jueves, 22 de septiembre de 2011

El Estado artificial de Israel…



 Freddy Martínez

El Estado artificial de Israel es la concreción de un proyecto colonialista impulsado por Inglaterra y Francia a mediados del siglo XIX y que tuvo como protagonistas fundamentales a políticos, banqueros, monarcas, sociedades judías europeas y al imperio otomano en decadencia, en momentos cuando el capitalismo comenzaba a reclamar importantes áreas de influencia hacia las rutas estratégicas que conectan a Europa con la cuenca mediterránea, el mundo arábigo y hacia el lejano oriente: vale decir India y China.

El original proyecto de nación pasó por varias etapas y por diferentes situaciones políticas, pero fue la conclusión de la II Guerra Mundial, con Estados Unidos como potencia militar triunfante, quien da el espaldarazo definitivo para que Israel fuese un Estado formal, lográndose lo que inicialmente estructuró el expansionismo imperial europeo y que todavía hoy los colonialistas de siempre intentan repetir en toda una zona que abarca precisamente a la Palestina histórica, a Siria, Líbano y Egipto. 

Pero aun cuando el Estado judío tiene fecha de nacimiento (entre 1947 y 1948), Palestina fue  gradualmente colonizada por comunidades judías europeas desde la época de la Reina Victoria (1839 en adelante) y del segundo emperador de Francia, Napoleón III; un actor político que desde 1860 entra en los ensayos de colonización del medio oriente a través de la religión, pues fue uno de los ideólogos que consideró fragmentar al Líbano en porciones confesionales con objetivos claramente políticos y de convertir a Palestina en un territorio auténticamente judío.

A partir de estos planes promovidos por las potencias imperiales de la época, la incipiente ideología sionista tuvo en este descendiente de Napoleón Bonaparte un importante aliado; una alianza que se vio fortalecida con los primeros programas de migración hacia Jerusalén de judíos originarios de Rusia, Polonia, Hungría y otros de Europa Oriental, motivado fundamentalmente a la ola de asesinatos colectivos que ocurrían en estos países, dando la justificación al movimiento sionista internacional (una especie de nacionalismo judío) de considerar imposible la convivencia con las sociedades cristianas europeas en igualdad de condiciones y derechos.   

A la luz de los acontecimientos posteriores, Israel es y será un Estado creado en el intento europeo de aliviar esa carga de culpa judeofóbica que por cientos de años llevó a cuestas. No fue Hitler el único judeofóbico que conocemos. El continente europeo, desde Rusia hasta la bota italiana, desde la península ibérica hasta las costas adriáticas, acumula historias de intolerancia, persecuciones y desprecio hacia los judíos, registrados para la historia en matanzas colectivas (pogroms), confinamientos (ghettos), teniendo su máxima expresión de horror con las políticas de exterminio sistemático aplicados por el régimen nazi en la Alemania hitleriana.

Ciertamente, la finalización de todo gran conflicto bélico comporta el nacimiento de nuevas fronteras, desmembramiento de las naciones derrotadas y reacomodo de zonas estratégicas. Israel nace formalmente en esa coyuntura de reacomodo, convirtiéndose en un enclave militar del imperialismo norteamericano para desestabilizar el medio oriente con saldos de guerras, intervenciones, invasiones, terrorismo y despojos: mencionamos: sur del Líbano, Altos del Golán sirio, la Franja de Gaza, Sinaí egipcio.        

En 1948, 33 naciones -entre ellos Venezuela- votaron en la ONU para crear el Estado de Israel en los territorios ocupados de Palestina, era el estelar momento para saldar la gran culpa europea y darle concreción al proyecto de nación pura y teocrática que pensó la patristica sionista del siglo XIX. Palestina debía ser despojada de sus territorios  para abrirle el paso al Israel que conocemos; ese mismo Estado que hoy considera a los niños y a las mujeres palestinas embarazadas como importantes objetivos de guerra.   

martes, 20 de septiembre de 2011

Carta del presidente Chávez, al Secretario General de las Naciones Unidas



Miraflores, 17 de septiembre de 2011
Su Excelencia
Ban Ki-Moon
Secretario General
Organización de las Naciones Unidas
Señor Secretario General:
Distinguidos representantes de los pueblos del mundo:

Dirijo estas palabras a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, a este gran foro donde están representados todos los pueblos de la tierra, para ratificar, en este día y en este escenario, el total apoyo de Venezuela al reconocimiento del Estado palestino: al derecho de Palestina a convertirse en un país libre, soberano e independiente. Se trata de un acto de justicia histórico con un pueblo que lleva en sí, desde siempre, todo el dolor y el sufrimiento del mundo.

El gran filósofo francés Gilles Deleuze, en su memorable escrito La grandeza de Arafat, dice conel acento de la verdad: La causa palestina es ante todo el conjunto de injusticias que este pueblo ha padecido y sigue padeciendo. Y también es, me atrevo agregar, una permanente e indoblegable voluntad de resistencia que ya está inscrita en la memoria heroica de la condición humana. Voluntad de resistencia que nace del más profundo amor por la tierra. Mahmud Darwish, voz infinita de la Palestina posible, nos habla desde el sentimiento y la conciencia de este amor: No necesitamos el recuerdo/ porque en nosotros está el Monte Carmelo/ y en nuestros párpados está la hierba de Galilea./ No digas: ¡si corriésemos hacia mi país como el río!/ ¡No lo digas!/ Porque estamos en la carne de nuestro país/ y él está en nosotros.

Contra quienes sostienen, falazmente que lo ocurrido al pueblo palestino no es un genocidio, el mismo Deleuze sostiene con implacable lucidez: En todos los casos se trata de hacer como si el pueblo palestino no solamente no debiera existir, sino que no hubiera existido nunca. Es, cómo decirlo, el grado cero del genocidio: decretar que un pueblo no existe; negarle el derecho a la existencia.

A propósito, cuánta razón tiene el gran escritor español Juan Goytisolo cuando señala contundentemente: La promesa bíblica de la tierra de Judea y Samaria a las tribus de Israel no es un contrato de propiedad avalado ante notario que autoriza a desahuciar de su suelo a quienes nacieron y viven en él. Por eso mismo, la resolución del conflicto del Medio Oriente pasa, necesariamente, por hacerle justicia al pueblo palestino; éste es el único camino para conquistar la paz.

