lunes, 30 de mayo de 2011

¿Emboscaron a Strauss-Kahn para salvar al dólar?


Imposible comprender la caída de Dominique Strauss-Kahn sin situarla en el contexto del proyecto que ese personaje representaba: la creación de una nueva moneda internacional de reserva prevista para el 26 de mayo de 2011. Un proyecto paradójicamente muy esperado, tanto por los países emergentes como por los medios apátridas del mundo de la finanza, aunque rechazado por el complejo militaro-industrial israelo-estadounidense. Thierry Meyssan levanta el velo sobre el golpe bajo con el que la administración Obama trata de escapar a sus compromisos.


 Thierry Meyssan *

Estupefactos, los franceses han sido testigos del arresto en Estados Unidos del más popular de los líderes políticos de su país: Domique Strauss-Kahn.

Ex ministro de Economía, Strauss-Kahn se había convertido en el alto funcionario mejor pagado del mundo –con un salario básico anual de 461,510 dólares, sin contar primas y gastos de representación– y se disponía, según se dice, a presentarse como candidato a la presidencia de Francia. Este cálido personaje, de notorio apetito a la mesa y en la cama, acusado a veces de diletantismo en materia de política debido a su gusto por los placeres de la vida, ha sido acusado de haber violado a una mucama en un hotel de Manhattan.

Durante 6 días, los franceses se mantuvieron pegados a sus televisores viendo atónitos el ensañamiento judicial contra un hombre al que se habían acostumbrado a considerar como una opción posible después del catastrófico quinquenio de Nicolas Sarkozy. La caída de Dominique Strauss-Kahn representaba también el fin de las ilusiones de muchos franceses.

Hay algo de tragedia antigua en el espectáculo de este destino tronchado. Tanto que trae seguramente la frase romana «Arx tarpeia Capitoli proxima» que recuerda que la Roca Tarpeya, desde donde se lanzaba al vacío a los condenados a muerte, está muy cerca del Capitolio, símbolo del poder y los honores.

Independientemente de cualquier consideración sobre su inocencia o culpabilidad, el escarnio del que es objeto una personalidad de tanta envergadura no puede más que despertar angustia en el simple ciudadano: Si un personaje de esa categoría no logra defenderse, ¿qué sería de nosotros ante una acusación similar?

Ascenso y caída

Pero los franceses son un pueblo conocedor de la política, que –sin haberlo leído– ha crecido en medio de las lecciones de Maquiavelo, por lo que no tardaron en interrogarse sobre la veracidad de la acusación contra DSK. Según los sondeos de opinión, el 57% de los franceses no cree en la historia de bestia en celo que la prensa estadounidense se complace en divulgar. Algunos empezaron a imaginarse diversos escenarios de manipulación mientras que otros se preguntaban «¿Cui bono?», o sea ¿A quién beneficia el crimen?

El primer nombre que viene a la mente es el de Nicolas Sarkozy. ¿Cómo es posible no pensar en él cuando recordamos que logró convertirse en presidente de Francia acusando ante los tribunales a su principal rival, Dominique de Villepin, y ahogándolo en un escándalo de documentos falsos tan grotesco como este? ¿No sería entonces el caso DSK un nuevo complot destinado a eliminar a su nuevo adversario?


Poco importa entonces que Sarkozy y DSK se necesiten uno al otro para la preparación de los próximos encuentros cumbres internacionales, ni que los dos se hayan puesto al servicio del mismo amo estadounidense. Ya se sabe que los peores crímenes exigen precisamente la sangre de los amigos e incluso la de los propios parientes.

Los franceses ignoran en todo caso los vínculos de DSK [1], al igual que ignoraban los de Nicolas Sarkozy cuando lo eligieron presidente de la República [2]. La prensa nunca dijo a los franceses que en los años 1990, cuando atravesaba su mala racha como político, DSK fue contratado como profesor en la universidad de Stanford por una tal… Condoleezza Rice. Tampoco saben que DSK y sus lugartenientes Pierre Moscovici y Jean-Christophe Cambadelis asumieron el financiamiento del Partido Socialista francés y de la Fundación Jean-Jaures por encargo de la National Endowment for Democracy –fachada legal de la CIA [3]. Tampoco han seguido sus numerosos trabajos y contratos con los thinks tanks (centros o institutos de propaganda ideológica) atlantistas, como el German Marshall Fund of the United States [4] o el Grupo de Bilderberg [5]. Nada saben, en definitiva, de su compromiso a favor de la integración de Francia y de Europa en el seno de un gran mercado transatlántico bajo el dominio de Estados Unidos.


Los franceses no conocen tampoco los estrechos vínculos de DSK con Israel. Dentro del Partido Socialista francés, Dominique Strauss-Kahn dirige el Círculo Leon Blum, que lleva el nombre de un ex primer ministro francés judío. Este discreto y poderoso grupo de influencia se encarga de apartar de la escena política a todo el que cuestione el proyecto sionista. Y ha hecho caer unas cuantas cabezas, como la del politólogo Pascal Boniface que subrayaba el carácter electoralmente contraproducente del respaldo a Tel Aviv en un país donde el 10% de la población es de cultura árabe. Pero DSK no ocultaba su juego e incluso llegó a declarar abiertamente: «Yo considero que todo judío de la diáspora y de Francia debe aportar su ayuda a Israel. Es además por eso que es importante que los judíos asuman responsabilidades políticas. En pocas palabras, desde mis funciones y en mi vida de todos los días yo trato de aportar mi modesta contribución a la construcción de Israel.» Extraña declaración en boca de alguien que aspira a ser presidente de Francia. Pero no importa. ¡Es tan simpático!

A pesar de lo anterior, el ataque contra Dominique Strauss-Kahn, y contra sus allegados, ha sido brutal. Mientras se encontraba detenido y posteriormente durante su prisión preventiva y sin haber tenido nunca la menor posibilidad de dar explicación, el fiscal de Nueva York ordenó la entrega a la prensa de un acta de acusación pormenorizada.

El documento contiene la descripción, fríamente clínica, del crimen que se le imputa: «El acusado trató de tener, por la fuerza, una relación sexual anal y oral con una tercera persona; el acusado trató por la fuerza de tener relaciones vaginales con una tercera persona; el acusado forzó a una tercera persona a [mantener] un contacto sexual; el acusado retuvo a una tercera persona; el acusado obligó a una tercera persona a [mantener] un contacto sexual sin su consentimiento; el acusado, de manera intencional y sin razón legítima, tocó los genitales y otras partes íntimas de una tercera persona con el objetivo de deshonrar a esa persona y de abusar de ella, y con el objetivo de saciar el deseo sexual del acusado.


Esos delitos han sido cometidos en las siguientes circunstancias: el que suscribe declara que una persona conocida de las servicios del fiscal le informó que el acusado 1) cerró la puerta de la habitación e impidió a la denunciante salir de la habitación; 2) agarró el pecho de la denunciante sin su consentimiento; 3) trató de retirar por la fuerza el panty [Ropa interior femenina que cubre a la vez las piernas y el pubis. NdT.] de esa persona y de tocar sus genitales por la fuerza; 4) forzó la boca de la denunciante a tocar su pene por dos veces; 5) pudo cometer esos actos mediante el uso de la fuerza física.»

