viernes, 7 de noviembre de 2014

El capitalismo sistema económico que vende ilusiones



 Freddy Martínez
Siempre se ha insistido que la formación política revolucionaria es un elemento fundamental para avanzar en la construcción del socialismo, entendido como una escala de superación de la sociedad de clases.
El capitalismo no necesita ciudanos conscientes de su rol como sujetos plenamente políticos en función del desarrollo colectivo; al contrario, como sistema de explotación necesita individuos pasivos y acríticos, sin el cual no sería posible la inalterable y persistente manipulación de mensajes que segundo a segundo se difunden por los medios masivos de comunicación.
El capitalismo es un sistema económico que vende ilusiones. Crea al hombre-masa para ponerlo a participar en una común necesidad de consumo y paralelamente crea a un ser individualista formado exclusivamente para competir con el otro, en el terreno de quien gaste más dinero o de quien tenga la mejor marca de cualquier producto.

En esa ética crece, se desarrolla y multiplica su génesis. El sistema cultural del capital despersonaliza a los individuos. Los pone a soñar en mundos exclusivos, aun cuando esa fantasía sea un producto en serie con marca registrada en algún centro mundial de sueños.

Ideológicamente un sujeto formado en la ética de los valores del capital dificilmente podrá entender que una estafa inmobiliaria, por ejemplo, es un problema colectivo que debe ser penalizado con las leyes de la República; pensará que se trata de un problema perteneciente al destino personal en el cual debe llorar su fracaso en la más absoluta soledad, pues nunca será un problema de interés público.

Romper el dominio cultural del capitalismo

El individualismo es un logro ideológico de la sociedad del capital; logro que, como un virus, nos ataca contaminándonos de indiferencia y nos pone a crer que estamos más cerca de los triunfos de Ariana Grande que de las ocasionales vicisitudes de cualquier cercano vecino.

Gramsci nos dice que “para garantizar el dominio en el plano de la economía, el capitalismo acude a la lucha cultural donde instala una lucha de pensamiento, un monopolio de la circulación de ideas y de productos culturales casi absoluta; pero para romper ese dominio cultural la revolución debe ir a la lucha política, a la construcción de la resistencia y de la alternativa”.

La formación socialista es la alternativa planteada como resistencia al patrón único de pensamiento del sistema capitalista, ése que ha logrado que hoy en día un muchacho de Bangladés, Bogotá o Moscú usen una misma marca de pantalón y crean seriamente que no hay en el mundo una mejor cantante que Shakira.
Sobre el tema de la formación el conocido profesor Vladimir Acosta aporta un interesante argumento señalando que “con los mismos patrones ideológicos del capitalismo, el consumismo, individualismo y el egoismo no se puede construir una sociedad distinta. Si no quebrantas los valores sobre los cuales está cimentada esta sociedad que todavía impera aquí y en el mundo entero, difícilmente podrás constuir una sociedad socialista, por más que lo proclames”, (“Si no cambias o abres la mente de la gente la revolución está perdida”. Entrevista Vladimir Acosta en Correo del Orinoco 14-3-2011).
El presidente Chávez fue un persistente motivador en el tema de la formación ideológica y política. Permanentemente apelaba al concepto aristotélico de participar activamente en el hecho político como un principio de la democracia participativa.
La formación socialista rescata la ética de la solidaridad como principio. En la ética socialista nos sentamos todos en la mesa o nos nos sentamos. La formación socialista nos dice que el trabajo es una fuente para la transformación de las cosas en función del bienestar colectivo y no una fuente para la explotación y apropiación del trabajo ajeno.
Pero educar socialistas no es fácil porque ese hecho implica atender valores y principios en reconocimiento del sujeto sobre el capital y eso tiene connotaciones de impacto político internacional; por ello la discusión sobre los modelos de desarrollo económico se están originando desde Venezuela como una alternativa al agotado modelo económico capitalista hoy en crisis global.

martes, 28 de octubre de 2014

El profesor Javier, el Teniente Don Friolera y los ZurdoKonductos




Freddy Martínez



Confieso que nunca había leído al profesor Javier. Confieso que me dio curiosidad conocer el estilo periodístico de este nuevo divo de aporrea luego de escuchar su nombre en el programa Zurda Konducta hace unas noches. Admito haberme agregado a su cuenta de lectores, en una tarde del mes de octubre del año en curso -como dice la jerga abogada- después de descifrar un artículo de comedia titulado: Zurda Konducta: Los malandros del lenguaje”.

