lunes, 19 de marzo de 2012

Las revoluciones de color y los orígenes de la tercera guerra



Andrew Gavin Marshall

A raíz de la geoestrategia de EEUU en lo que Brzezinski denomina el "Balcanes Globales", el gobierno de Estados Unidos ha trabajado estrechamente con las principales ONGs para "promover la democracia" y la "libertad" en las ex repúblicas soviéticas, desempeñando un papel tras bastidores fomentando lo que se denomina "revoluciones de color", que instalan líderes títeres amigos de Estados Unidos y Occidente para promover los intereses de Occidente tanto económica como estratégicamente.

La Parte 2 de este ensayo sobre "Los Orígenes de la Tercera Guerra Mundial", analiza las revoluciones de color como una estratagema clave en la imposición del Nuevo Orden Mundial liderado por Estados Unidos. La estrategia de la "revolución de color" o "suave" es una táctica política encubierta para ampliar la OTAN y la influencia de Estados Unidos hacia las fronteras de Rusia e incluso China; siguiendo la línea de uno de los principales objetivos de la estrategia de Estados Unidos en el Nuevo Orden Mundial: contener a China y Rusia, y evitar el surgimiento de cualquier desafío al poder de Estados Unidos en la región.

Estas revoluciones son retratadas en la prensa occidental como revoluciones populares democráticas, en la que la gente de los respectivos países demanda la rendición de cuentas y la gobernabilidad democrática hacia sus dirigentes despóticos y sistemas políticos arcaicos. Sin embargo, la realidad dista mucho de lo que esta imagen utópica sugiere. Las ONGs y los medios occidentales financian y organizan en gran medida a los grupos de oposición y movimientos de protesta, y en medio de una elección, crean la percepción pública de fraude electoral, a fin de encausar a movimientos masivos de protesta para exigir que "su" candidato sea instalado en el poder. Lo que pasa es que "su" candidato es siempre el candidato favorito de Estados Unidos y Occidente, cuya campaña es a menudo gruesamente financiada por Washington, y que propone políticas favorables a Estados Unidos y a las condiciones económicas neoliberales. Al final, son las personas las que salen perdiendo, pues su auténtica esperanza por el cambio y la rendición de cuentas termina siendo negada por la influencia que Estados Unidos ejerce sobre sus líderes políticos.

Las revoluciones blandas también tienen el efecto de enemistar con China y Rusia, en concreto, ya que las coloca como protectorados de Estados Unidos en sus fronteras, y empuja a muchos de los países del antiguo Pacto de Varsovia para conseguir una mayor cooperación política, económica y militar. Esto a continuación, exacerba las tensiones entre Occidente y China y Rusia, que en última instancia conduce al mundo hacia un conflicto potencial entre los dos bloques. 

Serbia 



Serbia experimentó su "revolución de color" en octubre de 2000, la que condujo al derrocamiento del líder serbio Slobodan Milosevic. Como informó el Washington Post en diciembre de 2000, a partir de 1999, los Estados Unidos llevaron a cabo una importante "estrategia electoral" para derrocar a Milosevic, a través de "consultores financiados por Estados Unidos desempeñando un papel crucial detrás de la escena en prácticamente cada faceta de la campaña contra Milosevic; encuestas de seguimiento de su gestión, la formación de miles de activistas de oposición y ayudando a organizar un recuento de votos paralelo de importancia vital. Los contribuyentes de EEUU pagaron 5.000 latas de pintura en spray utilizadas por los activistas estudiantiles para garabatear graffitis anti-Milosevic en las paredes de Serbia, y 2,5 millones de pegatinas con el lema "Estás acabado", que se convirtieron en eslogan de la revolución". Además, de acuerdo con Michael Dobbs, escritor del Washington Post, algunos de los "20 líderes de la oposición aceptaron la invitación del National Democratic Institute (NDI) con sede en Washington en octubre de 1999 a un seminario en el Hotel Marriott de Budapest."

Curiosamente, "Algunos estadounidenses que participaron en el esfuerzo contra Milosevic señalaron que eran conscientes de actividad de la CIA al margen de la campaña, pero tuvieron problemas para descubrir lo que el organismo preparaba. Sea lo que sea, concluyeron que no era particularmente efectivo. El papel principal fue tomado por el Departamento de Estado y la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos, la agencia de asistencia externa del gobierno, que canaliza los fondos a través de contratistas comerciales y grupos sin fines de lucro tales como el NDI y su homólogo republicano, el International Republican Institute (IRI)."

