jueves, 31 de marzo de 2011

Canto a los sudacas de la plaza Alfredo Sadel


Me perdía en el horizonte con sólo levantar la mirada, ¡Qué claro se vuelve mi futuro ahora!
Quería encontrar mi sitio, no quería perder lo poco que tenía; pero gané nuevos colores: rojo y amarillo; amarillo y rojo mi bandera.

                                               
                                                                                                                                   Freddy Martínez 

Es una gran ofensa moral que grupos de desarraigados nacidos en Caracas por errores del destino, se manifiesten en una plaza que recuerda la memoria de Alfredo Sadel, un venezolano que desestimó ofertas de contrataciones artísticas permanentes de naciones como Rusia y Alemania sólo porque debía alejarse durante mucho tiempo de la ciudad de Caracas.

Bueno, en esa plaza que lleva el nombre del tenor venezolano más destacado por siempre, grupos de muchachos se reúnen a expresar sus simpatías por los triunfos de las selecciones de fútbol de Alemania, Portugal, Italia, España, Brasil y Argentina.

Algunos dirán que es muy natural que en estos tiempos de globalización cualquier mortal de cualquier ciudad del mundo manifieste alguna simpatía por algún ídolo deportivo de revista y televisión; en eso estaríamos de acuerdo; sin embargo, no por casualidad, esas mismas barras, -me consta- expresan manifiestos rechazos hacia selecciones como Nigeria, Paraguay, Uruguay, Camerún, Honduras; o sea la especie perdedora de siempre con la que no quieren identificarse.

“Es que el venezolano se anota siempre a ganador, ¿cómo vamos a apoyar a Ghana?”, dice un amigo. Otro suelta: “gane quien gane el mundial el venezolano sale a joder, eso no es un asunto de desarraigo o una vergüenza salir con una bandera de otra nación a celebrar como si la fiesta fuera nuestra, es sencillamente que al venezolano le gusta joder”.

Con esa lógica podemos decir que el perro hace perritos jodiendo, y con esa lógica debemos considerar que, aún jodiendo, -ya no el perrito sino el venezolano- se trata de una manifestación o un signo de minusvalía que denota baja autoestima a la condición de haber nacido en este país.

¿Qué proyecto de nación se desarrolla con un segmento importante de la población sintiendo qué está en minusvalía con respecto a los demás pueblos? Muchos venezolanos están anotados en esa lista; por eso usted los ve como alma en pena en cualquier aeropuerto del mundo dando lástima manifestando que huyen de un país en quiebra, inseguro y donde no se puede vivir.

Cuando España le ganó a Paraguay tuve que ver a un mulatico regordete hablando con acento español (el de España) manifestando sentirse feliz por el triunfo de esa selección, hasta estuve a punto de decirle que se comprara un boleto de avión a Madrid para que celebrara junto a los madrileños los siguientes triunfos de ese equipo y, sobre todo, para ver de qué manera lo tratan cuando enseñe el pasaporte de sudaca en el aeropuerto del barrio de Barajas.

Uno se pone a ver el fenómeno del mundial de fútbol en nuestro país y es como para deprimirse. Ya no sólo debemos escuchar a unos narradores de tv extasiados al máximo cuando Cristiano Ronaldo hace un pique o cuando Iker Casillas tapa un tiro a gol salido de una bota africana; como agregado, ahora hay que calarse celebraciones callejeras de desarraigados con banderitas y canciones nacionales cuando gana España, Italia, Alemania y Portugal.

Que vergüenza. No niego las simpatías que uno le pueda tener a un equipo en una competencia que despierta pasiones en todo el mundo, pero de allí a enfilarse los colores de España o Italia y llorar como si fuésemos italianos, es algo que ya toca lo ridículo en extremo.

Quien escribe ha vivido y visitado países donde el fútbol es más que una religión. Argentina por ejemplo, una nación de varias generaciones de inmigrantes, sobre todo europeos, a la que nunca vamos a ver, -ni de vaina- una manifestación de apoyo callejero a Italia, Serbia o España.

A propósito, he escuchado composiciones musicales dirigidas a sudacas hechas por los mismos sudacas; sería bueno que alguien escribiera alguna canción en honor a estos desarraigados de la plaza Alfredo Sadel.

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