 Aclaro que si nunca había leído algún escrito del profesor Javier, era porque su imagen me parecía familiar al viso caricaturizado del teniente Don Friolera, ese personaje medio quijotesco, medio bufonesco, creado por Ramón del Valle-Inclán (España 1866-1936) para parodiar a la literatura “seria”, en temas de traiciones, infidelidades y deshonras ante la ley matrimonial y que relacionamos en obras como Madame Bovary, Ana Karenina o El amante de Lady Chatterley.



Hoy este cantinflérico personaje, abiertamente anticomunista y expresamente contrario al liderazgo de Nicolás Maduro como presidente de la República, ataca al equipo conductor y productor de Zurda Konducta porque en el nombre de ese programa televisivo hay una palabra que lleva la letra k.

Pero es una excusa nueva del teniente Don Friolera, quien busca un pasaje para el campo militar de Melilla a fin de ser reconocido por el Rey, la Reina y la Infanta Doña Isabel, en ese afán de castigar duramente a los moros y así limpiar su honorabilidad entre la familia de carabineros del que es oriundo.

Mañana veremos al encarnado teniente atacando a PDVSA por el tema del barco argelino, pasado mañana acusará a los chinos como invasores de las tascas que una vez pertenecieron a los gallegos de La Candelaria, la semana que viene será el turno del Canciller Ramírez a quien denunciará como nuevo aliado del imperialismo ruso y en los días sucesivos delatará a Freddy Bernal como el único heredero en la jefatura del Colectivo 5 de marzo.

Este es el perfil “disidente” del profesor Javier, un contrarrevolucionario que usa la plataforma comunicacional de aporrea para intentar desmoralizar a los chavistas y para generar confusión en quienes creen que, en este caso, VTV promueve realmente degradaciones a la lengua castellana, de acuerdo a las desaliñadas argumentaciones de este devenido que, incluso, se ha atrevido a vaticinar el derrocamiento del presidente Maduro.
¿Papá por qué en VTV escriben con “k” la palabra conducta?

Desde el texto “Zurda Konducta: Los malandros del lenguaje”, el profesor Javier hace una pregunta en clave cantinflérica: “¿Qué puedo explicarle a mi hijo cursante de educación primaria, cuándo (sic) me pregunta: ¿papá por qué en VTV escriben con “k” la palabra conducta?”.

Las respuestas:

1.-) Profesor, la pregunta está alevosamente mal planteada. La palabra “konducta” que usted quiere “corregir” no está sola; como se sabe, se trata de una composición integrada con la palabra “zurda”. Ambas forman un nombre, un sustantivo abstracto.

2.-) Por lo tanto, Zurda Konducta” es una marca jurídica, un nombre propio y no tiene por qué llevar ortografía. Este nombre compuesto se puede escribir como le dé la gana al dueño del registro. Punto. 

 

3.-) Profesor Javier, si usted no tiene nociones de fonética y fonología (que no es una obligación) no puede entender los traslados que se hacen de una representación gráfica (letra) a un fonema (símbolo que representa a un sonido del habla). Ahora, en el caso que escuálidamente plantea, es evidente la mudanza de la grafía “c” sustituida por el fonema [k]. Agrego: Fonéticamente la palabra “conducta” se transcribe así: [koN 'duK ta]

4.-) En conclusión, en fonética la letra “c”, está representada por el fonema [k] que en el Alfabeto Fonético Internacional, es un sonido oclusivo velar sordo, perteneciente al sistema consonántico del español que existe desde el latín y está referenciado en las grafías “ca” “co” “cu” “que” y “qui”.