Duele e indigna que quienes padecieron uno de los peores genocidios de la historia, se hayan convertido en verdugos del pueblo palestino: duele e indigna que la herencia del Holocausto sea la Nakba. E indigna, a secas, que el sionismo siga haciendo uso del chantaje del antisemitismo contra quienes se oponen a sus atropellos y a sus crímenes. Israel ha instrumentalizado e instrumentaliza, con descaro y vileza, la memoria de las víctimas. Y lo hace para actuar, con total impunidad, contra Palestina. De paso, no es ocioso precisar que el antisemitismo es una miseria occidental, europea, de la que no participan los árabes. No olvidemos, además, que es el pueblo semita palestino el que padece la limpieza étnica practicada por el Estado colonialista israelí.

Quiero que se me entienda: una cosa es rechazar al antisemitismo, y otra muy diferente aceptar pasivamente que la barbarie sionista le imponga un régimen de apartheid al pueblo palestino. Desde un punto de vista ético, quien rechaza lo primero, tiene que condenar lo segundo.

Una digresión necesaria: es francamente abusivo confundir sionismo con judaísmo; no pocas voces intelectuales judías, como las de Albert Einstein y Erich Fromm, se han encargado de recordárnoslo a través del tiempo. Y, hoy por hoy, es cada vez más numerosa la ciudadanía consciente que, en el propio Israel, se opone abiertamente al sionismo y a sus prácticas terroristas y criminales.

Hay que decirlo con todas sus letras: el sionismo, como visión del mundo, es absolutamente racista. Estas palabras de Golda Meir, en su aterrador cinismo, son prueba fehaciente de ello: ¿Cómo vamos a devolver los territorios ocupados? No hay nadie a quien devolverlo. No hay tal cosa llamada palestinos. No era como se piensa que existía un pueblo llamado palestino, que se considera él mismo como palestino y que nosotros llegamos, los echamos y les quitamos su país. Ellos no existían.
Necesario es hacer memoria: desde finales del siglo XIX, el sionismo planteó el regreso del pueblo judío a Palestina y la creación de un Estado nacional propio. Este planteamiento era funcional al colonialismo francés y británico, como lo sería después al imperialismo yanqui. Occidente alentó y apoyó, desde siempre, la ocupación sionista de Palestina por la vía militar.

Léase y reléase ese documento que se conoce históricamente como Declaración de Balfour del año 1917: el Gobierno británico se arrogaba la potestad de prometer a los judíos un hogar nacional en Palestina, desconociendo deliberadamente la presencia y la voluntad de sus habitantes. Hay que acotar que en Tierra Santa convivieron en paz, durante siglos, cristianos y musulmanes, hasta que el sionismo comenzó a reivindicarla como de su entera y exclusiva propiedad.

Recordemos que, desde la segunda década del siglo XX, el sionismo, aprovechando la ocupación colonial británica de Palestina, comenzó a desarrollar su proyecto expansionista. Al concluir la Segunda Guerra Mundial, se exacerbaría la tragedia del pueblo palestino, consumándose la expulsión de su territorio y, al mismo tiempo, de la historia. En 1947 la ominosa e ilegal resolución 181 de Naciones Unidas recomienda la partición de Palestina en un Estado judío, un Estado árabe y una zona bajo control internacional (Jerusalén y Belén). Se concedió, vaya qué descaro, el 56% del territorio al sionismo para la constitución de su Estado. De hecho, esta resolución violaba el derecho internacional y desconocía flagrantemente la voluntad de las grandes mayorías árabes: el derecho de autodeterminación de los pueblos se convertía en letra muerta.

Desde 1948 hasta hoy, el Estado sionista ha proseguido con su criminal estrategia contra el pueblo palestino. Para ello, ha contado siempre con un aliado incondicional: los Estados Unidos de Norteamérica. Y esta incondicionalidad se demuestra a través de un hecho bien concreto: es Israel quien orienta y fija la política internacional estadounidense para el Medio Oriente. Con toda razón, Edward Said, esa gran conciencia palestina y universal, sostenía que cualquier acuerdo de paz que se construya sobre la alianza con EEUU será una alianza que confirme el poder del sionismo, más que confrontarlo.

Ahora bien: contra lo que Israel y Estados Unidos pretenden hacerle creer al mundo, a través de las transnacionales de la comunicación, lo que aconteció y sigue aconteciendo en Palestina, digámoslo con Said, no es un conflicto religioso: es un conflicto político, de cuño colonial e imperialista; no es un conflicto milenario sino contemporáneo; no es un conflicto que nació en el Medio Oriente sino en Europa.

¿Cuál era y cuál sigue siendo el meollo del conflicto?: se privilegia la discusión y consideración de la seguridad de Israel, y para nada la de Palestina. Así puede corroborarse en la historia reciente: basta con recordar el nuevo episodio genocida desencadenado por Israel a través de la operación “Plomo Fundido” en Gaza.

La seguridad de Palestina no puede reducirse al simple reconocimiento de un limitado autogobierno y autocontrol policíaco en sus “enclaves” de la ribera occidental del Jordán y en la franja de Gaza, dejando por fuera no sólo la creación del Estado palestino, sobre las fronteras anteriores a 1967 y con Jerusalén oriental como su capital, los derechos de sus nacionales y su autodeterminación como pueblo, sino, también, la compensación y consiguiente vuelta a la Patria del 50% de la población palestina que se encuentra dispersa por el mundo entero, tal y como lo establece la resolución 194.

Es increíble que un país (Israel) que debe su existencia a una resolución de la Asamblea General, pueda ser tan desdeñoso de las resoluciones que emanan de las Naciones Unidas, denunciaba el padre Miguel D’Escoto cuando pedía el cese de la masacre contra el pueblo de Gaza, a finales de 2008 y principios de 2009.

Señor Secretario General y distinguidos representantes de los pueblos del mundo:
Es imposible ignorar la crisis de Naciones Unidas. Ante esta misma Asamblea General sostuvimos, en el año 2005, que el modelo de Naciones Unidas se había agotado. El hecho de que se haya postergado el debate sobre la cuestión palestina, y que se le esté saboteando abiertamente, es una nueva confirmación de ello.

