de los insultos y las carreras para allá y para acá comienza. El tema me condiciona. Prejuzgo. Siento que a muchos de los presentes se les está explotando la trona en un cóctel de crispy y perico a la vez; esa combinación que los siniestros organizadores de las guarimbas ofrecen a este grupo de choque que no saben a cierta cierta por qué razón dan la vida o enseñan el pecho de libertadores protegidos con escudos, máscaras, banderas y hasta con armas de fuego encaletadas en los bolsos. 

  
Pero viendo las cosas de otra manera, la vaina en la línea de la resistencia es de pinga. Todo el mundo está relajado aquí. Unos carajitos ríen. No parece un escenario de guerra, más bien todo se conecta a las rumbas rave que arman los muchachos de esta época en los matiné. La confidencia abordada asegura que en este black sabbath están reunidos muchachos de todas los grupos sociales de la ciudad que se volvieron adictos a las protestas antichavistas en un país de chavistas. Afirma la confidencia que estos jóvenes se volvieron adictos al crispy. Adictos al captagón recién importado de Siria. Adictos al perico. Adictos al optalidón recién transportado de Maicao. Adictos a drogas como el LSD y al poppers (la droga que “patentó” Jean Baptiste, aquel psicótico de atar de la novela o la película El Perfume). 

 
En medio de la batalla intento reír como el loquito que tengo enfrente. Siento olor a crispy quemado. ¿Por dónde? Pienso en ese episodio tres días después y los músculos que se conectan a mi cerebro comienzan a relajarse. ¿Estaré fumado también yo? Tiempo tengo para reflexionar que no hay medicinas en las farmacias venezolanas, pero en las barricadas guarimberas abundan las anfetaminas y los barbitúricos que muchos medicados hoy necesitan con urgencia.

Fanáticos de las pepas ácidas

Ya empezó la fiesta rave en la Fajardo después de un largo rato caminando sobre el asfalto. Los guarimbos cercanos y lejanos se excitan. Finales del mes de junio de 2017, otro día más de violencia extrema en el este de Caracas. Es el ingrediente por el que estos fanáticos de las pepas ácidas creen que Maduro caerá pronto. Busco guerra, me acerco a la invitación. Continúa el olor a crispy. Huele a gasolina. Un resistente lanza una botella incendiaria y después se desahoga en gritos como cualquier militante del Estado Islámico. 
 
Trato de encontrar entre la maraña de “periodistas” al camarógrafo que conocí hace unos días por Bellas Artes para seguir sus pasos de experimentado reportero de guerra. Muchos comunicadores hay aquí pescando buenos dólares por sus servicios a la global press como Reuters, AFP, EFE, NT24, AP, FOX, CNN, NY Times. 

 
Luego de un rato doy con el reportero. Luego el saludo cómplice con preguntas y contestas: “los chamos vienen al entrompe ya tronados. Se combinan cuatro drogas: cocaína, captagón, optalidón y crispy; todo un explosivo que quien se lo consuma o se lo lance se creerá Aquiles en el sitio de Troya o Supermán en Nueva York”; esa es la razón por la que pierden la razón; que no es ni paradoja ni sonido cacofónico, ese es el motivo por el que queman gente, atacan hospitales, incendian escuelas o todo un edificio con cientos de personas dentro, tal como hacen los militantes de ISIS al grito de Alá/uak/Bar en su trance místico psicoactivo”.

Achicharrando a los becerros

Pregunta y respuesta todavía en el campo de batalla: “todos los guarimberos capturados por la policía, digamos el 99%, han salido positivos en la prueba antidopaje; estos bichitos se acostumbraron a hacer desmanes sin que medie ninguna doctrina ni convicción política”. ¿Qué es la libertad? -interrogo a un guarimbo por casualidad en el otro lado de la autopista- “la que nos está quitando Maduro”. “¿Cómo que tengo libertad, tú eres marico o qué es lo qué eres? Pendiente con una paja, porque aquí lo que estamos es achicharrando a los becerros”. Tras la respuesta se intenta la calma con otra pregunta menos arriesgada. 