Todo eso se expuso durante días en el noticiero de las 20 horas, con lujo de detalles, bajo los ojos suspicaces de padres que regresaban del trabajo y ante niños atónitos que hundían la mirada en sus platos de sopa.

El choque cultural

No se sabe en este momento quién está más traumatizado, si el brillante economista que iba a salvar a la humanidad de la crisis financiera y se ve ahora degradado a la categoría de infame criminal, o el pueblo que aspiraba a un alivio y planeaba elegirlo como jefe y se ve ahora una vez más en el papel de testigo impotente de la violencia de Estados Unidos.



Al abordar el tema, los franceses buscan excusas para el sistema judicial anglosajón cuyos mecanismos están viendo en marcha. Es cierto que ya habían visto esa parodia de justicia en las series de televisión, pero no creían que aquello pudiera ser real. Y tampoco quisieron saber anteriormente del sistema extrajudicial, como tampoco quisieron saber de Guantánamo ni de las prisiones secretas. Algunos comentaristas [franceses] han tratado de explicar la rudeza de la policía estadounidense y del primer juez como un deseo de dar el mismo tratamiento a débiles y poderosos. Todos han tenido sin embargo la ocasión de leer los trabajos de ilustres sociólogos que demuestran que en ese inicuo sistema el dinero es dueño y señor y que la justicia tiene un carácter clasista.

Los franceses han aceptado también sin protestar los reproches de la prensa anglosajona. Se ha publicado que todo es culpa de la prensa francesa que, en nombre del respeto de la vida privada, no investigó la vida sexual desenfrenada del señor Strauss-Kahn. Los puritanos argumentan seguidamente que todo aquel que seduce a las mujeres de forma ostensible, llegando a hostigarlas y a veces a presionarlas, es un violador potencial. O sea, «¡Quien roba uno roba un ciento!» La portada de la revista estadounidense Time representa a DSK y a los que son como él con la imagen de puerco. Nadie ha señalado que el acusado dirigía el FMI y vivía en Washington desde hace 3 años sin que la prensa anglosajona, que tanto se preocupa ahora por dar lecciones de periodismo, se ocupara anteriormente de investigar sus supuestos vicios.



Como la acusación ya abrió el camino a la sospecha, todo el mundo se acuerda ahora –aunque un poco tarde– que DSK trató de forzar en 2002 a Tristane Banon, una bella periodista francesa. Ante una solicitud de entrevista, DSK la invitó a un apartamento particular, en el histórico barrio parisino conocido como Le Marais. Allí recibió a la muchacha en un piso de gran tamaño, que ni siquiera estaba amueblado, exceptuando una gran cama. Y como la bella no se entregaba al libertino, este último la golpeó. ¿Será que en Nueva York la violencia invadió al hombre galante transformándolo en criminal?

Nada permite imaginar ese escenario, sobre si se tiene en cuenta que DSK no es precisamente un solterón amargado. Está casado con una estrella de televisión, Anne Sinclair, que fue la periodista favorita de los franceses antes de dejar su profesión para acompañarlo, a él, en su carrera. Los franceses volvieron a verla en el tribunal, durante la presentación de Dominique Strauss-Kahn ante el juez, con unos años más pero tan bella y voluntariosa como siempre. Nieta de un gran comerciante de obras de arte, Anne Sinclair dispone de una confortable fortuna familiar. Llegó de París y pagó sin vacilación un millón de dólares de fianza, además de ofrecer una garantía bancaria suplementaria de 5 millones de dólares. O sea, esta mujer más que adinerada estaba dispuesta a todo por sacar a su esposo de las fauces de la justicia estadounidense, actitud que la hacía más admirable aún. La esposa que solía acompañarlo a La Chandelle, un club parisino de intercambio de parejas, no le hacía pagar sus infidelidades.



Ninguna nación digna de ese nombre hubiese tolerado que una personalidad considerada aspirante a la presidencia de la República y a ser el máximo representante del país apareciera esposada entre los esbirros del FBI, que lo metieran en un vehículo policial como un vulgar delincuente y que lo exhibieran ante un tribunal sin haber ni siquiera la posibilidad de afeitarse. Lo más probable es que la gente asediara la embajada estadounidense cantando himnos patrióticos. Nada de eso ha sucedido en Francia. Los franceses sienten demasiada admiración por los «americanos». Los miran como el conejo hipnotizado por la cobra. Y les cuesta trabajo admitir que Francia no es el ombligo del mundo, que si hay un complot no tiene que ser obligatoriamente un complot tramado a orillas del Sena, sino en las riberas del Potomac.

El secuestro

¿Es DSK culpable de violación o víctima de un complot? La simple reflexión permite responder esa interrogante.



Se afirma que el acusado había pasado la noche en compañía de una call girl y que violó a la mucama en el momento del desayuno. Después se reunió tranquilamente con su hija, estudiante de la Columbia University, para almorzar con ella y finalmente fue a tomar el vuelo, reservado desde hacía varios días, para reunirse con la canciller alemana Angela Merkel en Berlín. Se hallaba confortablemente instalado en su asiento del vuelo de Air France cuando fue arrestado, 10 minutos antes del despegue.

Según la tripulación del avión, los policías de la Unidad de Víctimas (la misma de la serie de televisión La Ley y el Orden: Unidad de víctimas especiales) no recurrieron a sus colegas del aeropuerto para que hicieran el arresto sino que quisieron realizarlo ellos mismos, arriesgándose así a llegar demasiado tarde. Para evitar que alguien pudiera prevenir a DSK, solicitaron –eso sí– que se interfiera la señal de la telefonía móvil en esa zona del aeropuerto durante el tiempo necesario hasta que ellos llegaran al lugar [6]. Pero la posibilidad de interferir la señal de la telefonía móvil no entra en de las prerrogativas de una brigada de lucha contra el vicio. Así que en realidad se trata de un caso de seguridad nacional.


Durante la detención, el sospechoso fue privado de todo contacto con el exterior, con excepción de sus abogados, según lo previsto en el derecho estadounidense. Pero cuando la jueza Melissa Jackson lo puso en prisión preventiva, volvieron a privarlo de todo contacto con el exterior, ya de forma injustificada. Se explicó que la prisión preventiva era necesaria porque el acusado podía tratar de escapar hacia Francia, Estado con el que Washington no ha concluido ningún acuerdo de extradición y que protegió al cineasta Roman Polanski, acusado también de violación. La decisión no había sido tomada para aislar al acusado e impedirle influenciar a los testigos, pero la jueza decidió encerrarlo en Rikers Island, una de las mayores cárceles del mundo –con 14 000 detenidos– y también una de las más tenebrosas, un verdadero infierno terrestre. «Para su protección», lo metieron en una celda individual y lo mantuvieron incomunicado.


En definitiva, el director general del FMI estuvo secuestrado durante 10 días. El funcionamiento de la institución internacional estuvo bloqueado durante 10 días por falta de firma autorizada. Durante 10 días, los problemas del euro y del dólar, la quiebra de Grecia y muchas otras cuestiones quedaron en suspenso, esperando por la buena voluntad de policías, jueces y carceleros.