Desde hace ya varios días, Washington viene manifestando que vetará en el Consejo de Seguridad lo que será resolución mayoritaria de la Asamblea General: el reconocimiento de Palestina como miembro pleno de la ONU. Junto a las Naciones hermanas que conforman la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), en la Declaración de reconocimiento del Estado palestino, hemos deplorado, desde ya, que tan justa aspiración pueda ser bloqueada por esta vía. 

Como sabemos, el imperio, en éste y en otros casos, pretende imponer un doble estándar en el escenario mundial: es la doble moral yanqui que viola el derecho internacional en Libia, pero permite que Israel haga lo que le dé la gana, convirtiéndose así en el principal cómplice del genocidio palestino a manos de la barbarie sionista. Recordemos unas palabras de Said que meten el dedo en la llaga: Debido a los intereses de Israel en Estados Unidos, la política de este país en torno a Medio Oriente es, por tanto, israelocéntrica.

Quiero finalizar con la voz de Mahmud Darwish en su memorable poema Sobre esta tierra: Sobre esta tierra hay algo que merece vivir: sobre esta tierra está la señora de/ la tierra, la madre de los comienzos, la madre de los finales. Se llamaba Palestina. Se sigue llamando/ Palestina. Señora: yo merezco, porque tú eres mi dama, yo merezco vivir.

Se seguirá llamando Palestina: ¡Palestina vivirá y vencerá! ¡Larga vida a Palestina libre, soberana e independiente!
Hugo Chávez Frías
Presidente de la República Bolivariana de Venezuela

jueves, 15 de septiembre de 2011

Revuelta en Libia, mensaje para Chávez



Nil Nikandrouv

El ataque del 23 de agosto recién pasado por parte de rebeldes libios contra la embajada de Venezuela y residencia del embajador en Trípoli, sobre el cual se informó escasamente, por poco no produjo víctimas fatales ya que el embajador Afif Tajeldine y su personal, en el último momento se trasladó a un sitio más seguro para posteriormente abandonar Libia. Después del incidente, trascendió que la embajada venezolana fue la única saqueada en todo el sector, lo cual sugiere que el ataque, de acuerdo con algunos relatos de testigos oculares, fue encabezado por individuos de aspecto europeo y desplantes militares, fue deliberadamente dirigido contra la misión venezolana.

El Viceministro de Relaciones Exteriores de Venezuela y Enviado Permanente ante la ONU, Jorge Valero Briceño, condenó el ataque en el Consejo de Seguridad de la ONU. Mientras tanto, comentaristas latinoamericanos interpretaron el ataque de los rebeldes contra la misión diplomática de Venezuela en Trípoli como un mensaje para Chávez, amenazándolo de ser el siguiente líder en la lista negra después de derrocar a Gadafi. Se cree ampliamente que el método que el imperio está aplicando en Libia y Siria, en el futuro previsible será empleado en Venezuela. 



La agencia Reuters mencionó el plan el 17 de agosto pasado diciendo que “la violencia política en Venezuela amenaza con socavar el resultado de las elecciones del próximo año, ya sea que el presidente Chávez gane o no un nuevo período presidencial de seis años.” Estallidos de protestas en Venezuela serán respaldados por campañas en los medios de comunicación de masas por la BBC, Euronews, CNN, Al Jazeera, etc. y probablemente acompañados por actos de vandalismo y asesinatos en las calles perpetrados por grupos terroristas que se infiltrarán en Venezuela desde otros países. En total, lo que Venezuela enfrentaría sería una versión corregida y aumentada de revolución de colores, incluyendo un componente más fuerte que nunca de violencia armada. El Pentágono, los servicios de inteligencia norteamericanos, el Departamento de Estado y las agencias equivalentes de Gran Bretaña, España, Israel, Canadá y otros, ciertamente tienen la tarea de impedir la reelección de Chávez en el 2012 anotada en sus agendas.

Consciente de la venidera prueba de resistencia a la presión, Chávez, un duro político veterano, no solo demuestra plena confianza antes de las elecciones futuras y además promete apostar a una nueva reelección en el 2018. Su programa es de carácter práctico y es agitado con la mayor claridad. La confianza en el apoyo popular y un ejército leal deberían contribuir a neutralizar cualquier conspiración ya que la dominación imperial no durará indefinidamente. El optimismo de Chávez se basa en el convencimiento que los Estados Unidos en su actual fase imperialista está condenado, por cuanto a mediados del siglo XXI las recurrentes crisis económicas, las disputas internas entre diferentes facciones políticas, minorías étnicas y gigantes corporativos, erosionarán su poder de manera irreversible. Paso a paso, al costo de derramamientos de sangre y sufrimientos inhumanos, Estados Unidos tendrá que abandonar el papel de gendarme y parásito mundial. Las escapadas en la política exterior y sus intentos de arrasar los regímenes desafiantes, que continuarán proliferando, solo acercarán aun más la era de la agonía norteamericana. Chávez está convencido que la defunción del imperio pondrá el punto final a la larga búsqueda de soluciones al sistema imperialista, históricamente condenado.



El líder venezolano se refiere con frecuencia a la escalada en las tensiones socioeconómicas en Estados Unidos y otras naciones occidentales. Aunque los males de Occidente tienden a permanecer poco reconocidos y que las protestas de los estratos sociales desposeídos, incluyendo a gran parte de las clases medias están siendo reprimidos, mantener oculta esta situación es un desafío creciente que los gobiernos no pueden manejar mediante los medios represivos tradicionales. En consecuencia se ha propuesto planes para utilizar las fuerzas armadas de los países contra sus propias poblaciones y los ejércitos ya están siendo entrenados en ese sentido. La “guerra contra el terrorismo” en la cual las fuerzas armadas norteamericanas de manera rutinaria han enfrentado a civiles, han deformado la mentalidad del cuerpo de oficiales al extremo que parecieran haber perdido toda inhibición acerca de misiones para eliminar conspiraciones internas supuestamente montadas por extremistas musulmanes, dirigentes populistas, comunistas, organizaciones clandestinas anti-sistema, etc.