5.-) Semánticamente el sustantivo “Zurda Konducta”, denota una manera de ser, una actitud transgresora de ciertas normas sociales, sean éstas culturales, políticas o religiosas. En el sur del sur del continente americano ser zurdo es una figura que equivale a pertenecer políticamente a la izquierda.

Intervención final del teniente Friolera luego de su campaña en Melilla

Oka, oka, entiendo lo que quiere decir señor Martínez, pero luego de toda esa explicación algo enredada para mi teatro del enredo gracias al profesor Valle, me surge una nueva pregunta, pues no crea que soy bruto, yo tengo mis estudios de universidad; ajá, pero y si esa “regla” de la “K” funciona para alguna(s) palabra(s), y ya que se puede escribir “Konducta” X “Conducta”, “Kapriles” X “Capriles”, “Marikori” X “Maricori” a quien respeto mucho por dama y por inteligente, ¿podría escribir “Surda” X “Zurda” o “Wevon” X “Wevon”?

Freddy Martínez

fremarlu67@gmail.com

jueves, 7 de agosto de 2014

Israel-Palestina ¿Quién es el enemigo?




Thierry Meyssan 

La guerra que desde hace 66 años ha venido librándose ininterrumpidamente en Palestina atraviesa una nueva etapa con las operaciones israelíes «Guardianes de nuestros hermanos» y «Roca indestructible», extrañamente traducidas en la prensa occidental como «Margen Protector».


Es evidente que Tel Aviv –que optó por explotar la desaparición de 3 jóvenes israelíes para desencadenar estas operaciones militares y «arrancar de raíz el Hamas» esperando poder explotar el gas de Gaza, conforme al plan ya enunciado en 2007 por el actual ministro de Defensa de Israel [1]– se ha visto superado por la reacción de la Resistencia palestina. La Yihad Islámica respondió disparando cohetes de alcance medio, muy difíciles de interceptar, que se agregaron a los que dispara el Hamas.


La violencia de los acontecimientos, que ya han costado la vida a más de 1 500 palestinos y a 62 israelíes (con la salvedad de que las cifras israelíes están sometidas a una férrea censura militar y probablemente son minimizadas), ha provocado una ola de protestas en el mundo entero. Además de sus 15 miembros, el Consejo de Seguridad de la ONU –reunido el 22 de julio– escuchó las intervenciones de otros 40 Estados que decidieron expresar su indignación ante el comportamiento de Tel Aviv y su «cultura de la impunidad». Al extremo que, en vez de las 2 horas habituales, la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la «crisis de Gaza» duró 9 horas [2].


Simbólicamente, Bolivia declaró Israel «Estado terrorista» y abrogó el acuerdo de libre circulación firmado con ese país. Pero las declaraciones de protesta generalmente no vienen acompañadas de ayuda militar para los agredidos, con excepción de la de Irán y, simbólicamente, la de Siria. Estos dos países respaldan a la población palestina a través de la Yihad Islámica –la rama militar del Hamas– sin apoyar su rama política, que es miembro de la Hermandad Musulmana, y también aportan su respaldo al FPLP-CG [Frente Popular por la Liberación de Palestina-Comando General].


Al contrario de lo sucedido durante las operaciones anteriores («Plomo fundido» en 2008 y «Columna de nubes», traducida está última en Occidente como «Pilar defensivo»), los dos Estados que protegen a Israel en el Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos y el Reino Unido) facilitaron esta vez la elaboración de una declaración del presidente del Consejo de Seguridad donde se subrayan las obligaciones humanitarias de Israel [3]. Más allá de la cuestión fundamental de un conflicto que sigue sin resolver desde 1948, lo que estamos viendo es un consenso para expresar una condena mínima del uso desproporcionado de la fuerza por parte de Israel.