Según la jurisprudencia estadounidense, DSK –al no tener antecedentes penales y disponer de un domicilio en Washington– no debería haber sido puesto en prisión preventiva y sí debería haber sido puesto en libertad bajo fianza. Es probable que él mismo haya analizado rápidamente la situación. A través de uno de sus abogados hizo llegar al FMI una carta de renuncia. Al día siguiente, inesperadamente, un nuevo juez aceptó su solicitud de libertad bajo vigilancia. Ya era inútil mantenerlo entre rejos, porque el FMI había recuperado su capacidad de acción.

Se habla de Christine Lagarde, la ministra de Economía de Francia, quien hizo carrera en Estados Unidos defendiendo los intereses del complejo militaro-industrial [7], como presunta sucesora del acusado a la cabeza del FMI, a pesar de las vehementes protestas de Rusia y China.



Por cierto, el segundo abogado de DSK, Benjamín Brafman, no fue a verlo a la cárcel ni se presentó en su segunda comparencia ante el juez. La estrella del colegio de abogados de Nueva York había salido precipitadamente para Israel. Oficialmente, para celebrar en familia una fiesta religiosa en ese país [8]. Para ganarse sus honorarios, sin embargo, el abogado Brafman no se limitó seguramente a encender las velas del Lag Ba’homer sino que tuvo probablemente que negociar ayuda para su cliente.

El proyecto Zhu

¿Por qué entonces todo este despliegue medios dignos de una película de Hollywood para bloquear la actividad del FMI por 10 días? Son dos las posibles respuestas y pueden estar vinculadas entre sí.



En primer lugar, el 29 de marzo de 2009, el gobernador del Banco Central de China, Zhu Xiaochuan, había cuestionado el predominio del dólar estadounidense como moneda de reserva. Después de deplorar que el proyecto del economista John Maynard Keynes de creación de una moneda internacional (el Bancor) no hubiese llegado a concretarse al término de la Segunda Guerra Mundial, el señor Zhu propuso la utilización de los Derechos Especiales de Giro (En inglés Special Drawing Rights o SDR. Ndt.] del FMI para asumir ese papel [9].

El 2 de abril de 2009, en la Cumbre del G20 celebrada en Londres, Estados Unidos acepta que se tripliquen los recursos del FMI así como la emisión, por parte del propio FMI, de Derechos Especiales de Giro (DEG, siglas en español.) por valor de 250 000 millones de dólares. También aceptó, en principio, la creación de un Consejo de Estabilidad Financiera al que estarían asociados los grandes países emergentes.

La idea se discutió el 8 de julio de 2009, durante la Cumbre del G8 en Aquila, Italia. Adelantando un poco más el peón, Rusia propuso no conformarse con una moneda virtual y emitir realmente esa moneda. Dimitri Medvedved, que había dado orden de imprimir simbólicamente varios prototipos de dicha moneda, puso incluso varios de ellos sobre la mesa. Estos mostraban, por una cara, las efigies de los 8 jefes de Estado y, por la otra, la divisa en inglés «Unity in Diversity» [10].

El proyecto fue sometido a los expertos de la División de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU. El informe de dichos expertos, entre los que se encuentra el profesor Vladimir Popov de la New Economic School de Moscú, fue analizado el 25 de abril de 2010 en una reunión conjunta del FMI y el Banco Mundial [11].

Todo este proceso debía concretarse precisamente este 26 de mayo de 2011, durante la Cumbre del G8, en Deauville, Francia. El dólar hubiese cesado entonces de ser la moneda de referencia, lo cual habría tenido como telón de fondo la inminente cesación de pagos del gobierno federal de Estados Unidos. Washington habría renunciado así al financiamiento de su superpoderío militar a través de la deuda para consagrarse a su reestructuración interna.



El dinar libio, primera moneda del mundo (¿y última?) con su valor garantizado en oro y en Derechos Especiales de Giro del FMI. En 2000, el coronel Kadhafi había concebido la creación de una moneda panafricana garantizada por el oro. Pero no logró concretar esa idea. Así que, en 2009, se unió espontáneamente al proyecto de Zhu y lo adoptó unilateralmente para su país.

El grano de arena

Desgraciadamente, durante los últimos meses de ese proceso, iniciativas militares y políticas perturbaron ese plan. Ciertos Estados –como Rusia y China– han sido engañados. El arresto de Dominique Strauss-Kahn demuestra que Washington venía actuando de mala fe y que sus concesiones no eran otra cosa que una forma de ganar tiempo.



Aunque son secretos los detalles de la estructura que Dominique Strauss-Kahn había montado para crear la nueva moneda de reserva vinculada a los Derechos Especiales de Giro del FMI, parece ser que Libia tenía en ello un papel clave ya que, de forma experimental, el Banco Central libio iba a basar su moneda, el dinar, en los mencionados DEG. El asunto era particularmente importante ya que el fondo soberano de Libia es uno de los más ricos del mundo –incluso más que el de Rusia.

Pero al entrar en guerra con Libia, Francia y el Reino Unido provocaron un congelamiento teórico no sólo de los fondos de la familia de Kadhafi, sino también de los fondos del Estado libio. Peor aún, París y Londres han enviado cuadros del banco HSBC a Benghazi para crear en esa ciudad un Banco Central libio de los rebeldes y tratar de apoderarse de los fondos de la nación [12]. No se sabe si Nicolas Sarkozy y David Cameron se dejaron arrastrar por su propio despliegue de fuerza o si actuaron por orden de sus amos de Washington, pero lo cierto es que la frágil estructura que Dominique Strauss-Kahn había montado se ha venido abajo.

Según nuestros contactos en Trípoli, en el momento de su arresto DSK estaba saliendo para Berlín para buscar una solución con la canciller Angela Merkel. Posteriormente tenía que partir, en compañía de un emisario de la señora Merkel, a negociar con representantes del coronel Kadhafi –quizás directamente con este último–, cuya firma era indispensable para desbloquear la situación.

Estamos asistiendo ahora a una guerra financiera de proporciones nunca vistas. En momentos en que la situación económica de Estados Unidos se tambalea más que nunca y el dólar puede convertirse en cualquier momento en simple papel mojado, el acuerdo concluido con el G8 y avalado por en el G20, elaborado por el FMI en coordinación con el Banco Mundial y con los medios bancarios internacionales, cuyo campeón era DSK, está ahora en suspenso. El predominio del dólar sigue intacto, pero es más artificial que nunca. Se trata del dólar cuyo valor querían relativizar los Estados emergentes, pero que sirve de base al poderío del complejo militaro-industrial israelo-estadounidense.

En ese contexto, ¿qué valor tiene el honor de un hombre?

(*) Intelectual francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: La gran impostura II. Manipulación y desinformación en los medios de comunicación (Monte Ávila Editores, 2008).

viernes, 27 de mayo de 2011

¿Por qué atacan a Libia? y II



   
Ellen Brown *

Libia no sólo tiene petróleo. Según el FMI, el Banco Central tiene cerca de 144 toneladas de oro en sus bóvedas. Con ese tipo de reservas, ¿quién necesita al Banco de Pagos Internacionales (BIS, según sus siglas en inglés), al Fondo Monetario Internacional (FMI) y sus reglas?