El NDI (National Democratic Institute), "trabajó en estrecha colaboración con los partidos de la oposición serbia, el IRI centró su atención en "Otpor", que sirvió como columna vertebral ideológica y organizacional de la revolución. En marzo, el IRI financió a dos docenas de líderes de Otpor para asistir a un seminario sobre resistencia no violenta en el Hotel Hilton de Budapest." En el seminario, "los estudiantes serbios recibieron capacitación en temas tales como la forma de organizar una huelga, cómo comunicarse con símbolos, cómo superar el miedo y la manera de socavar la autoridad de un régimen dictatorial." [1]

Como revelara el New York Times, Otpor, el principal grupo de oposición estudiantil, recibía un constante flujo de dinero procedente de la National Endowment for Democracy (NED), una organización financiada por el Congreso para "promover la democracia". La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) le dio dinero a Otpor, como también lo hizo el Internacional Republican Institute", otro grupo no gubernamental de Washington financiado en parte por el A.I.D." [2]

Georgia 




En 2003, Georgia pasó por su "Revolución de las Rosas", que llevó al derrocamiento del presidente Eduard Shevardnadze, y su reemplazó por Mikhail Saakashvili, después de las elecciones de 2004. En un artículo de noviembre de 2003 en The Globe and Mail, se informó que una fundación establecida en Estados Unidos "empezó a instalar los ladrillos para el derrocamiento del presidente de Georgia, Eduard Shevardnadze," a través del financiamiento de su organización sin fines de lucro "enviando a la activista de 31 años de Tbilisi llamada Giga Bokeria a Serbia para reunirse con los miembros del movimiento Otpor (Resistencia), y aprender cómo utilizaron las manifestaciones callejeras para derrocar al dictador Slobodan Milosevic. Luego", en el verano, "la fundación pagó un viaje de regreso a Georgia con activistas de Otpor, que dirigieron cursos de tres días de enseñanza a más de 1.000 estudiantes para emprender una revolución pacífica".

Esta fundación con sede en Estados Unidos, "también financió una popular estación de televisión de la oposición que fue crucial para movilizar el apoyo de [la] 'revolución de terciopelo', y [que] brindó apoyo financiero a un grupo de jóvenes que encabezó las protestas callejeras." El dueño de la fundación "tiene una relación cordial con el principal opositor del Sr. Shevardnadze, Mikhail Saakashvili, un abogado educado en Nueva York que se espera, gane la presidencia en una elección programada para el 4 de enero."

Durante una conferencia de prensa realizada una semana antes de su dimisión, el Sr. Shevardnadze dijo que la fundación norteamericana "está en contra del Presidente de Georgia." Además, "el Sr. Bokeria, cuya Liberty Institute recibió dinero de ambas, [la fundación financiera] y el Eurasia Institute apoyado por el Gobierno de Estados Unidos, dice que otras tres organizaciones desempeñaron un papel clave en la caída del Sr. Shevardnadze: el partido del Movimiento Nacional del Sr. Saakashvili, la televisión Rustavi-2 y la estación Kmara! (¡Basta! En georgiano), un grupo de jóvenes que declaró la guerra al Sr. Shevardnadze [en] abril y comenzó una campaña de carteles y graffitis atacando la corrupción del gobierno." [3]

Al día siguiente de la publicación del artículo anteriormente citado, el autor publicó otro artículo en el Globe and Mail, que explica que la "revolución sin sangre" en Georgia "huele más como otra victoria de los Estados Unidos sobre Rusia en el juego de ajedrez internacional de la post-Guerra Fría." El autor, Mark MacKinnon, explicó que la caída de Eduard Shevardnadze radicaba "en el petróleo del Mar Caspio, uno de los pocos grandes remanentes, relativamente sin explotar, de fuentes de petróleo mundial", pues "Georgia y su vecina Azerbaiyán, que limitan al Caspio, rápidamente comenzaron a ser vistas no sólo como nuevos países independientes, sino como parte de un "corredor energético". "Se hicieron planes para un gaseoducto masivo", que iría a través de Georgia hacia Turquía y el Mediterráneo." Vale la pena citar a MacKinnon en detalle:
Cuando se hicieron estos planes, el Sr. Shevardnadze fue visto como un activo tanto por los inversores occidentales como por el gobierno de los Estados Unidos. Su reputación como el hombre que ayudó a terminar la Guerra Fría dio a los inversores un sentido de confianza en el país, y su intención declarada de sacar a Georgia de la órbita de Rusia hacia las instituciones occidentales como la Organización del Tratado del Atlántico Norte y la Unión Europea ha jugado bien para el Departamento de Estado de Estados Unidos.