Sin embargo, tras este aparente consenso se esconden análisis muy diferentes: algunos autores interpretan el conflicto como una guerra de religión entre judíos y musulmanes mientras que otros lo ven como una guerra política según un esquema colonial clásico. ¿Cuál es la realidad?

¿Qué es el sionismo?

A mediados del siglo XVII, los calvinistas británicos se reagruparon alrededor de Oliver Cromwell y cuestionaron la fe y la jerarquía del régimen imperante en Gran Bretaña. Después de derrocar la monarquía anglicana, el «Lord protector» pretendió permitir al pueblo inglés alcanzar el estado de pureza moral necesario para atravesar una tribulación de 7 años, acoger el regreso de Cristo y vivir apaciblemente con él durante 1000 años (el «Millenium». Para ello, según su interpretación de la Biblia, había que dispersar a los judíos por todo el mundo, reagruparlos después en Palestina y reconstruir allí el templo de Salomón. Bajo esa perspectiva, Oliver Cromwell instauró un régimen puritano, anuló en 1656 la medida que prohibía a los judíos instalarse en Inglaterra y anunció que su país se comprometía a crear en Palestina el Estado de Israel [4].


Al ser derrocada la secta de Cromwell, al final de la «Primera Guerra Civil Inglesa», y resultar muertos o exilados sus partidarios, se restableció la monarquía anglicana y esta abandonó el sionismo –o sea, el proyecto de creación de un Estado para los judíos. Pero resurgió en el siglo XVIII, con la «Segunda Guerra Civil Inglesa» –así se denomina en los manuales de Historia de la enseñanza secundaria del Reino Unido– que el resto del mundo conoce como la «Guerra de Independencia de los Estados Unidos» (1775-83). Contrariamente a lo que todo el mundo cree, esa guerra no se basó en los ideales de la Ilustración, que más tarde animaron la Revolución Francesa, sino que fue financiada por el rey de Francia y se libró por motivos religiosos y al grito de «¡Nuestro Rey es Jesús!».
George Washington, Thomas Jefferson y Benjamin Franklin, por sólo mencionarlos a ellos, se presentaron como los sucesores de los partidarios exilados de Oliver Cromwell. Lógicamente, Estados Unidos retomó el proyecto sionista.


En 1868, la reina Victoria designó como primer ministro de Inglaterra al judío Benjamin Disraeli, quien propuso conceder algo de democracia a los descendientes de los partidarios de Cromwell para poder apoyarse sobre todo el pueblo y extender por el mundo el poder de la Corona. Sobre todo propuso una alianza con la diáspora judía como medio de aplicar una política imperialista cuya vanguardia sería precisamente esa diáspora. En 1878, el propio Disraeli incluyó «la restauración de Israel» en el orden del día del Congreso de Berlín sobre la nueva repartición del mundo.



Fue sobre esa base sionista que el Reino Unido restableció relaciones con sus ex colonias de América, ya convertidas en Estados Unidos, al término de la «Tercera Guerra Civil Inglesa», denominada en Estados Unidos como «American Civil War» y en Europa continental como la «Guerra de Secesión» (1861-1865), en la que salieron vencedores los WASP (White Anglo-Saxon Puritans) sucesores de los partidarios de Cromwell [5]. También en este caso es de manera totalmente errónea que se presenta esa guerra como una lucha contra la esclavitud sin tener en cuenta que 5 Estados del norte todavía seguían practicando esa forma de explotación.