 
Pero es la nueva manera de hacer la guerra y tumbar gobiernos no inclinados a los intereses de las potencias globalizadoras. A partir de ahora en vez de libros y doctrinas para fortalecer convicciones, tendremos drogas para acrecentar inhibiciones. Será un ejército de psicópatas estos libertarios de la resistencia guarimbera en lo sucesivo. Lo sabemos gracias al doctor Gene Sharp y su tratado de cómo lograr democracias. El Estado Islámico organiza sus ejércitos reclutando jóvenes en las ciudades europeas y del Medio Oriente a punta de ofrecimientos que pasan por muchos euros, drogas y una vida de sexo loco con prostitutas. Ucrania es un espejo reciente. Su desestabilización y desmembramiento ocurrió a fuerza de vender la idea de ingresar este país a la UE; idea que los jóvenes ucranianos (excluidos de cualquier fantasía europea) abrazaron a cambio de vender su alma a los deseos interesados de la OTAN de convertir a esta nación en una base misilística para apuntar directamente a las fronteras de Rusia.

Hoy, después de conquistar la democracia a lo Gene Sharp, los jóvenes ucranianos siguen excluidos de cualquier fantasía europea. Ahora, los guarimberos de aquí tienen una vida más prometedora y más larga en el tiempo. Serán los mismos que, luego de colaborar con el nuevo gobierno de transición, trancarán las autopistas (no la Fajardo como ahora) sino todas las de Venezuela cuando sus vidas no les alcance para pagar la deuda acordada con quienes hoy le alimentan la existencia con el divino perfume del poppers que huelen abiertamente en los condominios de Altamira y Chacao.

jueves, 29 de junio de 2017

Juan Arango, Tomás Rincón, Salomón Rondón: el turno de la farándula vinotinto


 

Freddy Martínez

Como para no quedar relegados en el camerino de los actores secundarios que piden cámara para presumir de más fama, la farándula vinotinto sale al ruedo de las declaraciones públicas para acusar al presidente venezolano como responsable por las personas que han sido asesinadas en las actos terroristas organizados por grupos vinculados a la MUD desde que estos reactivaran sus planes para derrocar al gobierno constitucional de Nicolás Maduro.

Cual divos, a lo Miguel Bosé o Ricky Martin delante a un juego de luces, los farandu-futbolistas de la selección absoluta -hace mucho tiempo eliminados de la clasificación para el mundial de Rusia 2018- hacen paréntesis frente a la mano que los maquilla para expresar que “el régimen madurista reprime salvajemente a unos jóvenes pacíficos que luchan por la libertad y por la democracia”. Hasta allí nada nuevo y original en el discurso, pues esas mismas frases la hemos escuchado desde la época de la Coordinadora Democrática (hoy MUD) cuando asediaban al gobierno del presidente Hugo Chávez.

La farándula vinotinto, entre los más activos, Juan Arango, Tomás Rincón, Salomón Rondón y Josef Martínez, no pierden ocasión para sumarse a la reproducción del torbellino informativo difundido diariamente por la mediática corporativa del mundo, para señalar y atacar al gobierno venezolano como “violador implacable de los derechos humanos”; un infundado señalamiento -decimos- originado desde las capitales del poder político y económico global para justificar cualquier acción intervencionista contra el país que tiene en su territorio las mayores reservas petroleras del planeta para más de doscientos años de futura explotación industrial. 



Josef Martínez acusa al presidente Maduro de asesino. Arango lo incrimina como mentiroso, ya que el presidente no asume su autoría como autor material de los asesinados en las guarimbas; Rincón desde Italia, a ceño fruncido y con la bandera tricolor al revés, clama por “no más represión”, y se pone a disposición de los líderes del gobierno de transición, “para ser un impulsor en el renacer de nuestro país”; Salomón Rondón, uno de los más beligerantes cuando se trata de lanzar opiniones negativas contra el país, dice que el gobierno debe caer lo más rápido posible.

No más represión, cantan en coro los futbolistas. ¿Será que no investigan? ¿Será que estos deportistas no pasan de La Patilla? ¿O será que no les interesa indagar por alguna conveniencia? Si es así, no son sinceros. Es pura pose farandulera. ¿Dónde está la condena contra la destrucción de escuelas, de asedio a hospitales; de quema de gente, de bibliotecas, de depósitos y camiones de alimentos; de asesinatos desde las barricadas? ¿Por qué no han dicho nada contra la destrucción a cenizas de una flotilla completa del transporte público? ¿Dónde está el lamento de Tomás Rincón por la muerte de una enfermera ocasionada por un degenerado que lanzó un matero desde un edificio? ¿Dónde están las lágrimas de un hipócrita llamado Juan Arango por esos niños que los criminales de la MUD reclutan en los barrios de Petare para que batallen en una confrontación donde los hijos de María Corina Machado brillan por su ausencia? 