La militarización de Estados Unidos ha alcanzado tales proporciones que cambiar la economía del país por un modo más civilista promete grandes dificultades. Hoy en día, hasta el más mínimo recorte en el presupuesto de defensa afectaría a la economía norteamericana como un todo, mientras que mantener el sobredimensionado complejo militar-industrial a flote requiere de hostilidades armadas en varias partes del mundo. Con el electorado norteamericano escaldado por tener que lidiar con conflictos en Siria, Irán, el Cáucaso u otras partes, solo un drama comparable al del 11 de septiembre podría reanimar la militancia popular. Chávez cree firmemente que el atentado terrorista del 11 de septiembre fue planificado por las agencias de inteligencia norteamericana e israelí. Sabiendo que las direcciones de la CIA, la Agencia de Inteligencia para la Defensa, otros servicios occidentales y el Mossad, están trabajando contra Venezuela, con frecuencia retoma el tema y urge a los canales venezolanos de televisión de incluir programas advirtiendo sobre las posibles provocaciones que tiendan a socavar al régimen bolivariano.



Las convulsiones agresivas del imperio, su desprecio por la ley internacional, los giros en la política y en la toma de decisiones de Washington y su tendencia a relacionarse con las agrupaciones de renegados en los países que desafían el control norteamericano, estimulan las reacciones defensivas a través del mundo y hacen que las naciones permanezcan fuera de la órbita norteamericana para fortalecer su soberanía. El ascenso de centros regionales de poder estará en consecuencia ganando fuerza y hasta los países que bajo diferentes pretextos fueron derrotados por la OTAN, gradualmente verán que las fuerzas anti-norteamericanas prevalecerán en la política nacional. Hoy en día en el mundo cualquier agresión, invariablemente será enfrentada con la resistencia.

Desde los fallidos intentos norteamericanos del 2002-03 de provocar un cambio de régimen en Venezuela, la estrategia de Chávez ha sido la de aislar las fuerzas armadas y a la economía del país, particularmente al sector energético de la influencia de Estados Unidos. La confrontación en si no puede ser la intención de Chávez considerando la obvia desproporción entre Venezuela y Estados Unidos. Pero Venezuela tiene que diversificar sus relaciones internacionales y buscar alternativas viables al estatus anterior a la época de Chávez, cuando el país solía ser una suerte de estado asociado consintiendo “libremente” existir como otro Puerto Rico. En esa época, la clase alta venezolana estaba americanizada al extremo de considerar la integración plena del país con Estados Unidos. Inundando el mercado petrolero mundial a precios ridículos y disfrutando de toda la clase de comodidades disponibles para los del rol oro, era el sueño de todos los liberales que fueron desalojados por la revolución venezolana convirtiéndose en los principales enemigos de Chávez. Esta es la gente que ataca a Chávez por cada paso que da para fortalecer la independencia de Venezuela. Para ellos, la nacionalización del sector energético, la profundización de las relaciones con Rusia y China, la creación del bloque del ALBA y el desarrollo de vínculos con Brasil que se ha convertido en la locomotora económica de América Latina, son medidas inaceptables que matan las posibilidades para un retorno de la oposición.



Washington estuvo visiblemente indignado debido a la reciente decisión de Chávez de depositar una parte de los haberes en divisas de Venezuela entre países del BRICS, entre ellos Rusia y a traer de regreso del exterior las reservas en oro. Chávez señaló, ya que las economías norteamericana y europeas se están hundiendo, ha llegado el momento de aprovechar los potenciales de países como Rusia, China y Brasil y caracterizó el retiro de los haberes desde Estados Unidos y Europa como una “medida saludable” para Venezuela “en vísperas de la crisis capitalista.” Sin duda alguna que la estrategia detrás de la transferencia de haberes desde bancos occidentales no se limita a lo antedicho –la confiscación de facto de las reservas libias conocidas como el “oro de Gadafi” debe haber sido tomada en cuenta en Venezuela. El gobierno venezolano tiene razones para creer que bajo ciertas circunstancias los depósitos del país en Occidente podrían ser congelados, por ejemplo, con el pretexto que compañías occidentales querrían presionar por compensaciones relacionadas con nacionalizaciones en Venezuela. La repatriación de las reservas de oro de Venezuela debería contribuir a mantener la solvencia económica de Venezuela en caso que el dólar y el euro sufran una depreciación aguda.

Chávez aconseja a otros países latinoamericanos que mantienen alrededor de 570 mil millones de dólares en bancos del norte —de este modo invierten en su desarrollo—que hagan lo mismo. El Banco de Inglaterra que desde 1980 tiene almacenadas 99 toneladas de oro de Venezuela fue el primero en recibir la solicitud de retorno. El oro en bancos de Estados Unidos, Canadá, Suiza y Francia igualmente será transferido a Venezuela. Por el momento, algo menos que el 58 por ciento de las reservas venezolanas de oro que totalizan 365 toneladas se encuentran depositadas en bóvedas extranjeras.



Los países del ALBA parecieran receptivos al llamado de Chávez por la repatriación de sus depósitos. Deberá tomarse nota que durante la visita a Caracas el pasado mes de agosto, el jefe de la diplomacia rusa, S. Lavrov, señaló que Moscú consideraría de inmediato una oferta de Venezuela para recibir sus depósitos, expresando de facto su apoyo al curso impreso por Chávez. La reacción de Beiyín fue esencialmente idéntica a la de Moscú.

Los analistas consideran como una meta riesgosa el empeño de Chávez por una arquitectura financiera latinoamericana independiente de Occidente. El plan de M. Gadafi de transferir las impresionantes reservas en divisas de propiedad libia desde bancos occidentales hacia China, estuvo entre las razones por qué se convirtió en presa de cacería. Queda claro que Occidente no olvidará cómo Chávez desnudó el mito acerca de la recuperación económica de Estados Unidos y Europa. El radical mensaje del líder venezolano en el sentido que las economías de Estados Unidos y Europa se están hundiendo, seguro que resonó en los oídos de aquellos que son buenos oyentes.

lunes, 12 de septiembre de 2011

11/S: Preguntas que esperan respuestas (I)


 Wayne Madsen (*)

Diez años después de los ataques del 11 de septiembre, el gobierno de los EE.UU. ha dejado bien claro que tiene algo que ocultar. Desde el asesor de la Casa Blanca para temas contra el terrorismo hasta los copresidentes de la Comisión Nacional de Investigación, una tras otra, estas figuras claves han tomado sus medidas para desligarse de una versión oficial que simplemente no encaja. Yo echo una mirada otra vez a esta gran operación secreta.