O sea, casi hasta el final del siglo XIX, el sionismo es un proyecto exclusivamente puritano y anglosajón al que se suma sólo una élite judía. Pero es firmemente condenado por los rabinos, quienes interpretan la Torah como una alegoría y no como un plan político.
Entre las consecuencias actuales de esos hechos históricos está el que haya que reconocer que el sionismo, además de plantear como objetivo la creación de un Estado para los judíos, también sirvió de base a la fundación de Estados Unidos. A partir de esa conclusión, la cuestión de saber si las decisiones políticas de ese conjunto se toman en Washington o en Tel Aviv deja de tener relevancia. La misma ideología controla el poder en ambos países. Por otro lado, al ser el sionismo el elemento que permitió la reconciliación entre Londres y Washington cuestionarlo es atacar la base misma de esa alianza, la más poderosa del mundo.

La adhesión del pueblo judío al sionismo anglosajón

En la historia oficial actual generalmente se pasa por alto el periodo del siglo XVII al siglo XIX y se presenta a Theodor Herzl como el fundador del sionismo. Sin embargo, según las publicaciones internas de la Organización Sionista Mundial, eso también es falso.


El verdadero fundador del sionismo contemporáneo no es un judío sino un cristiano dispensionalista. El reverendo William E. Blackstone era un predicador estadounidense que consideraba que los verdaderos cristianos no tendrían que sufrir las duras pruebas del fin de los tiempos. Predicaba que los verdaderos cristianos serían sustraídos a la batalla final y enviados al cielo (el llamado «arrebatamiento de la Iglesia», en inglés «the rapture»). Para el reverendo Blackstone, los judíos librarían esa batalla, de la que saldrían además convertidos a la fe del Cristo victorioso.


Es la teología del reverendo Blackstone lo que sirvió de base al inquebrantable apoyo de Washington a la creación de Israel. Y eso sucedió muchos antes de la creación del AIPAC y de que ese grupo de presión proisraelí tomara el control del Congreso de Estados Unidos. En realidad, el poder de ese grupo de presión no reside tanto en su dinero y su capacidad para financiar campañas electorales como en esa ideología, que aún sigue vigente en Estados Unidos [6].


Por muy estúpida que pueda parecer, la teología del «arrebatamiento» es hoy en día muy poderosa en Estados Unidos. Incluso se ha convertido en un fenómeno de librería y ha llegado a las pantallas cinematográficas (Ver el film Left Behind, con Nicolas Cage, cuyo estreno está programado para el mes de octubre).


Theodor Herzl era un admirador del comerciante de diamantes Cecil Rhodes, el teórico del imperialismo británico y fundador de Sudáfrica, de Rhodesia (a la que incluso dio su nombre) y de Zambia (ex Rhodesia del Norte). Herzl no era israelita (quiere decir de fe judía) y ni siquiera le había hecho la circuncisión a su hijo. Ateo, como muchos burgueses europeos de su época, Herzl recomendó al principio la asimilación de los judíos, estimando incluso que debían convertirse al cristianismo. Sin embargo, retomando la teoría de Disraeli, Herzl concluyó que la mejor solución era hacerlos participar en el colonialismo británico creando un Estado judío, en la actual Uganda o en Argentina, así que siguió el ejemplo de Cecil Rhodes con la compra de tierras y con la creación de la Agencia Judía.


Blackstone logró convencer a Herzl de que debía vincular las preocupaciones de los dispensionalistas con las de los colonialistas. Para eso bastaba con estipular que la creación de Israel debía ser en Palestina y justificarla con referencias bíblicas. Gracias a esa idea bastante simple Blackstone y Herzl lograron que la mayoría de los judíos se sumara a su proyecto. Hoy en día Herzl está enterrado en Israel –en la cima del Monte Herzl– y el Estado israelí puso en su ataúd la Biblia anotada que Blackstone le había regalado.


Así que el objetivo del sionismo nunca fue «salvar al pueblo judío dándole una patria» sino hacer triunfar el imperialismo anglosajón asociando los judíos a esa empresa. Además, no sólo el sionismo no es un producto de la cultura judía sino que la mayoría de los sionistas nunca fueron judíos, mientras que la mayoría de los judíos sionistas no son israelitas [7]. Las referencias bíblicas, omnipresentes en el discurso oficial israelí, sólo reflejan el pensamiento del sector creyente del país y su principal función no es otra que convencer a la población estadounidense.