Los Estados Unidos se movieron rápidamente para abrazar Georgia, abriendo una base militar en el país [en 2001], para dar los soldados georgianos formación "antiterrorista". Eran las primeras tropas de Estados Unidos que se establecían en una ex república soviética.

Pero en algún lugar a lo largo del camino, el Sr. Shevardnadze dio marcha atrás y decidió abrazar una vez más a Rusia. Este verano, Georgia firmó un acuerdo secreto de 25 años haciendo que el gigante energético ruso Gazprom, sea su único proveedor de gas. Entonces, le vendieron efectivamente la red eléctrica a otra empresa de Rusia, cortando con AES, la empresa que la administración de Estados Unidos había apoyado para ganar el acuerdo. El Sr. Shevardnadze atacó a los de AES como "mentirosos y tramposos". Ambos acuerdos aumentaron dramáticamente la influencia rusa en Tbilisi.
Después de las elecciones en Georgia, el respaldado y educado en EEUU, Mikhail Saakashvili, ascendió a la Presidencia y "ganó la batalla." [4] Este es un nuevo ejemplo de la íntima relación entre la geopolítica del petróleo y la política exterior de Estados Unidos. La revolución de color fue vital en empujar hacia adelante los intereses de Estados Unidos y la OTAN en la región, obteniendo el control sobre las reservas de gas de Asia Central y conteniendo a Rusia de expandir sus influencias. Esto se vincula directamente con la estrategia imperial estadounidense y de la OTAN para el nuevo orden mundial, tras el colapso de la URSS. [Esta estrategia se describe en detalle en la Parte 1 de este ensayo: Una estrategia imperial para el Nuevo Orden Mundial: Los Orígenes de la Tercera Guerra Mundial].


Ucrania



En 2004, Ucrania pasó a través de su "Revolución Naranja", en la que la el líder pro-occidental y de oposición, Viktor Yushchenko, se convirtió en presidente, derrotando a Viktor Yanukovich. En 2004, The Guardian reveló que, tras las disputadas elecciones (como sucede en toda revolución "de color"), "las guerrillas democráticas del movimiento juvenil ucraniano Pora ya han ganado una destacada batalla - sea cual sea el resultado de la peligrosa posición de Kiev," sin embargo, "la campaña es una creación norteamericana, un ejercicio sofisticado y brillantemente concebido del marketing de marcas y masas occidental que, en cuatro países y durante cuatro años, ha sido utilizado para tratar de salvar elecciones manipuladas y derrocar a los regímenes desagradables".

El autor, Ian Traynor, explicó que, "financiado y organizado por el gobierno de los Estados Unidos, desplegando consultores, encuestadores, diplomáticos de EEUU, los dos grandes partidos estadounidenses y las organizaciones gubernamentales Estados Unidos, la campaña fue utilizada por primera vez en Europa en Belgrado en 2000 cuando Slobodan Milosevic fue vencido en las urnas". Además, "El International Democratic del Partido Republicano, el Departamento de Estado de EEUU y el USAID son los principales organismos involucrados en estas campañas de base, así como la ONG Freedom House" y el mismo financiero multimillonario involucrados en la "Revolución de las Rosas" de Georgia. En la implementación de la estrategia del cambio del régimen, "Las oposiciones generalmente díscola pasa a estar unida detrás de un candidato único, si es que existe alguna posibilidad de destronar al régimen. Ese líder es elegido por razones pragmáticas y objetivas, incluso si él o ella es antiestadounidense".

Traynor continúa:
Freedom House y el NDI del Partido Demócrata ayudaron a financiar y organizar el más grande "esfuerzo regional de observación electoral civil" en Ucrania, con más de 1.000 observadores entrenados. También organizaron las encuestas a boca de urna. El domingo por la noche las encuestas le dieron a Yuschenko una ventaja de 11 puntos y estableció la agenda por lejos para lo que venía.

Las encuestas a boca de urna eran consideradas críticas, ya que toman la iniciativa en la guerra de propaganda contra el régimen, siempre que aparecen en primer lugar, reciben una amplia cobertura mediática y poner la responsabilidad en las autoridades para responder.