Todo lo cual provoca una mirada más atenta a las normas del BIS y sus efectos en las economías locales. Un artículo en el sitio de Internet del BIS indica que los bancos centrales que son parte del Central Bank Governance Network deben tener como objetivo único o principal “preservar la estabilidad de precios”.



Han de mantenerse independientes de los gobiernos para asegurarse de que las consideraciones políticas no interfieran con este mandato. “La estabilidad de precios” significa el mantenimiento de una oferta monetaria estable, incluso si eso significa crear más deuda externa. Los bancos centrales son desalentados de aumentar la oferta monetaria imprimiendo dinero y utilizándolo en beneficio del Estado, ya sea directamente o como préstamos.

Influencia de la banca internacional

En un artículo de 2002 en Asia Times, titulado El BIS versus los Bancos Nacionales, Henry Liu Jianchao señalaba: “La normativa del BIS sólo sirve al único propósito de fortalecer el sistema de banca privada internacional, incluso a riesgo de las economías nacionales. El BIS le hace a los sistemas bancarios nacionales lo que el FMI le hizo a los regímenes monetarios nacionales.

Las economías nacionales bajo la globalización financiera ya no sirven a los intereses nacionales…la IED (inversión extranjera directa) denominada en moneda extranjera, principalmente en dólares, ha condenado a muchas economías nacionales a un desarrollo desequilibrado hacia la exportación, sólo para hacer los pagos de intereses en dólares, con pocos beneficios netos a las economías nacionales”.



Y añadía: “según la Teoría del Dinero Estatal, ningún gobierno puede financiar con su propia moneda nacional todas sus necesidades de desarrollo para mantener el pleno empleo sin inflación”. Esta teoría del dinero estatal se refiere a dinero creado por los gobiernos en lugar de los bancos privados.

La presunción de la norma que prohíbe los préstamos del propio banco central del gobierno es que estos son inflacionarios, mientras que los préstamos existentes en dinero de bancos extranjeros o del FMI no lo son. Pero en realidad todos los bancos, ya sean públicos o privados, crean en sus libros el dinero que prestan. La mayor parte del dinero nuevo hoy proviene de préstamos bancarios. Y tomar préstamos del propio banco central estatal tiene la ventaja de que el préstamo es sin intereses. Y está demostrado que la eliminación de intereses reduce el costo de los proyectos públicos en un promedio de 50% .

Situación financiera

Y así parece ser como funciona el sistema libio. Según Wikipedia, las funciones del Banco Central de Libia son “la emisión y regulación de los billetes y monedas en Libia” y “la gestión y emisión de todos los préstamos del Estado”. El banco estatal de Libia emite la moneda nacional y presta dinero para fines estatales.



Eso explicaría de dónde obtiene Libia el dinero para ofrecer educación y atención médica gratuitas y préstamos sin intereses de $50.000 para los recién casados. También explicaría de dónde obtuvo el país los $33 mil millones para construir el proyecto Gran Río Artificial. Los libios están preocupados de que la OTAN esté bombardeando peligrosamente cerca de la obra (del sistema de conducción de agua potable), creando otra amenaza de desastre humanitario.

¿Guerra por petróleo?

Entonces, ¿es esta nueva guerra por petróleo o por bancos? Tal vez ambos. Y por agua, también. Con energía, agua y crédito suficiente para desarrollar su infraestructura, una nación puede ser libre de las garras de los acreedores extranjeros. Y eso puede ser la verdadera amenaza de Libia: puede mostrar al mundo lo que es posible.

La mayoría de los países no tienen petróleo, pero las nuevas tecnologías podrían hacer que los países no productores de petróleo sean energéticamente independientes, sobre todo si los costes de infraestructura se reducen a la mitad con préstamos del propio banco de propiedad pública de la nación. La independencia energética liberaría a los gobiernos de la telaraña de los banqueros internacionales, y de la necesidad de trasladar la producción nacional a los mercados extranjeros para pagar deudas.

Si el gobierno de Gaddafi cae, será interesante ver si el nuevo banco central se une al BIS, si la industria petrolera nacional es vendida a los inversores, y si la educación y el cuidado de la salud siguen siendo gratuitos.

* Ellen Brow es abogada estadounidense, presidenta del Public Bank Institute

jueves, 26 de mayo de 2011

¿Por qué atacan a Libia?


 Ellen Brown

Varios observadores han señalado el hecho curioso de que los rebeldes libios tomaron tiempo de su rebelión, en marzo, para crear su propio banco central, esto antes de que tuvieran un gobierno.

Robert Wenzel escribió en el Journal of Political Economy: “Nunca antes había oído hablar de un banco central creado en cuestión de semanas durante un levantamiento popular. Esto sugiere que los rebeldes son algo más que un montón de pobres en trapos y que hay algunas influencias bastante sofisticadas detrás de su movimiento”.

Alex Newman escribió en The New American: “En un comunicado emitido la semana pasada, los rebeldes informaron sobre los resultados de una reunión celebrada el 19 de marzo. Entre otras cosas, estos supuestos revolucionarios harapientos anunciaron la designación del Banco Central de Bengasi como autoridad monetaria competente en las políticas monetarias en Libia y el nombramiento de un gobernador del Banco Central de Libia, con una sede temporal en Bengasi”.


Newman citó al Editor Senior de CNBC, John Carney, quien preguntó: “¿Es ésta la primera vez que un grupo “revolucionario” ha creado un banco central, mientras que todavía está en medio de la lucha contra el poder político arraigado? Sin duda parece indicar lo extraordinariamente poderosos que se han convertido los banqueros centrales en nuestra época”.

Informaciones contradictorias

Otra anomalía consiste en la justificación oficial para tomar las armas contra Libia. Supuestamente son las violaciones de los derechos humanos, pero la evidencia es contradictoria. Según un artículo publicado en la página web de Fox News el 28 de febrero: "Mientras las Naciones Unidas trabajan febrilmente para condenar el líder libio Muammar Gaddafi por tomar medidas enérgicas contra los manifestantes, el Consejo de Derechos Humanos está a punto de aprobar un informe repleto de alabanzas sobre el desempeño en derechos humanos de Libia”.

Este documento elogia a este país por mejorar las oportunidades educativas, por hacer de los derechos humanos una “prioridad” y por mejorar su marco “constitucional”.

Varios países, entre ellos Irán, Venezuela, Corea del Norte, Arabia Saudí e incluso Canadá le han dado a Libia señales positivas por la protección legal que ofrece a sus ciudadanos… que ahora se rebelan contra el régimen y enfrentan represalias sangrientas.

Dígase lo que se diga sobre los crímenes personales de Gaddafi, el pueblo libio parece estar prosperando. Una delegación de médicos de Rusia, Ucrania y Bielorrusia escribió en un llamamiento al presidente ruso, Dmitri Medvédev y al primer ministro Putin, que después de familiarizarse con la vida de Libia, en su opinión en pocas naciones vivía la gente en igual confort:


“Los libios tienen derecho a tratamiento gratuito, y sus hospitales están dotados del mejor equipamiento médico. La educación es gratuita, y los jóvenes capaces tienen la oportunidad de estudiar en el extranjero a expensas del gobierno. Al casarse, las parejas jóvenes reciben 60 mil dinares (unos 50 mil dólares) de ayuda financiera. El estado otorga préstamos sin intereses, y aparentemente, sin fecha. Debido a los subsidios del gobierno el precio de los coches es mucho menor que en Europa, para que estén al alcance de todos. La gasolina y el pan cuestan un centavo, y la agricultura no paga impuestos. El pueblo libio es tranquilo y pacífico, no liba, y es muy religioso”.