Fue durante ese periodo cuando se inventó el mito del pueblo judío. Hasta aquel momento los judíos se habían considerado como personas pertenecientes a una religión y reconocían que sus correligionarios europeos no eran descendientes de los judíos de Palestina sino de otras poblaciones que se habían convertido a esa religión durante el transcurso de la Historia [8].


Blackstone y Herzl fabricaron artificialmente la idea según la cual todos los judíos del mundo serían descendientes de los antiguos judíos de Palestina. A partir de ese momento el término «judío» comienza a aplicarse no sólo a la religión israelita sino que pasa a designar también una etnia. Basándose en una lectura literal de la Biblia, todos los judíos pasan así a ser beneficiarios de una promesa divina sobre la tierra palestina.

El pacto anglosajón para la creación de Israel en Palestina

La decisión de crear un Estado judío en Palestina fue tomada conjuntamente por los gobiernos de Gran Bretaña y Estados Unidos. La negoció el primer juez judío de la Corte Suprema estadounidense, Louis Brandela, bajo los auspicios del reverendo Blackstone, y fue aprobada tanto por el presidente estadounidense Woodrow Wilson como por el primer ministro británico David Lloyd George después de los acuerdos franco-británicos Sykes-Picot, en los que Francia y Gran Bretaña se repartían el «Medio Oriente». Este acuerdo sólo se hizo público de forma paulatina.


Al futuro secretario de Estado británico para las Colonias Leo Amery se le confió la tarea de instruir a los veteranos del «Cuerpo de Muleros de Sión» para crear, con los agentes británicos Ze’ev Jabotinsky y Chaim Weizmann, la «Legión Judía» en el seno del ejército británico.


El 2 de noviembre de 1917, el ministro británico de Relaciones Exteriores, Lord Balfour, envió a Lord Walter Rotschild una carta abierta en la que se comprometía a crear un «hogar nacional judío» en Palestina. El presidente estadounidense Woodrow Wilson incluyó la creación de Israel entre sus objetivos de guerra oficialmente reconocidos (es el n° 12 de los 14 puntos presentados al Congreso de Estados Unidos el 8 de enero de 1918) [9].


Todo ello demuestra que la decisión de crear el Estado de Israel no tiene nada que ver con la masacre contra los judíos desatada 20 años después en Europa, durante la Segunda Guerra Mundial.


El 3 de enero de 1919, durante la conferencia de paz de París, el emir Faisal –hijo del sharif de la Meca y futuro rey del Irak británico– firmó con la Organización Sionista Mundial un acuerdo donde se comprometía a respaldar la decisión anglosajona.
Así que la creación del Estado de Israel, concretada en contra de la población de Palestina, también contó con la complicidad de las monarquías árabes. En aquella época, el sharif de la Meca Husein ben Ali no interpretaba el Corán como lo hace el Hamas, no pensaba que «una tierra musulmana no puede ser gobernada por no musulmanes».

La creación jurídica del Estado de Israel

En mayo de 1942, las organizaciones sionistas realizaron su congreso en el hotel Biltmore de Nueva York. Los participantes decidieron convertir el «hogar nacional judío» de Palestina en el «Commonwealth judío» (referencia al Commonwealth brevemente instaurado por Cromwell en lugar de la monarquía británica) y autorizar la inmigración masiva de los judíos hacia Palestina. En un documento secreto se fijaron 3 objetivos muy precisos:
(1) El Estado judío abarcaría la totalidad de Palestina y probablemente la Transjordania;
(2) el desplazamiento de la población árabe a Irak y
(3) el control por parte de los judíos de todos los sectores de desarrollo y control de la economía en todo el Medio Oriente.
En aquel momento, casi todos los participantes en el congreso de Nueva York ignoraban que la «solución final de la cuestión judía» (die Endlösung der Judenfrage) acaba de entrar en aplicación secretamente en Europa.