La etapa final de la plantilla de Estados Unidos se enfoca al modo de reaccionar cuando el titular intenta robar una elección perdida.

[...] En Belgrado, Tbilisi, y ahora Kiev, donde inicialmente las autoridades trataron de aferrarse al poder, el consejo era mantenerse fresco, pero decidido y organizar grandes manifestaciones de desobediencia civil, que deberán seguir siendo pacíficas, pero a riesgo de provocar la represión violenta del régimen. [5]
Como explica Jonathan Steele en The Guardian, el líder de la oposición, Viktor Yushchenko, quien cuestionó los resultados electorales, "fue primer ministro bajo el presidente saliente, Leonid Kuchma, y algunos de sus seguidores también están vinculados a los brutales clanes industriales que manipularon la privatización de la Ucrania post-Soviética." Explicó además que el fraude electoral es fundamentalmente irrelevante, ya que "La decisión de la protesta parece depender principalmente de la realpolitik y de si los rivales o el titular son considerados más "pro-occidentales" o "pro-mercado"". En otras palabras, los que apoyan una agenda económica neoliberal contarán con el apoyo de los Estados Unidos y la OTAN, pues el neoliberalismo es el orden económico internacional establecido y hace avanzar sus intereses en la región.

Además, "En Ucrania, Yushchenko, ganó el premio occidental, y caudales de dinero fueron invertidos en los grupos que lo apoyan, que van desde la organización juvenil Pora, a diversos sitios de oposición. Más provocador, las embajadas de EEUU y otras embajadas occidentales, pagaron encuestas a boca de urna". Este es un símbolo de la importancia estratégica de Ucrania a Estados Unidos, "que se niega a abandonar su política de Guerra Fría de cercar a Rusia y de tratar atraer a todas las ex repúblicas soviéticas a su lado." [6]



Un comentarista de The Guardian, señaló la hipocresía de la cobertura de los medios occidentales: "Dos millones de manifestantes contra la guerra pueden escucharse por las calles de Londres y ser políticamente ignorados, pero unas pocas decenas de miles de personas en el centro de Kiev son proclamadas como «el pueblo», mientras que la policía de Ucrania, los tribunales y las instituciones gubernamentales son descalificados como como instrumentos de opresión." También explicó que, "Enormes manifestaciones se han celebrado en Kiev en apoyo del primer ministro, Viktor Yanukovich, pero no aparecen en nuestras pantallas de televisión: si se admite su existencia, los partidarios de Yanukovich serían denigrados por haber sido "trasladados en autobuses''. Las manifestaciones en favor de Viktor Yushchenko tienen luces láser, pantallas de plasma, sofisticados sistemas de sonido, conciertos de rock, tiendas de campaña para acampar en grandes cantidades y de prendas de vestir naranja, sin embargo, estaremos encantados de engañarnos a nosotros mismos pensando que son espontáneas." [7]

En 2004, la Associated Press informó que, "La Administración Bush ha gastado más de $ 65 millones de dólares en los últimos dos años para ayudar a organizaciones políticas en Ucrania, pagando para que el líder opositor Viktor Yushchenko se reuniese con los líderes de Estados Unidos y ayudando a implementar una encuesta a boca de urna indicando que ganó la segunda vuelta disputada el mes pasado". El dinero, señalan, "fue canalizado a través de organizaciones como la Fundación Eurasia, o a través de grupos alineados con republicanos y demócratas que organizaron capacitación electoral, con foros de derechos humanos o con medios de comunicación independientes". Sin embargo, incluso funcionarios del gobierno "reconocen que parte del dinero ayudó a formar grupos e individuos contra el candidato de gobierno apoyado por Rusia".

El informe señala que algunas importantes fundaciones internacionales financiaron las encuestas a boca de urna, que según el líder titular eran "sesgadas". Estas fundaciones incluyen "La National Endowment for Democracy, que recibe el dinero directamente del Congreso, la Eurasia Foundation, que recibe dinero de el Departamento de Estado, y la Renaissanse Foundation", que recibe dinero del mismo financista multimillonario [Geogre Soros], así como del Departamento de Estado de EEUU. Dado que se trata del Departamento de Estado, implica que esta financiación está directamente inmersa en la estrategia de política exterior de Estados Unidos. "Otros países que participan incluyen Gran Bretaña, los Países Bajos, Suiza, Canadá, Noruega, Suecia y Dinamarca." Asimismo, participan en la financiación de determinados grupos y actividades en Ucrania el National Republican Institute y el Nacional Democratic Institute, que era presidido por la ex Secretaria de Estado, Madeleine Albright, en ese momento [8].