Señalan que la comunidad internacional ha sido mal informada sobre la lucha contra el régimen. Incluso si es sólo propaganda, no se puede negar por lo menos un logro muy popular del gobierno de Libia: llevar agua al desierto mediante la construcción del proyecto de irrigación más grande y más caro en la historia, el GMMR (Great Man-Made River) de 33 mil millones de dólares. Incluso más que el petróleo, el agua es crucial para la vida en Libia.


El GMMR provee al 70% de la población con agua potable y para riego, bombeándola desde el sistema acuífero de Nubia, en el sur a las zonas costeras pobladas cuatro mil kilómetros al norte. El gobierno libio ha hecho por lo menos algunas cosas bien.

Todo por el petróleo? 

Otra explicación para el asalto a Libia es que es “todo por el petróleo”, pero aquí la teoría también es problemática. Como se señala en el Diario Nacional, el país produce sólo alrededor del 2% del petróleo del mundo. Arabia Saudí por sí sola tiene la capacidad libre suficiente como para compensar cualquier pérdida de producción si el petróleo libio desapareciera del mercado. Y si se trata de petróleo, ¿por qué la prisa por crear un nuevo banco central?


Otra información provocadora que circula por la Red es una entrevista de Democracy Now al general Wesley Clark (R), de 2007. En ella, el general señala que alrededor de 10 días después del 11 de septiembre de 2001, otro general le dijo que ya se había tomado la decisión de atacar a Irak. Clark se sorprendió y preguntó por qué. “¡No sé!” Fue la respuesta. “¡Supongo que porque no saben qué más hacer!”

Más tarde, el mismo general explicó que el plan era atacar a siete países en cinco años: Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán.

¿Qué tienen estos siete países en común?

En el contexto de la banca, uno que sobresale es que ninguno de ellos forma parte de los 56 miembros del Banco de Compensaciones Internacionales (BIS por sus siglas en inglés). Eso evidentemente los pone fuera del alcance del largo brazo del banco central de los banqueros centrales en Suiza.

Los más renegados del lote eran Libia e Irak, los dos que han sido atacados. Kenneth Schortgen Jr., escribiendo en Examiner.com, señaló que “seis meses antes de que los EEUU atacara a Irak para derribar a Saddam Hussein, el país había empezado a aceptar euros en lugar de dólares en pago por su petróleo, y que eso lo convirtió en una amenaza al dominio global del dólar como moneda de reserva, y su dominio como el petrodólar”.

Según un artículo ruso titulado “El bombardeo de Libia–El castigo a Gaddafi por su intento de rechazar al dólar”, Gaddafi intentó hacer lo mismo: inició un movimiento para rechazar al dólar y al euro, y pidió a las naciones árabes y africanas utilizar una nueva moneda, el dinar de oro. Gaddafi sugirió el establecimiento de un continente africano unido, con 200 millones de personas utilizando esta moneda única.



Durante el año pasado, la idea fue aprobada por muchos países árabes y la mayoría de los países africanos. Los opositores sólo fueron la República de Sudáfrica y la cabeza de la Liga de Estados Árabes. La iniciativa fue vista negativamente por EEUU y la Unión Europea, con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, llamando a Libia “una amenaza para la seguridad financiera de la humanidad”; pero Gaddafi no se dejó influenciar y siguió presionando para la creación de una África unida.

Y eso nos lleva de nuevo al rompecabezas del Banco Central de Libia. En artículo publicado en el Market Oracle, Eric Encina observó: “Un hecho que rara vez se menciona es que el Banco Central de Libia es 100% de propiedad estatal. En la actualidad, el gobierno libio crea su propio dinero, el dinar libio, a través de los medios de su propio banco central. Pocos pueden discutir que Libia es un país soberano con sus grandes recursos propios, capaces de sostener su propio destino económico. 

Un problema importante para los carteles de la banca globalista es que para hacer negocios con Libia hay que pasar por el Banco Central de Libia y usar su moneda nacional, un lugar donde tienen absolutamente cero dominio o poder. Por lo tanto, tumbar al Banco Central de Libia (CBL) puede no aparecer en los discursos de Obama, Cameron y Sarkozy, pero ésta es sin duda la prioridad de la agenda globalista para absorber a Libia hacia su colmena de las naciones obedientes.”

viernes, 20 de mayo de 2011

Apuntes de sol y lluvia en Madrid


 Ángeles Diez

La Puerta del Sol de Madrid no es la Qasba tunecina, tampoco es la plaza Tahrir, ¿podrá serlo? Seguramente es pronto para los pronósticos. En ello andan los expertos, sociólogos e intelectuales sabelotodo que crecen como los champiñones en los días de lluvia. También les preocupa y les ocupa a más de un político, que a buen seguro, andan sacando los sensores a la calle para medir por dónde sopla y si conviene desplegar a barlovento o a sotavento. Por supuesto la jauría mediática también anda de caza y los lebreles husmean más o menos camuflados de periodistas enrollados.

Mientras, la Puerta del Sol empieza ser cauce que recoge decenas, cientos, a veces miles, de insatisfacciones, de malestares, de frustraciones y poco a poco, quién sabe…

Las condiciones objetivas, dicen los sociólogos, están dadas. Las subjetivas comienzan a darse. El dispositivo catalizador es mera coyuntura, ¿unas elecciones autonómicas y municipales? El contexto internacional inmediato: la crisis económica, las revoluciones del mundo árabe. Los antecedentes próximos: las movilizaciones por la contaminación del Prestige, las movilizaciones contra la guerra de Irak. ¿Qué desaparece y qué permanece? Es difícil saberlo pero podemos aventurar una hipótesis: la deslegitimación del sistema político. 


A principios de marzo del 2003, era la segunda legislatura del Partido Popular, Aznar flirteaba con Bush y sus secuaces, y el imperio acordaba invadir Iraq. En el parlamento se debatía nuestra implicación en la guerra, el rey callaba y los medios fabricaban mentiras. En la universidad, en los centros de trabajo, en los barrios, en la gala de los premios Goya, se gritaba: No a la guerra. Nunca como entonces, en la historia reciente de este país –exceptuando para el caso vasco-  se había iluminado de esa forma el teatro político, evidenciando que legalidad y legitimidad pueden ser dos términos en conflicto. 

La decisión de intervenir en la guerra era legal, claro, estaba siendo tomada por nuestros representantes en el Parlamento. Nuestros representantes eran representantes legítimos, claro, los habíamos elegido, pero, ¿cómo era posible que tomaran una decisión en contra de la voluntad clara y explícitamente manifestada en las calles? Fue en ese momento cuando, camino del Parlamento en una manifestación multitudinaria, no convocada por ninguna organización ni partido, se empezó a corear “lo llaman democracia y no lo es, no lo es, no lo es”.