En definitiva, cuando los británicos ya no hallaban qué hacer para complacer simultáneamente a los judíos y los árabes, la ONU –que sólo contaba entonces con 46 Estados miembros– propuso un plan de partición de Palestina a partir de las indicaciones que le habían proporcionado… los británicos. Debía crearse un Estado binacional conformado por un Estado judío, un Estado árabe y una zona «bajo régimen internacional especial» para administrar los lugares sagrados (Jerusalén y Belén). El proyecto fue adoptado mediante la Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU [10].


Sin esperar por la continuación de las negociones, el presidente de la Agencia Judía, David Ben Gurión, proclama unilateralmente el Estado de Israel, inmediatamente reconocido por Estados Unidos. Los árabes que vivían en territorio israelí se vieron sometidos a un régimen de ley marcial, se limitaron sus desplazamientos y sus pasaportes fueron confiscados. Los países árabes que acababan de alcanzar la independencia decidieron intervenir pero, al no disponer de ejércitos ya conformados, fueron rápidamente derrotados. Durante aquella guerra, Israel procedió a una limpieza étnica y obligó no menos de 700 000 árabes a huir de sus hogares.


La ONU envió como mediador al conde Folke Bernadotte, diplomático sueco que había salvado miles de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. El conde Bernadotte comprobó que los datos demográficos transmitidos por las autoridades británicas eran falsos y exigió que se aplicara plenamente el plan de partición previsto para Palestina. No está de más recordar en este punto que la Resolución 181 implica el regreso de los 700 000 árabes expulsados de sus tierras, la creación de un Estado árabe y la internacionalización de Jerusalén.


El conde Folke Bernadotte, enviado especial de la ONU, fue asesinado el 17 de septiembre de 1948, por orden del futuro primer ministro de Israel, Yitzhak Shamir.
La Asamblea General de la ONU reaccionó adoptando la Resolución 194, que reafirma los principios ya enunciados en la Resolución 181 y proclama además el derecho inalienable de los palestinos a regresar a su tierra y a ser indemnizados por los perjuicios sufridos [11].
Sin embargo, Israel –que mientras tanto había arrestado, juzgado y condenado a los asesinos de Bernadotte– fue admitido como miembro de la ONU, después de comprometerse también a respetar y aplicar sus resoluciones. Inmediatamente después de la admisión de Israel como Estado miembro de la ONU, los asesinos del enviado de la ONU fueron amnistiados y el individuo que había disparado sobre el conde se convirtió en guardaespaldas personal del primer ministro israelí David Ben Gurión.


Desde su admisión en la ONU, Israel ha violado constantemente las sucesivas resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad sobre la cuestión israelo-palestina. Sus vínculos orgánicos con dos de los miembros del Consejo de Seguridad con derecho de veto han mantenido a Israel fuera del alcance del derecho internacional. Israel se ha convertido así en un Estado offshore gracias al cual Estados Unidos y el Reino Unido pueden darse el lujo de fingir ser Estados que respetan el derecho internacional, cuando en realidad lo violan a través de ese seudo Estado.


Creer que la cuestión de Israel es un problema exclusivo del Medio Oriente es un error total y absoluto. Hoy en día, Israel opera militarmente en todo el mundo, como agente del imperialismo anglosajón. En Latinoamérica fueron agentes israelíes quienes organizaron la represión durante el intento de golpe de Estado contra el presidente de Venezuela Hugo Chávez, en 2002, y también en Honduras durante el derrocamiento del presidente Manuel Zelaya, en 2009. En África, había agentes israelíes por todos lados durante la guerra de los Grandes Lagos y fueron ellos quienes organizaron la captura de Muammar el-Kadhafi. En Asia, agentes israelíes dirigieron el asalto y masacre contra los Tigres Tamiles, en 2009, etc. En cada ocasión, Londres y Washington juran que nada tienen que ver con lo sucedido. Por otro lado, Israel controla numerosas instituciones mediáticas y financieras, como la Reserva Federal estadounidense.