El jefe de las operaciones anti-terrorismo del ex-presidente Bush, asesor Richard Clarke reveló que la CIA, bajo el mandato de George Tenet, trató de reclutar algunos de los terroristas de Al Qaeda involucrados en el 11 de septiembre antes del ataque que tuvo lugar en 2001, pero después de fracasar en su intento, Tenet y su equipo de la CIA encubrieron los esfuerzos fallidos para dicho reclutamiento.


Esta revelación es otro elemento más que se añade a lo que se ha convertido en el informe de mayor descrédito del gobierno de los EE.UU. desde el tristemente célebre Informe Warren sobre el asesinato del Presidente John F. Kennedy en 1963. En realidad, el Informe Warren recibió un golpe de descrédito cuando se supo que la Primera Dama Jacqueline había revelado al historiador Arthur Schlesinger Junior en 1964 que el Vicepresidente Lyndon B. Johnson estaba detrás del asesinato de su esposo en Dallas.

La revelaciones hechas por la Señora Kennedy y por Clarke muestran que el gobierno de los Estados Unidos no es confiable para llevar a cabo investigaciones de fechorías hechas con pleno conocimiento y total apoyo de altos funcionarios de la CIA y de la Casa Blanca. Los ataques del 11 de septiembre no son más que acciones encubiertas a esos altos niveles del gobierno.



Las recientes declaraciones de Clarke sobre el conocimiento por parte de la CIA sobre las células de Al Qaeda involucradas en los hechos del 11 de septiembre antes de que estos sucedieran en 2001 en Nueva York y Washington sólo nos dejan ver la mera superficie del mundo de la inteligencia, los grupos altamente compartimentados, que planearon cuidadosamente los ataques y como los medios encubrieron el desarrollo de dichos acontecimientos.

El individuo que sobresale entre todos los funcionarios de la inteligencia y agentes de la ley que trataron de buscar activamente la red criminal que llevarían a cabo los atentados del 9/11 era el jefe anti-terrorismo del FBI John O´Neil [que falleció curiosamente el 11 de septiembre de 2001, ndlr]. Desde que ocurrió el primer atentado con bomba contra el “World Trade Center” en 1993, O´Neil emprendió una empecinada búsqueda de Osama bin Laden y de Al Qaeda. Y después de ocurrir otros ataques terroristas contra las Torres Khobar, en Dharan, Arabia Saudita; contra las embajadas de EE.UU. en Kenia y Tanzania, y contra el buque USS Cole en el puerto de Adén, el mayor problema de O´Neil ya no era Al Qaeda, sino la resistencia de altos funcionarios en el seno del gobierno estadounidense.



La mayor teoría de la conspiración de todos ellos, el reporte (informe) de la comisión oficial sobre el 9/11, que concluyó que diecinueve hombres, mayoritariamente de Arabia Saudita, secuestradores con cuchillas fueron capaces de burlar al multimillonario sistema de defensa e inteligencia de los EE.UU. en tan sólo unas horas, en una mañana de de martes del 2001, ha sido desacreditada en parte por los dos copresidentes de la Comisión 9/11: el ex-gobernador de Nueva Jersey, Thomas Kean, y el ex –representante demócrata por Indiana, Lee Hamilton. Ambos dijeron que funcionarios del gobierno mintieron a su comisión y que se ocultó información importante que no fue entregada a los investigadores…

La ira de Kean y de Hamilton sería mejor empleada contra Philip Zelikow, ayudante de la consejera para la Seguridad Nacional de Bush, Condoleezza Rice, que aseguró bajo juramento que nadie podría esperar el uso de aviones de pasajeros como armas. Zelikow fue designado director ejecutivo de la Comisión 9/11 y tenía la misión de evitar cualquier investigación sobre el papel de la CIA, de los sauditas, y de los intereses de Wall Street en la creación de los ingredientes que permitieron que los ataques del 11 de septiembre ocurrieran sin complicación o obstáculo alguno. Es conocida la conducta que ha mantenido Zelikow de desacreditar cualquier teoría que no se ajuste a la doctrina del gobierno, incluyendo ataques a cualquiera que se no crea en los mitos de la Comisión Warren sobre el asesinato del Presidente Kennedy.



Desgraciadamente, los ataques del 9/11 contra el “World Trade Center” no constituyeron la primera vez que el gobierno de EE.UU. se involucró en un gran encubrimiento de un ataque contra dichos edificios. Según fuentes de inteligencia norteamericanas, el FBI y el Departamento de Justicia ocultaron volúmenes de traducciones de mensajes telefónicos en idioma árabe interceptados antes de que ocurriera el atentado con bomba en 1993 contra el “Trade Center”, en el interior de los EE.UU. y desde Sudan, donde se encontraban militantes islámicos que una vez trabajaron para la inteligencia norteamericana durante la guerra de los mujadhines contra la Unión Soviética, en Afganistán.

Los importantes servicios de inteligencia, que demostraron la existencia de una relación entre la CIA y las fuerzas Mujadhines “afgano-árabes”, incluidos los que eran fieles a Osama bin Laden, nunca aparecieron en el juicio de la célula de Brooklyn y Jersey, en la que estaban el clérigo egipcio ciego Shaikh Omar Abdul Rahman, Ramzi Yousef y Eyad Ismail. La célula de Nueva York y Nueva Jersey también incluía a Ali Mohammed, un graduado de la Escuela de las Fuerzas Especiales del Ejército, en Fort Bragg, Carolina del Norte. Este hombre, cuando estaba en servicio activo como miembro de las Fuerzas Especiales, viajó en secreto a Afganistán a entrenar a las fuerzas de Bin Laden y brindarles información de inteligencia sobre los “objetivos blandos” norteamericanos para llevar a cabo ataques terroristas; en la célula también aparecía Wadih el Hage, secretario personal de Bin Laden, residente en los EE.UU.