Mark Almond escribió para The Guardian en 2004, sobre la llegada del "Poder Popular", describiendo en el la relación con la situación que se estaba desencadenando en Ucrania, y declaró que, "La agitación en Ucrania se presenta como una batalla entre el pueblo y las estructuras de poder de la era soviética. El papel de las agencias occidentales del tiempo de la Guerra Fría es un tabú. Coloca las narices en la financiación del prolijo carnaval en Kiev, y los gritos de rabia demuestran que has tocado un punto neurálgico del Nuevo Orden Mundial".

Almond se explayó:
"A lo largo de la década de 1980, en la construcción de las revoluciones de terciopelo de 1989, un pequeño ejército de voluntarios - y, seamos sinceros, espías - cooperaron para promover lo que se convirtió en el Poder Popular. Una red de fundaciones y organizaciones caritativas entrelazadas se multiplicaron para coordinar la logística de la transferencia de millones de dólares hacia los disidentes. El dinero proviene mayoritariamente de los estados de la OTAN y aliados encubiertos de "neutrales", como Suecia.

[...] La resaca del Poder Popular es la terapia de shock. Cada muchedumbre sucesiva es vendida a la visión multimedia de la prosperidad Euro-Atlántica por parte de los medios "independientes" financiados por Occidente para conseguir que se vuelquen a las calles. Nadie se fija en el desempleo masivo, las rampantes operaciones con información privilegiada, el crecimiento del crimen organizado, la prostitución y crecientes tasas de mortalidad en los exitosos estados del Poder Popular.
Almond delicadamente indicó, "el Poder Popular, en sus resultados, es más cercano a cerrar cosas que a crear una sociedad abierta. Cierra fábricas pero, peor aún, cierra mentes. Sus defensores demandan libre mercado en cualquier cosa – menos en la opinión. La actual ideología de los mentores del Nuevo Orden Mundial, muchos de ellos comunistas renegados, es el Mercado-Leninismo - la combinación de un modelo económico dogmático con métodos maquiavélicos para agarrar las palancas del poder." [9]

Como Mark MacKinnon reportó en el Globe and Mail, Canadá también apoyó los esfuerzos del grupo de activistas jóvenes, Pora, en Ucrania, proporcionando financiación para el movimiento democrático del "poder popular". Como señala MacKinnon, "La Administración Bush tiene especial interés en ver a una personalidad pro-occidental como presidente para garantizar el control de un importante gasoducto que va desde Odessa en el Mar Negro hacia Brody en la frontera polaca." Sin embargo, "El presidente saliente, Leonid Kuchma, recientemente ha invertido el flujo del gasoducto que lleva el crudo al sur de Rusia en lugar de ayudar a los productores de Estados Unidos en la región del Mar Caspio para enviar sus productos a Europa". Como analiza MacKinnon, la financiación inicial de las naciones occidentales vino de Canadá, aunque esta medida fue finalmente superada en cantidad por los Estados Unidos.

Andrew Robinson, el embajador de Canadá en Ucrania para ese tiempo, en 2004, "comenzó a organizar reuniones mensuales en secreto para los embajadores occidentales, presidiendo lo que él llama sesiones periódicas de "coordinación de los donantes" entre los 28 países interesados en ver al Sr. Yushchenko tener éxito. Finalmente, actuó como portavoz del grupo y se convirtió en un destacado crítico del control mediático de mano dura del gobierno de Kuchma". Canadá también "invirtió en una controvertida encuesta a boca de urna, llevada a cabo en el día de la elección por el Centro Razumkov de Ucrania y otros grupos, que contradecían los resultados oficiales que señalaban que Yanukovich había ganado". Una vez que el nuevo gobierno pro-occidental se encontraba instalado, fue que se"anunció su intención de invertir el flujo del oleoducto Odessa-Brody." [10]



De nuevo, esto sigue el ejemplo de Georgia, donde varios intereses de los Estados Unidos y la OTAN se cumplían a través del éxito de la "revolución de color", al mismo tiempo que evitaban la expansión rusa y la extensión de su influencia en la región, así como avanzaron el control e influencia de Estados Unidos y la OTAN sobre los principales recursos y los corredores de transporte de la región.