A dios gracias, estos tipos son futbolistas de élite; a dios gracias se han hecho ricos y famosos; pues, de no ser así -supone uno- estarían metidos de cabeza en las guarimbas de Altamira (Salomón Rondón) o del Trigal (Josef Martínez) a riesgo de ser confundidos como chavistas, toda vez que el color de la piel y la procedencia humilde de ambos jugadores coinciden con el color moreno de Orlando Figuera, (Salomón viene de un barrio del 23 de Enero y Josef del barrio valenciano El Combate) el joven quemado vivo hace apenas unos días por los grupos que Tomás Rincón celebra como los impulsores del renacer del país.



Juan Arango: “Venezuela está demasiado peor”

Juan Arango acaba de ser entrevistado para la televisión de Miami por el periodista peruano Jaime Bayly, un conocido agente encubierto perteneciente a la nómina complaciente del grupo terrorista cubano-americano Alpha 66 y de otros organismos que trabajan para los servicios de inteligencia de USA. Tuvo tiempo Juan Arango, en algo más de cuarenta minutos de entrevista, para hablar de fútbol, de su carrera como empresario, como promotor deportivo o, en todo caso, de su nuevo rol como personaje de la farándula; al contrario, mostrando algo de inusitada ansiedad, lo que hizo fue hablar mal de la patria que lo formó como futbolista y del país donde tiene todos sus prósperos negocios. 



Desde su condición de analfabeta funcional, Juan Arango despotricó de la Asamblea Nacional Constituyente y, como en un acceso de ansioso delirio, remarcó lo que la prensa occidental espeta en sus portadas todos los días sobre Venezuela: que no hay libertad de prensa, que el gobierno controla todos los medios, que la gente hace cola en los contenedores de basura por el hambre, que vivir en el país es insostenible y que después de 18 años (los que tiene Arango en el extranjero) “Venezuela está demasiado peor”.

(A propósito, felicito por esta vía a Rafael Lacava por la inauguración del estadio La Bombonerita de Puerto Cabello. Toda una instalación deportiva de espectacular belleza creada como centro formativo para niños y jóvenes, además de ser una adecuada infraestructura para la estadía de equipos profesionales, pues sus instalaciones cuentan, además de una ciudad deportiva, con un comedor, salones recreativos, oficinas, dormitorios y espacios para la prensa. Cuando Juan Arango se fue del país venía de jugar en canchas de tierra. Era el momento del Nueva Cádiz FC. Hoy, a su regreso, se consiguió con estadios como el Metropolitano de Mérida, el Monumental de Maturín, el Metropolitano de Cabudare, el Cachamay de Puerto Ordáz y, entre otros, el Anzoátegui de Barcelona, construidos en época de Revolución Bolivariana). 



Recapitulemos. ¿Por qué Bayly en la entrevista no aprovechó la ocasión para preguntarle a Arango sobre su nueva faceta farandulera? (Se acaba de casar con una modelo zuliana). ¿Por qué no le preguntó sobre los prósperos negocios que tiene en Venezuela? ¿Le pidió alguna vez dólares al Estado chavista para su marca importadora? ¿No sabía Bayly que Arango está metido en tremendo escándalo con su ex-esposa por asuntos domésticos y judiciales que competen a temas de violencia contra la mujer, de protección a niños y adolescentes y otros penosos asuntos? Lo dudamos. El asunto era que Arango dijera que “Venezuela está demasiado peor”. El libreto, el mismo libreto de siempre en los canales mayameros, apuntaba a que el destacado futbolista debía hablar mal del país que posee en su manto terrestre reservas incuantificables de oro; tanto que podría cambiar el destino de la fortaleza monetaria del país en poco tiempo.

Ciertamente, la farándula vinotinto tiene todo el derecho de opinar sobre asuntos de la vida pública del país, es también su deber; en todo caso lo que le solicitamos a este grupo de farandu-futbolistas es que sean más objetivos y precisos en sus denuncias por las muertes que están ocurriendo en las guarimbas organizadas por el fascismo de derecha en Venezuela. Hasta el momento la terrible cifra pasa de noventa ciudadanos que estarían vivos si los criminales de la MUD no hubiesen convocado la escalada de extrema violencia que han montado en algunas zonas del país y del que hasta hoy ningún dirigente se hace responsable.

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