La consigna fue floreciendo de boca en boca y amenazaba con impactar en el precario andamiaje construido en la Transición: si el parlamento podía tomar una decisión tan importante –nada menos que implicarnos en una guerra-  sin contar con legitimidad, ¿no podría estar tomando cientos de decisiones ilegítimas?, ¿no sería que el edificio político tenía algún fallo estructural o de construcción? No olvidemos que, a pesar de que el derecho positivo insiste en identificar ambos conceptos, la legitimidad tiene que ver con el consenso, con la aceptación, con la justificación de la obediencia, con las explicaciones que nos damos para aceptar que nos gobiernen y para obedecer la ley.

Los procesos sociales tienen algo de orgánico, algo de mágico y algo de memoria. Lo orgánico se manifiesta en lo concreto real, en el cansancio que impide mantener las movilizaciones en su punto álgido, aunque las causas permanezcan e incluso se acrecienten las razones (nadie puede estar en permanente estado de enamoramiento, se moriría). Lo mágico se expresa en la construcción de posibilidad donde solo había improbabilidad, tiene que ver con la potencia, con lo que puede llegar a ser. La memoria es esa mirada del ángel de la historia que hoy en Madrid se pregunta qué cosa fue la Transición española y a qué le llaman democracia.


Las concentraciones en Sol aún son difusas, líquidas diría Z. Bauman, cierto, pero una foto nunca sustituyó a mil palabras. Hoy había más gente que ayer, ¿menos que mañana? Hoy había más adultos. Ayer sólo unos cientos pasaron la noche al raso. Hoy a la una de la madrugada, bajo una lluvia despiadada, otros cientos hacían el relevo. No hay muchas cosas claras pero hay algunas cosas difusas que empiezan a ser repetidas en  los corros que se sientan a conversar en las esquinas, bajo los quioscos de prensa, bajo la estatua de Carlos III y en algún que otro bar de la zona: a) no se puede convertir la concentración en un botellón, que sea un movimiento pacífico, no a los provocadores b) hay que implicar a más personas, por barrios, por sectores. Extender la protesta c) tiene que continuar después de las elecciones.

No es gran cosa, pero es mucho para un país con cinco millones de parados, con un millón y medio de familias con todos sus miembros en paro y sin prestaciones, endeudado hasta el corvejón, vendido y revendido al mejor postor, traicionado por sus organizaciones sindicales, con un sector público amenazado (salud, educación), con una clase política desprestigiada y sin ningún referente político de izquierdas que despierte, no ya pasiones, ni siquiera simpatías. Es mucho para la desmovilización generalizada que se expande con las derrotas, mucho si tenemos en cuenta el desmantelamiento de conciencias de los últimos años, suficiente para fisurar la faz de un sistema que se sabe seguro porque “no hay otro”, de momento.

Dicen que son sólo jóvenes. Una pareja mayor, de Aravaca, me decían que estuvieron ayer y que estaban hoy y volverían mañana a las ocho, que su hijo estaba acampado y su hija también estaba por allí. Dicen que son las redes sociales. Los carteles dicen que son las manos y los dedos de quien todavía sabe y quiere escribir mensajes. 

A las tres de la madrugada, cuando cierro estas líneas, no sé cuantos aguantarán en la plaza. Les imagino calados hasta los huesos, resguardados en los soportales de los comercios, bajo los toldos, otros se habrán despedido hasta mañana. No se puede esperar piedad de la lluvia, pero en Madrid, en mayo y con sol, es posible la primavera.

martes, 17 de mayo de 2011

Los derechos de Israel (II): el significado del Estado judio



 Joseph Massad

El Plan de Partición de la ONU el Plan era una propuesta no vinculante que nunca fue ratificada o aprobada por el Consejo de Seguridad, y que por lo tanto nunca adquirió personalidad jurídica, como los reglamentos de las Naciones Unidas requieren (aunque por lo que se refiere al pueblo palestino, las Naciones Unidas no tenían ningún derecho a ningún tipo de partición que no recaía en su capacidad, y mucho menos que lo hicieran sin consultar al pueblo palestino mismo, negándoles así el derecho a la libre determinación). 

Sin embargo, es importante tener en cuenta lo que el Plan entiende por Estado judío y Estado árabe, por cuanto el gobierno israelí utiliza este documento como autorización de su creación y políticas posteriores. Para que Israel se basara en el Plan para su constitución y sus políticas, era necesario determinar si el Plan proponía que los dos estados derivados de la partición iban a ser exclusivamente judío y árabe, respectiva y demográficamente, o que sus leyes debían conceder derechos a los judíos y los árabes de un modo diferenciado y discriminar a los no judíos o no árabes. Como era de esperar, este no era el caso. A pesar de que Israel procedió a dictar una serie de leyes discriminatorias en materia racial y religiosa contra los ciudadanos árabes palestinos (de las cuales, cerca de 30 siguen existiendo en la actualidad), y comenzó la expropiación de la gran mayoría de las tierras del país propiedad de árabes palestinos, el Plan de Partición nunca propuso o autorizó a hacerlo. 


 Al contrario, el Plan establecía claramente que “No se procederá a discriminación de ningún tipo entre los habitantes por motivos de raza, religión, idioma o género” (capítulo 2, artículo 2) y que “no se autorizará ninguna expropiación de tierras propiedad de un árabe en el Estado judío (de un judío en el Estado árabe) ..., salvo para fines de utilidad pública. En todos los casos de expropiación, la indemnización total la fijará el Tribunal Supremo y se hará pública antes de la expropiación misma.” (capítulo 2, artículo 8). Cuando se publicó la Declaración de Independencia israelí el 14 de mayo de 1948, las fuerzas sionistas habían expulsado ya cerca de 400.000 palestinos de sus tierras, y en los meses siguientes expulsarían a otros 350.000. De esto se deduce claramente que no sólo la afirmación de Israel de establecer un Estado judío que establecía una mayoría demográfica mediante la limpieza étnica no estaba autorizada por el Plan de Partición, sino que tampoco lo estaba su pretensión de constituirse en Estado judío, en el sentido de un Estado que privilegia a los ciudadanos judíos sobre los ciudadanos no judíos legal e institucionalmente.

El Plan de Partición propuesto en el que Israel fundamenta su creación preveía inicialmente la creación de un Estado judío con una mayoría árabe, que más tarde modificó ligeramente para incluir un 45 por ciento de población árabe, y por lo tanto nunca previó un país libre de árabes, o Arabrein, como el Estado de Israel había esperado ser y como muchos judíos contemporáneos contemplan todavía hoy. De hecho, cuando Palestina se dividió en 16 distritos, de los cuales nueve se hallaban en el Estado judío previsto, los árabes palestinos eran mayoría en ocho de los nueve distritos. 

En ningún lugar, el uso que se hace en el Plan de Partición de la expresión Estado judío autoriza la limpieza étnica o la colonización por un grupo étnico de las tierras confiscadas a otro, especialmente en la medida en que el Plan preveía que los árabes en el Estado judío iban a ser una permanente gran minoría; y, por tanto, estipulaba los derechos que debían darse a las minorías en cada estado. Pero el hecho de que los árabes fueran una minoría grande que podía en pocos años superar a la población judía en el Estado judío era un aspecto que no se contemplaba en el Plan. 