Daniel Wolf escribió para The Guardian que, "Para la mayoría de las personas se reunieron en la Plaza de la Independencia de Kiev, la manifestación se sintió espontánea. Tenían muchas razones para querer detener al candidato del gobierno, Viktor Yanukovich, de su llegada al poder, y aprovecharon la oportunidad que se les ofrecía. Sin embargo, caminando por el campamento en diciembre pasado, era difícil pasar por alto la evidencia de la meticulosa preparación - las cocinas y las tiendas de los manifestantes, la astucia del concierto, la profesionalidad de la cobertura televisiva, la proliferación del enfermizo logo naranja donde quiera que pasara". También declaró, por escrito, "los acontecimientos de la plaza fueron el resultado de una planificación cuidadosa y en secreto por el círculo íntimo de Yushchenko durante un período de años. La verdadera historia de la revolución naranja es mucho más interesante que la fábula de que ha sido ampliamente aceptada".

Roman Bessmertny, director de campaña de Yuschenko, dos años antes de las elecciones de 2004, "puso a más de 150.000 personas en cursos de formación, seminarios, y clases prácticas realizadas por especialistas legales y mediáticos. Algunos de los que asisten a estos cursos eran miembros de las comisiones electorales a nivel local, regional y nacional, y otros fueron observadores electorales, a los que no sólo enseñaban a ser cuidadosos, también se les entregaron cámaras para grabarlos en vídeo. Más de 10.000 cámaras se distribuyeron, con el fin de registrar los acontecimientos en cada mesa de votación". En definitiva, se trató de una intrincada y mediática campaña de relaciones públicas bien preparada, orquestada gracias a un potente financiamiento. Difícilmente la esporádica noción de "poder popular" es aplicada a un "golpe pacífico" en los medios occidentales. [11]

La "Revolución de los Tulipanes" en Kirguistán 


En 2005, Kirguistán se sometió a su "Revolución de los Tulipanes" en la que el titular fue sustituido por el candidato pro-occidental a través de otra revolución "popular". Como informara el New York Times en marzo de 2005, poco antes de las elecciones de marzo, "un periódico de oposición publicó fotografías de una casa palaciega en construcción para el muy impopular presidente del país, Askar Akayev, ayudando a detonar la indignación generalizada y una revuelta popular." Sin embargo, este "periódico fue el beneficiario del gobierno de Estados Unidos y fue impreso en una imprenta del gobierno americano, operada financieramente por la Freedom House, una organización estadounidense que se describe como "una voz clara por la democracia y la libertad en todo el mundo"".

Por otra parte, otros países que han "contribuido a financiar programas para desarrollar la democracia y la sociedad civil" en Kirguistán fueron Gran Bretaña, los Países Bajos y Noruega. Estos países en conjunto "desempeñaron un papel crucial en la preparación del terreno para el levantamiento popular que llevó al poder a los políticos de la oposición". El dinero fluía en su mayoría de los Estados Unidos, en particular, a través de la National Endowment for Democracy (NED), así como a través de "la prensa de Freedom House o el servicio en idioma kirguís de Radio Free Europe/Radio Liberty, una emisora pro-democrática". El National Democratic Institute, también jugó un papel importante en el financiamiento, razón por la cual uno de los principales beneficiarios de su ayuda financiera, dijo, "Hubiese sido absolutamente imposible que esto sucediera sin esa ayuda."

El Times informó además de que:
"Dinero estadounidense ayuda a financiar centros de sociedad civil por todo el país donde los activistas y los ciudadanos puedan reunirse, recibir formación, leer la prensa independiente, e incluso ver la CNN o navegar por Internet en algunos de ellos. Solamente el [National Democratic Institute, NDI] opera 20 centros que ofrecen resúmenes de noticias, en ruso, kirguís y uzbeco.

Estados Unidos patrocina la Universidad Americana de Kirguistán, cuya misión es, en parte, promover el desarrollo de la sociedad civil, y financiar programas de intercambio que envían a los estudiantes y dirigentes de organizaciones no gubernamentales a los Estados Unidos. El nuevo primer ministro de Kirguistán, Kurmanbek Bakiyev, fue uno de ellos.

Todo el dinero y mano de obra puestos en la oposición unificada de Kirguistán apoyando financiera y moralmente en los últimos años, así como la infraestructura permitieron comunicar sus ideas para el pueblo kirguís".
Respecto a aquellos "que no leían ruso o carecían de acceso a la prensa escucharon los resúmenes de sus artículos en lengua kirguís de la Radio Azattyk, la franquicia local de Radio Free Europe/Radio Liberty financiada por Estados Unidos." Otros medios de comunicación "independientes" se financiaron por cortesía del Departamento de Estado de EEUU. [12].