Es irónico que, los dos hombres responsables de la no presentación de la información de inteligencia sobre el ataque de 1993 contra el “World Trade Center” ante el jurado y el Gran Jurado—los principales fiscales federales en Nueva York y Nueva Jersey en el caso del atentado con bomba—fueran Patrick J. Fitzgerald y Michael Chertoff, respectivamente. Fitzgerald llegó a ser el Fiscal del Distrito Norte de Illinois y comenzó sus actividades con la acusación y castigo de dos gobernadores de Illinois por corrupción: el Republicano George Ryan y el Demócrata Rod Blagojevich. Ambos casos fueron shows de trasfondo político.

Ahora se añade a las atrocidades cometidas por el gobierno de EE.UU. el hecho de que, según una fuente del FBI, el jefe investigador de esta instancia contra Al Qaeda en los años 90, el desaparecido John O´Neil, estaba furioso porque una gran parte de las informaciones de inteligencia sobre las llamadas telefónicas nunca fue presentada como evidencia y quedó sin traducir y clasificada. Existen otros vínculos de la CIA con Bin Laden y Al Qaeda que son muy numerosos para describirlos.


Sin embargo, hay uno que sobresale porque involucra a una figura clave en el Pentágono que dirigió Donald Rumsfeld cuando ocurrieron los ataques del 11 de septiembre. Una fuente de la CIA relacionada con el Fondo para la Defensa de Bosnia, recogía donaciones de los países árabes y musulmanes para la guerra de Bosnia contra Serbia y Croacia, y reveló que la Red contra Delitos Financieros del Departamento del Tesoro (FINCEN) tenía preocupaciones que las transferencias de dinero hechas por le Banco Riggs a la cuenta del Fondo para la Defensa de Bosnia en el Banco Central de Sarajevo estuvieran beneficiando a elementos terroristas que se creía que estaban relacionados con Osama bin Laden y Al Qaeda. Riggs era el banco principal que brindaba servicios al embajador saudita en EE.UU., el príncipe Bandar y su esposa la princesa Haifa y era también el banco que tenía vínculos con la familia de George H.W. y George W. Bush.

Cuando la fuente CIA se quejó de que los Fondos de Defensa para Bosnia estaban pasando a las manos de terroristas islámicos, incluyendo personas relacionadas con bin Laden, recibió la respuesta de uno de los principales funcionarios del Fondo: “Sólo tienes que hacer que suceda!



El vínculo de Bosnia con Al Qaeda era importante. En realidad, bin Laden no sólo había visitado Bosnia—según informes—sino que portaba al menos un pasaporte diplomático de Bosnia y había interactuado con diplomáticos bosnios en Viena, Austria.


 Pero no se puede ignorar la relación entre Mossad y el 9/11. Dos documentos internos del gobierno estadounidense revelaron que entre los 120 “estudiantes de arte” israelíes que trataron de penetrar la seguridad de decenas de edificios de oficinas federales y que visitaron las residencias de muchos funcionarios del sistema de justicia en el 2000 y 2001 utilizaban direcciones residenciales y postales en el Sur de la Florida y en Texas, cerca de otras utilizadas por los secuestradores de los aviones del 9/11.



La información trascendió en un informe de la Oficina Antidroga (DEA) redactado en junio de 2001 sobre las actividades de los estudiantes de arte y de una lista del FBI con los nombres de los secuestradores y otros sospechosos, incluyendo un conocido agente del Mossad, Dominick Suter, que dirigía una compañía israelí en Weehawken, Nueva Jersey. La lista del FBI se dio a conocer accidentalmente a principios del mes de octubre de 2001 en un sitio web del gobierno Finlandés.

"Nuestro objetivo era documentar el evento"

Cinco israelíes que trabajaban para la compañía “Urban Moving Systems” de Suter fueron arrestados por la policía y el FBI en la tarde del 11 de septiembre mientras conducían una camioneta sospechosa cerca del Giant Stadium, en Secaucus, Nueva Jersey. Los cinco israelíes eran los únicos sospechosos arrestados el día 11 de septiembre de 2001 por supuesto vínculo con los ataques de ese día. Los cinco fueron deportados a Israel sin jamás ser formalmente acusados de nada. El memo de la DEA decía específicamente que los israelíes que intentaron penetrar oficinas federales y residencias de empleados del sistema legal pudieron haber tenido vínculos con un “grupo fundamentalista islámico.”


Incluso diez años más tarde, el gobierno de los EE.UU. y los gobiernos de Nueva York y de la ciudad de Nueva York no tienen en cuenta a los veteranos que participaron en los acontecimientos relacionados con los ataques de 9/11 quienes, a diferencia de O´Neill, tuvieron la suerte de sobrevivir el catastrófico ataque. Sobrevivientes del desplome del “World Trade Center” y los hombres del Departamento de Policía de Nueva York, que dieron la primera respuesta a los acontecimientos y de la Policía Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey, del Departamento de Bomberos de Nueva York y otros, no fueron invitados a las ceremonias por el décimo aniversario a “Ground Zero” el 11 de septiembre de 2011.


Durante una década, los ataques del 9/11, junto a los que tuvieron lugar en Londres, Madrid, Bali y otros lugares han sido utilizados por los medios corporativos para apoyar las campañas del gobierno contra las libertades civiles, los derechos humanos, la protección de la privacidad, las guerras de liberación por grupos étnicos y partidos políticos, y la libertad de información. Estadounidenses de todas las edades y orígenes sociales ahora son sometidos a molestos registros corporales en los aeropuertos que hubieran sido considerados como atroces abusos por parte de las autoridades unos quince años atrás.

Al reconsiderar los acontecimientos del 11 de septiembre, nos dicen que Bin Laden fue aniquilado en un asalto de Operaciones Especiales en Abbotabad, Paquistan. Hubo muy poca evidencia forense para probar que fue Bin Laden el muerto. En cualquier caso, la mayoría de los miembros del Equipo 6, de los SEAL de la Marina de EE.UU. que llevó a cabo el ataque contra Bin Laden murieron recientemente en un ataque contra su helicóptero en Afganistán.