Por ejemplo, el Plan no tuvo en cuenta las consecuencias del hecho de que si el nacionalismo judío era lo que definiría el Estado judío, ¿cómo podría acomodar a casi la mitad de su población que tenía una noción diferente del nacionalismo y a la que excluye de su nacionalismo estatal a priori? E incluso en el caso de que los árabes palestinos en el Estado judío no fueran adeptos al nacionalismo palestino, no podían llegar a ser, aunque lo desearan, nacionalistas judíos, ya que quedaban excluidos del nacionalismo judío ipso facto. Entonces, ¿cómo podría el Estado judío no discriminar en contra de ellos?

Esta situación demográfica no habría sido un problema para el Estado árabe, ya que el Plan de Partición preveía que el Estado árabe tendría un mero 1,36 por ciento de población judía. Mientras que el movimiento sionista era consciente de las contradicciones del Plan de Partición y en base a ese entendimiento se había propuesto expulsar a la mayoría de la población árabe del proyectado Estado judío, no fueron capaces de hacer que el Estado fuese totalmente Arabrein, lo que con el tiempo les complicó las cosas. Hoy, más del 22 por ciento de la población de Israel son árabes palestinos a los que se les impide su inclusión en el nacionalismo judío y sufren de discriminación institucionalizada en su contra como no judíos. 



Por supuesto, si el Estado judío hubiera sido totalmente Arabrein, no habría habido necesidad de implementar leyes israelíes que discriminaran entre judíos y no judíos, entre otras la Ley del Retorno (1950), la Ley de Propiedades de Ausentes (1950), la Ley de Propiedad del Estado (1951), la Ley de Ciudadanía (1952), la Ley Estatutaria (1952), la Ley de Administración de Tierras de Israel (1960), La Ley de Construcción (1965), y la ley provisional de 2002 que prohíbe el matrimonio entre israelíes y palestinos en los Territorios Ocupados. Aquí, algunos sionistas, incluidas figuras destacadas como el historiador Benny Morris han argumentado que es la presencia de árabes en el Estado judío lo que impulsa al Estado judío a consagrar su racismo en todas estas leyes. De lo contrario, si Israel hubiera tenido éxito en expulsar a todos los palestinos, la única ley que habría necesitado para preservar su condición judía Arabrein habría sido una ley de inmigración que lo estipulara. 

En última instancia, el supuesto derecho exige de Israel a establecer un Estado judío se traduce de inmediato en el derecho de los judíos a colonizar las tierras de los palestinos, lo que requiere la confiscación previa de sus tierras para que puedan ser colonizadas por judíos, la reducción del número de palestinos a través de la expulsión y la promulgación de leyes que impidan su repatriación, y la neutralización de los derechos de los no expulsados ​​a través de la discriminación institucional y legal. 



Aquí es importante destacar que para los arquitectos del Plan de Partición, el Estado judío significa un estado gobernado por los nacionalistas judíos que se adhieren al sionismo, pero cuya población es casi la mitad de los árabes palestinos cuyas tierras no pueden ser confiscadas para la colonización judía y que tienen los mismos derechos que los judíos y no sufren ningún tipo de discriminación racial o religiosa. Para Israel, el significado de Estado judío es muy diferente, ya que parece implicar la expulsión de la mayoría de la población árabe, la negativa a su repatriación, la confiscación de sus tierras para la colonización exclusiva de los judíos y la promulgación de las leyes discriminatorias contra los árabes palestinos que permanecieron en el país. 

Cuando Israel insiste hoy en que la Autoridad Palestina y otros países árabes reconozcan su derecho a ser un estado judío, no significa que se deba reconocer su judaísmo en la forma en que el Plan de Partición previó, sino en la forma en que Israel entiende y hace uso de esa definición sobre el terreno. Es importante señalar a este respecto que no queda claro qué entiende el presidente Obama –y el presidente Bush antes de él– cuando se exige que los árabes y los palestinos reconozcan el derecho de Israel a ser un estado judío, si el sentido previsto en el Plan de Partición o el que le atribuye Israel.

domingo, 15 de mayo de 2011

Los derechos de Israel



Joseph Massad 

 Las negociaciones entre israelíes y palestinos, que están ya en su vigésimo año, habían sido calificadas en un primer momento de históricas, al haber inaugurado un "proceso de paz" que debía resolver lo que comúnmente se conoce como el conflicto palestino-israelí. Para los palestinos y la comunidad internacional, representada por las Naciones Unidas y la miríada de resoluciones que su Consejo de Seguridad y su Asamblea General han aprobado desde 1948, lo que iba a negociarse era la colonización de las tierras, la ocupación de territorio y población, y las leyes que establecen la discriminación étnica y religiosa en Israel, que, entre otras cosas, impiden a los refugiados palestinos el regreso a sus tierras y el acceso a sus bienes confiscados.

En su lucha contra estas prácticas israelíes, los líderes palestinos, ya sea en Israel, los territorios ocupados o la diáspora, siempre han invocado los derechos basados en el derecho internacional y las resoluciones de la ONU, que Israel se ha negado a aceptar o cumplir desde 1948. Así, para los palestinos, armados del derecho de las Naciones Unidas y del derecho internacional, las negociaciones tienen por objeto precisamente poner fin a la colonización, la ocupación y la discriminación.


Por otra parte, uno de los argumentos más consistentes y persistentes que el movimiento sionista e Israel han desplegado desde 1948 en defensa de la creación de Israel y sus políticas posteriores es la invocación de los derechos de Israel, que no se basan en el derecho internacional o en resoluciones de la ONU. Es ésta una distinción crucial que debe hacerse cuando palestinos e israelíes aseguran estar en posesión de derechos. Mientras que los palestinos invocan derechos que están reconocidos internacionalmente, Israel invoca derechos sólo reconocidos a nivel nacional del propio Estado de Israel.

Para el sionismo, se trata de un nuevo nivel de argumentación en el que, en su desarrollo, Israel invoca no sólo principios jurídicos sino también morales.

En este terreno, Israel ha argumentado durante años que los judíos tienen derecho a establecer un estado en Palestina, que tienen derecho a establecer un estado judío en Palestina, que este estado tiene derecho a existir y derecho a defenderse, que además incluye el derecho subsidiario a ser el único país de la región que posee armas nucleares, que tiene el derecho a heredar toda la tierra bíblica que el Dios judío les prometió, y también goza del derecho a promulgar leyes que son racistas y discriminatorias en materia de religión con el fin de preservar el carácter judío del Estado, concepto articulado en la fórmula más reciente de "un estado judío y democrático".  Israel también ha insistido en que sus enemigos, incluido el pueblo palestino, a quien despoja, coloniza, ocupa y discrimina, deben reconocer todos estos derechos, sobre todo entre ellos su "derecho a existir como estado judío" como condición y elemento precursor de la paz.


Los derechos no son negociables

Israel comenzó a invocar este derecho con vehemencia en la última década, después de que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) hubiera satisfecho su demanda de principios de la década de 1970 y 1980 de que los palestinos reconocieran su "derecho a existir". Con arreglo al derecho internacional, a los países se les reconoce su existencia de facto y de jure, pero no hay ningún principio que establezca que un país tenga "derecho a existir", y mucho menos que otros países deban reconocer ese derecho. 