Como el Wall Street Journal reveló antes de las elecciones, los grupos de oposición, las ONG y los medios de comunicación "independientes" en Kirguistán estaban recibiendo asistencia financiera de la Freedom House de los Estados Unidos así como de la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID). El diario informó que, "para no provocar a Rusia y violar las normas diplomáticas, los EEUU no pueden apoyar directamente a los partidos políticos de oposición. Pero financia una red de influyentes organizaciones no gubernamentales cuyo apoyo a la libertad de prensa, el Estado de derecho y elecciones limpias, casi inevitablemente, se ha enfrentado a los intereses arraigados de los antiguos regímenes autocráticos."

Como informara el Journal, Kirguistán "ocupa un lugar estratégico. Estados Unidos y Rusia, ambos tienen bases militares aquí. Cinco millones de ciudadanos del país, de mayoría musulmana, se intercalan en un barrio tumultuosa entre un Kazajstán, rico en petróleo, cuyo régimen tolera poca disidencia política; un Uzbekistán dictatorial, que ha tomado medidas contra los grupos de ayuda exterior y un Tayikistán en la miseria".

En el país, la principal ONG de oposición, la Coalición para la Democracia y los Derechos Civiles, obtiene su financiación "del National Democratic Institute for International Affairs, agencia sin fines de lucro con base en Washington financiada por el gobierno de los EEUU, y la USAID". Otras agencias que participaron, ya sea a través de la financiación o la formación técnica ideológica (ver: propaganda), son el National Endowment for Democracy (NED), el Instituto Albert Einstein, Freedom House, y el Departamento de Estado de EEUU. [13].

El presidente Askar Akayev de Kirguistán se refirió a que una "tercera fuerza" había ganado el poder en su país. El término fue tomado de uno de los más destacados think tanks, pues “tercera fuerza” es:
"... lo que detalla el cómo, organizaciones no gubernamentales (ONG) apoyadas por occidente, pueden promover el cambio de régimen y política en todo el mundo. La formula es repetida por la tercera revolución del "poder popular" en la antigua Unión Soviética en poco más de un año - después de los eventos similares ocurridos en Georgia en noviembre de 2003 y en Ucrania la pasada Navidad – lo que significa que el espacio post-soviético ahora se asemeja a Centroamérica en los años 1970 y 1980, cuando una serie de Golpes de Estado respaldados por Estados Unidos consolidó el control del país en el hemisferio occidental."
Como informó The Guardian:
"Muchos de los mismos operativos de Estados Unidos en América Latina han ejercido su función en Europa Oriental bajo el alero de George Bush, sobre todo, Michael Kozak, ex embajador de EEUU en Bielorrusia, quien se jactaba en estas páginas en 2001 de que estaba haciendo en Bielorrusia exactamente lo que había hecho en Nicaragua: "apoyar la democracia".
Más información:
"El caso de Freedom House es particularmente llamativo. Presidida por el ex director de la CIA, James Woolsey, Freedom House fue el principal auspiciador de la revolución naranja en Ucrania. Se estableció una imprenta en Bishkek en noviembre de 2003, que imprime 60 de los periódicos de la oposición. Aunque se describe como una prensa "independiente", el organismo que oficialmente es el propietario está presidido por el belicoso senador republicano John McCain, mientras que el ex asesor de Seguridad Nacional, Anthony Lake, está en la junta. Estados Unidos también apoya la radio y televisión de oposición". [14]
Así que de nuevo, la misma fórmula fue seguida en las repúblicas de Asia Central de la antigua Unión Soviética. Esta estrategia de política exterior de Estados Unidos de promoción de la "revolución suave" se gestiona a través de una red de organizaciones no gubernamentales y think tanks estadounidenses e internacionales. Hacen avanzar a la OTAN y, en particular, a los intereses de Estados Unidos en la región.

Conclusión

Las revoluciones blandas o "revoluciones de color" son una estratagema clave en el Nuevo Orden Mundial, fomentando, a través de engaños y manipulación, la estrategia fundamental para contener a Rusia y controlar los recursos clave. Esta estrategia es fundamental para entender la naturaleza imperialista del Nuevo Orden Mundial, especialmente cuando corresponde identificar dónde se repite esta estrategia, específicamente en relación con las elecciones iraníes de 2009.