Al igual que en el asesinato del Presidente Kennedy y del escándalo Irán-Contras veinte años más tarde, el 11 de septiembre quedará relegado a los libros de historia como un acontecimiento envuelto en el misterio y escaso de evidencias reales, mucha de la cual fue destruida o quedó clasificada, que impide descubrir sus verdaderos autores.

Wayne Madsen, es experto en inteligencia del gobierno de EEUU en la National Security Agency (NSA).

Traducción de la Red Voltaire
LC & SC Asociados.






viernes, 9 de septiembre de 2011

Cómo los hombres de Al Qaeda llegaron al poder el Libia


Thierry Meyssan

En los años 1980, la CIA incita a Awatha al-Zuwawi a crear, en Libia, una oficina destinada al reclutamiento de mercenarios para su posterior envío a Afganistán, donde participarán en la yihad contra los soviéticos. A partir de 1986, los reclutas libios comienzan a entrenarse en el campamento de Salman al-Farisi, en Pakistán, bajo el mando del millonario anticomunista Osama ben Laden.

Más tarde, cuando Ben Laden se va a Sudán, los yihadistas libios lo siguen. Ya en Sudán, estos elementos se reagrupan dentro de su propio sistema. A partir de 1994, Osama ben Laden envía yihadistas libios de regreso a su país con la misión de asesinar a Muammar el Kadhafi y de derrocar la Yamahiria Popular y Socialista.



El 18 de octubre de 1995, el grupo [enviado a Libia] se estructura bajo el nombre de Grupo Islámico Combatiente en Libia (GICL). Durante los 3 años posteriores, el GICL realiza 4 intentos de asesinato contra Muammar el Kadhafi y trata de crear un movimiento armado en las montañas del sur de Libia. En respuesta, el ejército libio –bajo las órdenes del general Abdel Fattah Yunes– lleva a cabo una campaña de erradicación de dicho movimiento y la justicia libia emite una orden de arresto contra Osama ben Laden, orden que INTERPOL difunde a partir de 1988.

Según el agente del contraespionaje británico David Shayler, el desarrollo del GICL y el primer intento de asesinato contra Muammar el Kadhafi organizado por Al-Qaeda son financiados con una suma de 100 000 libras por el MI6 británico [1].


 Libia es en ese momento el único Estado del mundo que busca a Osama ben Laden, quien aún dispone oficialmente de respaldo político en Estados Unidos a pesar de haber expresado su oposición a la operación «Tormenta del Desierto».

Como resultado de las presiones de Trípoli, Hasan el-Turabi expulsa de Sudán a los yihadistas libios. Estos trasladan sus infraestructuras a Afganistán, donde instalan el campamento de Shaheed Shaykh Abu Yahya, precisamente al norte de Kabul. Ese campamento se mantiene en funcionamiento hasta el verano de 2001, momento en que fracasan las negociaciones que Estados Unidos mantiene con los talibanes en Berlín para la construcción de un oleoducto a través de Afganistán. El mollah Omar, quien ya se prepara para la invasión anglosajona, exige entonces el control directo de aquel campamento.



El 6 de octubre de 2001, el GICL es incluido en la lista del Comité de Aplicación de la resolución 1267 del Consejo de Seguridad de la ONU, lista en la que aún figura actualmente. El 8 de diciembre de 2004, el GICL es incluido en la lista de organizaciones terroristas del Departamento de Estado de Estados Unidos, en la que aún figura en este momento. El 10 de octubre de 2005, el ministerio británico del Interior prohíbe el GICL en el territorio británico, medida que aún se mantiene en vigor. El 7 de febrero de 2006, el Comité de la ONU impone sanciones a 5 miembros del GICL y a 4 empresas vinculadas a ese grupo que, sin embargo, siguen operando impunemente en el Reino Unido bajo la protección del MI6.

La tendencia yihadista se organiza precisamente durante la «guerra contra el terrorismo». La expresión «Al-Qaeda», utilizada para designar una gran base de datos que servía a Osama ben Laden para escoger a los mercenarios que necesitaba para determinadas misiones, se convierte poco a poco en el nombre de un grupúsculo cuyo tamaño disminuye a medida que va estructurándose.


 El 6 de marzo de 2004, el nuevo jefe del GICL, Abdelhakim Belhaj, quien había luchado junto a Osama ben Laden en Afganistán [2] y en Irak, es arrestado en Malasia y trasladado a una prisión secreta de la CIA en Tailandia, donde se le aplica el llamado suero de la verdad y es torturado. Como resultado de un acuerdo entre Estados Unidos y Libia, Belhaj es repatriado a Libia, donde es nuevamente sometido a la tortura, pero por parte de agentes británicos, en la cárcel de Abu Salim.

El 26 de junio de 2005, los servicios secretos occidentales organizan en Londres un encuentro de opositores libios. Allí conforman la «Conferencia Nacional de la Oposición Libia» mediante la unión de 3 facciones islámicas: los Hermanos Musulmanes, la Hermandad de los Senussi y el GICL. El manifiesto adoptado establece 3 objetivos:

- derrocar a Muammar el Kadhafi;
- ejercer el poder durante un año (bajo el nombre de «Consejo Nacional de Transición»);
- reinstaurar la monarquía constitucional de 1951 y proclamar el Islam como religión del Estado.



En julio de 2005, Abu al-Laith al-Liby se fuga –de manera absolutamente increíble– de la prisión de alta seguridad de Bagram, en Afganistán, y se convierte en uno de los jefes de Al-Qaeda. Llama entonces a los yihadistas del GICL que aún no lo han hecho a unirse a Al-Qaeda en Irak. Los libios se hacen mayoritarios entre los kamikazes de Al-Qaeda en Irak [3]. En febrero de 2007, Al-Liby dirigió un espectacular ataque contra la base de Bagram en momentos en que el vicepresidente estadounidense Dick Cheney se disponía a visitarla. En noviembre de 2007, Ayman al-Zawahiri y Abu al-Laith al-Liby anuncian la fusión del GICL con Al-Qaeda.

Abu al-Laith al-Liby se convierte en segundo de Ayman al-Zawahiri y, por consiguiente, en el segundo al mando de Al-Qaeda ya que nada se sabe en ese momento de Osama ben Laden. Un avión sin piloto de la CIA mata a Al-Liby a fines de enero de 2008.