 No obstante, la modificación introducida por Israel de esta exigencia de que otros tengan que reconocer su "derecho a existir" y su transformación en que tengan que reconocer "su derecho a existir como estado judío", es promovida en la actualidad por todos los medios, ya que va al meollo de la razón de ser del proyecto sionista desde su creación, y apunta a la discrepancia existente entre la propia comprensión de Israel de su derecho a la realización de estos objetivos sionistas y el diferente concepto que la comunidad internacional abriga sobre ellos. Este es un asunto crucial, ya que todos estos derechos que Israel afirma poseer, pero que no son reconocidos internacionalmente, se traducen en sus derechos a colonizar la tierra de Palestina, a ocuparla y a discriminar al pueblo palestino no judío.

Israel insiste en que estos derechos no son negociables y que lo que está negociando es algo totalmente diferente, a saber, que sus enemigos deben aceptar todos sus derechos invocados de forma inequívoca como base para establecer la paz en la región y poner fin al estado de guerra. Sin embargo, los derechos que reclama Israel para sí son fundamentalmente lo que los palestinos y la comunidad internacional sostienen que son objeto de negociación, a saber, la colonización, la ocupación y la discriminación racial y religiosa. 

Pero estas tres prácticas, como Israel ha dejado muy claro, están protegidas como derechos autoatribuidos y no son objeto de negociación. De hecho, son aspectos fundamentales nucleares de la autodefinición misma de Israel. Negociar sobre ellos significaría anular la noción de un Estado judío. Siendo así, ¿qué cree Israel que ha estado negociando con los palestinos desde la conferencia de paz de Madrid que inauguró en 1991? Permítanme volver a la historia de estas alegaciones con el fin de entender el punto de vista de Israel y poner en claro cuál es la base de las negociaciones.

Los derechos de Israel y los datos históricos

El movimiento sionista ha afirmado a menudo que el establecimiento de un Estado judío destinado a los judíos del mundo era una necesidad moral e histórica que debía ser protegida y consagrada por ley, algo que persiguió incansablemente durante décadas. Sin embargo, esto no significa que sus textos fundacionales emanaran de este principio jurídico o moral. De hecho, en sus dos textos básicos, El Estado judío y Vieja nueva tierra, Theodor Herzl, el padre del sionismo, no invoca en ningún momento el concepto de derechos judíos a la hora de abogar por un estado de y para los judíos, ya sea en Palestina o en Argentina, la otra ubicación que propone. 


Herzl habló de una solución al problema judío, pero no de un derecho. Y tampoco lo hizo el primer Congreso Sionista que Herzl convocó en 1897, de donde surgió el Programa de Basilea, que no cita ningún derecho de este tipo. Otro tanto en lo que se refiere a los tres textos fundamentales internacionales que el sionismo internacional se esforzó en lograr.

El primero, la Declaración Balfour, emitida el 2 de noviembre de 1917 por el gobierno británico, en lugar de utilizar el lenguaje de los derechos utiliza el lenguaje de la simpatía, y asegura que el gobierno británico "ve con buenos ojos" la creación en Palestina de un "hogar nacional judío", y que su declaración es una "declaración de simpatía con las aspiraciones sionistas judías."

Este primer texto fue seguido por el Mandato de Palestina, establecido en 1922 por el Consejo de la Liga de Naciones, que se basa en la Declaración Balfour y tampoco reconoce ningún derecho judío a un estado, ni siquiera a Palestina. Lo que sí reconocía era "la conexión histórica del pueblo judío con Palestina" como "base para reconstituir su hogar nacional en este país", afirmando de nuevo, como antes la Declaración Balfour, que este Mandato no debe perjudicar los derechos de los no judíos.


El tercer y más importante texto, la resolución (181) de la ONU, de 1947, por la que se establece un Plan de Partición, adoptada por la Asamblea General de la ONU, procedía a partir de una exposición de motivos de orden moral, a saber, que la Asamblea General consideraba que "la situación actual en Palestina es susceptible de perjudicar el bienestar general y las relaciones amistosas entre las naciones" y por lo tanto se imponía la necesidad de proporcionar una solución al "problema de Palestina."

Las exigencias de Israel

A diferencia de estos documentos fundacionales sionistas e internacionales, que no utilizan el lenguaje de los derechos, ya sean los internacionalmente reconocidos o los que se ha autoatribuido, el movimiento sionista insistió en su utilización en el propio documento fundacional del Estado, es decir, la denominada declaración de independencia, oficialmente titulada "Declaración del Establecimiento del Estado de Israel". La declaración, firmada por 37 líderes judíos, 35 de los cuales eran colonos europeos, y sólo uno de los cuales había nacido en Palestina, nos proporciona una pieza de desinformación, según la cual "En el año ... 1897 ... por invocación del padre espiritual del Estado judío, Theodore Herzl, el Primer Congreso Sionista convocó y proclamó el derecho del pueblo judío al renacimiento nacional en su propio país." 


Como muestra el registro documental, sin embargo, ni Herzl ni el Congreso Sionista proclamaban este derecho en absoluto. Sin embargo, la Declaración de la Independencia nos afirma que: "Este derecho fue reconocido en la Declaración Balfour del 2 de noviembre de 1917, y fue confirmado en el Mandato de la Liga de las Naciones Unidas que, en particular, sancionó internacionalmente la conexión histórica entre el pueblo judío y Eretz Israel y el derecho del pueblo judío de reconstruir su Hogar Nacional ... El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó una resolución que insta al establecimiento de un Estado judío en Eretz Israel; la Asamblea General instó también a los habitantes de Eretz-Israel a adoptar las medidas que fueran necesarias de su parte para la aplicación de esa resolución. Este reconocimiento por parte de las Naciones Unidas del derecho del pueblo judío a establecer su Estado es irrevocable."

Como ninguno de estos documentos en absoluto establecía este derecho, la imputación del mismo a dichas instancias corresponde más bien al terreno de una inversión sionista en el nuevo lenguaje de las relaciones internacionales en el que se consagró el concepto de derechos, después de la Segunda Guerra Mundial, en particular en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Esto también coincidió con la aparición del discurso de los derechos en el mismo período, como forma por excelencia de formulación de reivindicaciones. De hecho, la Declaración de independencia de Israel está tan imbuida de este modo de argumentación que invoca el concepto originario de la Ilustración europea de "derechos naturales" cuando afirma en su preámbulo que "este derecho [a un Estado judío] es el derecho natural del pueblo judío a ser dueño de su propio destino, como todas las demás naciones, en un Estado soberano propio."

Los autores de la Declaración concluyen afirmando que "En virtud de nuestro derecho natural e histórico y la fuerza de la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamamos el establecimiento del Estado judío en Eretz Israel, que será conocido como el Estado de Israel."

Es importante señalar aquí que la lógica de este documento es su insistencia en que su invocación del derecho de los judíos a establecer un estado judío en Palestina tiene una genealogía legal y moral clara, de la cual no es sino su conclusión, y que este derecho se le concedió por fin "irrevocablemente" por el Plan de Partición. Que nada de esto fuera cierto no disuadió a los autores, los cuales, para hacer valer un derecho que se arrogaban, instituían ahora un modo de argumentación que sería la retórica más poderosa en el establecimiento de los hechos israelíes sobre el terreno.

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