La Parte 1 de este ensayo señaló la estrategia imperial estadounidense y de la OTAN para entrar en el Nuevo Orden Mundial, tras la desintegración de la Unión Soviética en 1991. El objetivo principal se centró en cercar a Rusia y China y prevenir la aparición de una nueva superpotencia. Estados Unidos actuaba como la potencia hegemónica imperial, sirviendo a los intereses financieros internacionales para imponer el Nuevo Orden Mundial. La Parte 2 explicó la estrategia imperial de Estados Unidos de utilizar "revoluciones de color" para hacer avanzar sus intereses en Asia Central y Europa del Este, siguiendo la política general reseñada en la Parte 1, de contener la expansión de la influencia de Rusia y China, y de acceso a recursos naturales clave.

La tercera y última parte de este ensayo analiza la naturaleza de la estrategia imperial para construir un Nuevo Orden Mundial, centrándose en el aumento de los conflictos en Afganistán, Pakistán, Irán, América Latina, Europa Oriental y África, y el potencial de estos conflictos para desencadenar una nueva guerra mundial con China y Rusia. En particular, se centra en los últimos años, y hace hincapié en la naturaleza cada creciente de conflictos y guerras en el Nuevo Orden Mundial. La Parte 3 observará el potencial de "Una Nueva Guerra Mundial para un Nuevo Orden Mundial".


Andrew Gavin Marshall es investigador asociado de Centre for Research on Globalization (CRG). Actualmente está estudiando Economía Política e Historia en la Simon Fraser University.

Original en: Global Research

Notas Finales

[1] Michael Dobbs, U.S. Advice Guided Milosevic Opposition. The Washington Post: December 11, 2000: http://www.washingtonpost.com/ac2/wp-dyn/A18395-2000Dec3?language=printer
[2] Roger Cohen, Who Really Brought Down Milosevic? The New York Times: November 26, 2000: http://www.nytimes.com/2000/11/26/magazine/who-really-brought-down-milosevic.html?sec=&spon=&pagewanted=1
[3] Mark MacKinnon, Georgia revolt carried mark of Soros. The Globe and Mail: November 23, 2003: http://www.markmackinnon.ca/dispatches_georgia3.html
[4] Mark MacKinnon, Politics, pipelines converge in Georgia. The Globe and Mail: November 24, 2003: http://www.markmackinnon.ca/dispatches_georgia2.html
[5] Ian Traynor, US campaign behind the turmoil in Kiev. The Guardian: November 26, 2004: http://www.guardian.co.uk/world/2004/nov/26/ukraine.usa
[6] Jonathan Steele, Ukraine's postmodern coup d'etat. The Guardian: November 26, 2004: http://www.guardian.co.uk/world/2004/nov/26/ukraine.comment
[7] John Laughland, The revolution televised. The Guardian: November 27, 2004: http://www.guardian.co.uk/media/2004/nov/27/pressandpublishing.comment
[8] Matt Kelley, U.S. money has helped opposition in Ukraine. Associated Press: December 11, 2004: http://www.signonsandiego.com/uniontrib/20041211/news_1n11usaid.html
[9] Mark Almond, The price of People Power. The Guardian: December 7, 2004: http://www.guardian.co.uk/world/2004/dec/07/ukraine.comment
[10] Mark MacKinnon, Agent orange: Our secret role in Ukraine. The Globe and Mail: April 14, 2007: http://www.markmackinnon.ca/dispatches_ukraine4.html
[11] Daniel Wolf, A 21st century revolt. The Guardian: May 13, 2005: http://www.guardian.co.uk/world/2005/may/13/ukraine.features11
[12] Craig S. Smith, U.S. Helped to Prepare the Way for Kyrgyzstan's Uprising. The New York Times: March 30, 2005: http://query.nytimes.com/gst/fullpage.html?res=9806E4D9123FF933A05750C0A9639C8B63&sec=&spon=&pagewanted=all
[13] Philip Shishkin, In Putin's Backyard, Democracy Stirs -- With U.S. Help. The Wall Street Journal: February 25, 2005: http://www.iri.org/newsarchive/2005/2005-02-25-News-WSJ.asp
[14] John Laughland, The mythology of people power. The Guardian: April 1, 2005: http://www.guardian.co.uk/world/2005/apr/01/usa.russia

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