La lucha contra el imperialismo

Hasta el momento de la disolución de la URSS era evidente que la cuestión israelí está vinculada a la lucha contra el imperialismo. Todos los antiimperialistas del mundo –incluyendo el Ejército Rojo japonés– apoyaban la causa palestina e incluso luchaban junto a los palestinos en el Medio Oriente.


Hoy en día, la globalización de la sociedad de consumo y la pérdida de valores que esta ha provocado han traído una pérdida de conciencia sobre el carácter colonial del Estado hebreo. Árabes y musulmanes son los únicos que siguen sintiéndose implicados en la causa palestina y dan pruebas de empatía con el destino de los palestinos, pero ignoran los crímenes israelíes cometidos en el resto del mundo y no reaccionan ante los demás crímenes del imperialismo.


Sin embargo, en 1979, el ayatola Ruholla Khomeini explicaba a sus seguidores iraníes que Israel no era más que una marioneta en manos de los imperialistas y que el único verdadero enemigo era la alianza entre Estados Unidos y el Reino Unido. Por el sólo hecho de haber expresado esa simple verdad, Khomeini fue caricaturizado en Occidente y los chiitas fueron presentados como herejes en Oriente. Hoy en día, Irán es el único Estado del mundo que envía armas y consejeros a la Resistencia palestina mientras que los regímenes sionistas árabes debaten amablemente con el presidente israelí por videoconferencia en medio de las reuniones del Consejo de Seguridad del Golfo [12].


[1] «Extendiendo la guerra del gas en el Levante», por Thierry Meyssan, Al-Watan / Red Voltaire, 21 de julio de 2014.
[4] Sobre la historia del sionismo, el lector puede remitirse al capítulo «Israel y los anglosajones» de mi libro L’Effroyable imposture 2, Manipulations et désinformations, Edition Alphée, 2007. Los lectores encontrarán numerosas referencias bibliográficas en ese texto.
[5] The Cousins’ Wars: Religion, Politics, Civil Warfare and the Triumph of Anglo-America, por Kevin Phillips, Basic Books (1999).
[6] Ver principalmente American Theocracy (2006) de Kevin Phillips, excepcional historiador que fue consejero de Richard Nixon.
[7] Es importante recordar en este punto que el término «israelita» designa fundamentalmente a los hebreos seguidores de la ley de Moisés mientras que el término «israelí» es simplemente el gentilicio utilizado para designar a los ciudadanos de Israel. Nota de la «Red Voltaire».
[8] El lector interesado podrá consultar una interesante síntesis de los trabajos históricos sobre ese tema titulada Comment le peuple juif fut inventé (en español, "Cómo se inventó el pueblo judío"), por Shlomo Sand, Fayard, 2008.
[9] La formulación del punto 12 es particularmente oscura. Durante la conferencia de paz de París, en 1919, el emir Faisal invocó ese punto para reclamar el derecho de los pueblos que habían vivido bajo el yugo otomano a disponer de sí mismos. Y le respondieron que podía escoger entre una Siria bajo uno o varios mandatos. Para sorpresa de la delegación estadounidense, la delegación sionista argumentó por su parte que en el punto 12 el presidente Wilson se había comprometido a respaldar el Commonwealth judío. En definitiva, Wilson confirmó por escrito que había que interpretar el punto 12 como un compromiso de Washington a favor de la creación de la creación de Israel y de la restauración de Armenia. Ver «Les quatorze points du président Wilson», Réseau Voltaire, 8 de enero de 1918.
[10] «Résolution 181 de l’Assemblée générale de l’Onu», Réseau Voltaire, 29 de noviembre de 1947.
[11] «Résolution 194 de l’Assemblée générale de l’ONU», Réseau Voltaire, 11 de diciembre de 1948.

Traductor