Durante el periodo 2008-2010, Saif al-Islam Kadhafi negocia una tregua entra la Yamahiria y el GICL. Esta organización publica un largo documento, Estudios correctivos, en el que admite haber cometido un error al llamar a la yihad contra los creyentes de su propia religión en un país musulmán. En tres oleadas sucesivas, la Yamahiria concede una amnistía a todos los miembros de Al-Qaeda y estos son liberados con una sola condición: que renuncien por escrito a la violencia. De un total de 1 800 yihadistas, sólo un poco más de un centenar rechazan el arreglo y prefieren permanecer en la cárcel. Ya liberado, Abdelhakim Belhaj abandona Libia y se instala en Qatar.

A principios de 2011, el príncipe saudita Bandar ben Sultan emprende una serie de viajes con vistas a reactivar Al-Qaeda ampliando su reclutamiento, hasta entonces exclusivamente árabe, a los musulmanes del Asia central y del sudeste asiático. Varias oficinas de reclutamiento se abren entonces en Malasia [4]. Los mejores resultados se obtienen en Mazar-i-Sharif, donde más de 1 500 afganos se enrolan para emprender la yihad en Libia, en Siria y en Yemen [5]. En sólo unas semanas, Al-Qaeda, que ya por entonces no era más que un grupúsculo agonizante, logra alinear más de 10 000 hombres. El reclutamiento resulta excepcionalmente fácil en la medida en que los yihadistas son los mercenarios más baratos de todo el mercado.



El 17 de febrero de 2011, la «Conferencia Nacional de la Oposición Libia» organiza en Benghazi el «día de la cólera», que marca el comienzo de la guerra.

El 23 de febrero, el imam Abdelkarim Al-Hasadi proclama la creación de un emirato islámico en Derna, la ciudad más integrista de Libia, de la que provienen la mayoría de los yihadistas convertidos en kamikazes de Al-Qaeda en Irak. Al-Hasadi es un viejo miembro del GICL y fue torturado por los estadounidenses en Guantánamo [6]. El emir Al-Hasadi implanta el uso obligatorio de la burqa [El velo islámico para las mujeres Nota del Traductor.] y restablece los castigos corporales. El emir organiza además su propio ejército, cuyos primeros miembros serán varias decenas de yihadistas, y rápidamente reúne más de un millar de estos.



El general estadounidense Carter Ham, comandante del AfriCom, a cargo de la coordinación de la operación aliada en Libia, expresa su inquietud señalando que entre los rebeldes a los que se le ordena proteger hay yihadistas de Al-Qaeda que han matado soldados estadounidenses en Afganistán e Irak. La misión pasa entonces a manos de la OTAN.

En la región libia de Cirenaica, ya «liberada», los hombres de Al-Qaeda siembran el terror, cometiendo masacres y practicando la tortura. ¿Su especialidad? Degollar a los partidarios de Kadhafi y arrancarles un ojo, además de amputarles los senos a las mujeres que consideran impúdicas. El abogado de la Yamahiria, Marcel Ceccaldi, acusa a la OTAN de «complicidad con crímenes de guerra».



El 1º de mayo de 2011, Barack Obama anuncia que Osama ben Laden –de quien no se tenían noticias creíbles desde hacía más de 10 años– ha sido eliminado en Abbottabad, Pakistán, por el comando 6 de los Navy Seals. Este anuncio permite cerrar el expediente de Al-Qaeda y dar una nueva imagen a los yihadistas para convertirlos nuevamente en aliados de Estados Unidos, como en los viejos tiempos de las guerras de Afganistán, Bosnia Herzegovina, Chechenia y Kosovo [7]. Todos los miembros del comando 6 de los Navy Seals mueren el 6 de agosto al estrellarse su helicóptero.

Abdelhakim Belhaj regresa a su país [Libia] en un avión militar de Qatar al comienzo de la intervención de la OTAN. Asume el mando de los hombres de Al-Qaeda en las montañas del Djebel Nefussa. Según el hijo del general Abdel Fattah Yunes, es el propio Belhaj quien ordena, el 28 de julio de 2011, el asesinato de su viejo enemigo, ahora convertido en jefe militar del Consejo Nacional de Transición. A la caída de Trípoli, Abdelhakim Belhaj abre las puertas de la cárcel de Abu Salim y libera a los últimos yihadistas de Al-Qaeda que se encontraban allí. Belhaj es nombrado gobernador militar de Trípoli y exige que la CIA y el MI6 le presenten excusas por la forma en que lo trataron en el pasado [8]. El Consejo Nacional de Transición lo pone a cargo de la creación del ejército de la nueva Libia.
[1] «David Shayler: “David Shayler: «Abandoné los servicios secretos británicos cuando el MI6 decidió financiar a los socios de Osama bin Laden»“» (En español, «David Shayler: “Me fui de los servicios secretos británicos cuando el MI6 decidió financiar a socios de Osama ben Laden»), Réseau Voltaire, 18 de noviembre de 2005.
[2] «Libya’s Powerful Islamist Leader», por Babak Dehghanpisheh, The Daily Beast, 2 de septiembre de 2011.
[3] «Ennemis de l’OTAN en Irak et en Afghanistan, alliés en Libye», (En español, “Enemigos de la OTAN en Irak y en Afganistán, aliados en Libia”) por Webster G. Tarpley, Réseau Voltaire, 21 de mayo de 2011.
[4] «La Contre-révolution au Proche-Orient», por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 11 de mayo de 2011.
[5] «CIA recruits 1,500 from Mazar-e-Sharif to fight in Libya», por Azhar Masood, The Nation (Pakistán), 31 de agosto de 2011.
[6] «Noi ribelli, islamici e tolleranti», reportaje de Roberto Bongiorni, Il Sole 24 Ore, 22 de marzo de 2011.
[7] «Réflexions sur l’annonce officielle de la mort d’Oussama Ben Laden», por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 4 de mayo de 2011.
[8] «Libyan commander demands apology over MI6 and CIA plot», por Martin Chulov, Nick Hopkins y Richard Norton-Taylor, The Guardian, 4 de septiembre de 2011.

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