William
Serafino
Empresas
Polar tiene más de 60 años promocionándose de forma desesperada y
brutalmente fastidiosa como "la principal empresa productora de
alimentos" de Venezuela. En su caso particular, el recurso
propagandístico de repetir hasta la saciedad una mentira hasta que
se convierta en verdad, no le ha rendido los beneficios políticos
anhelados.
Parásitos
por obra y gracia del rentismo petrolero
Sólo basta
revisar por encimita la producción propagandística de Empresas
Polar para darse cuenta de los cuantiosos esfuerzos narrativos y
mediáticos que ha destinado dicha organización para convencernos de
que verdaderamente existe una carga genética proveedora de infinita
"genialidad", "brillantez" e "inventiva"
corriendo de generación en generación por la sangre de la familia
Mendoza.
Por más que
Empresas Polar busque desesperadamente posicionarse como la
organización empresarial pionera en la "producción" de
alimentos, dirigida ayer y hoy por "excelsas personalidades"
del mundillo universitario caraqueño, la historia económica
venezolana del siglo XX les arrebata las alas de cartón piedra y los
sienta de nalgas como corresponde.
En ninguna
publicidad de Empresas Polar se dice, por ejemplo, como Eugenio
Mendoza consiguió ser el principal accionista venezolano de la
transnacional gringa Cargill mediante la captación fraudulenta de la
renta petrolera. Tampoco dicen que la monopólica infraestructura
agroindustrial que exhiben en la actualidad (molinos, empaquetadoras,
etc.), publicitada durante los años 60 y 70 como el logro
empresarial más importante de la época, estuvo íntimamente
relacionada al saqueo estructural de la renta petrolera, a la
definitiva (y estilizada) dependencia tecnológica, a jugosos
contratos de importación de materias primas e insumos y al abandono
absoluto de la producción agrícola.
Mencionado
proceso de neocolonización económica tuvo como principal figura al
diplomático y lobbysta comercial Luis Alejandro Mendoza Fleury
(pionero de Empresas Polar), quien entre los años 1942-1955 estaría
relacionado en ciudades como Philadelphia y New York con emporios
transnacionales (Cargill, General Mills, Standard Oil, etc.),
diseñando y planificando como se entregaría sin chistar, durante la
segunda mitad del siglo XX, la renta petrolera a cambio de chatarra
agroindustrial, insumos tecnológicos y materia prima agrícola.
El operador
interno de este pacto económico fue Eduardo Mendoza Goiticóa
(hermano de Eugenio Mendoza), quien asumió la jefatura del
Ministerio de Agricultura y del Ministerio de Fomento durante el
gobierno de Rómulo Betancourt. Fueron desde esas posiciones de
poder, y en nombre de la "industrialización venezolana",
que el constante (y casi absoluto) flujo de la renta petrolera fue a
parar en Estados Unidos en pro de la consolidación de contratos de
importación, concesiones financieras y atractivas exoneraciones
fiscales que ya venía macerando Luis Alejandro Mendoza Fleury.
Una familia
comprometida con la entrega del país. Un sembradío de chapas y
botellas
Empresas
Polar durante este proceso histórico se posicionó en el espectro
económico venezolano como el principal cartel de importación,
procesamiento, empaquetado y comercialización de agroconfeti
extranjero. La actividad parasitaria de dicho emporio nunca planteó
dentro de su diseño económico incentivar por cuenta propia la
siembra nacional de maíz, girasol, arroz, tomate, entre otros rubros
necesarios para que Empresas Polar se autoabastesca y siga
manteniendo la vorágine constante en sus líneas de empaque.
Optaron
por la solución más lucrativa: sacarle el máximo provecho a la
renta petrolera en detrimento de la agroproducción
La decisión
(estratégica) de Empresas Polar dirigida a no propiciar la
producción nacional de rubros agrícolas indispensables fue
vorazmente estimulada por el deseo infinito de conseguir ganancias
superlativas con el menor esfuerzo posible. Esta es la "inventiva"
y la "brillantez" a la cual se refieren.
Invertir
capital en producción, en tecnología de punta y en la ampliación
de las capacidades productivas del campo venezolano, incluso desde la
lógica contaminante del monocultivo patentada por Monsanto,
significaba para Empresas Polar perder tiempo, y el tiempo es dinero.
Optaron por la solución más lucrativa: sacarle el máximo provecho
a la renta petrolera, con el firme propósito de favorecer
desmesuradamente la megaimportación de maíz, girasol, arroz, pasta
de tomate, trigo, aceites vegetales, lomo de atún, estabilizantes,
compuestos químicos, maquinarias, nuevas líneas de empaquetado y
cualquier tuerquita, fusible o bombillito que necesite el castillo de
naipes para verse reluciente.
La verdad duele tanto como las expropiaciones
En el año
2005 fueron expropiados en el estado Barinas los silos de Empresas
Polar (bajo el nombre de Promabasa) por incurrir en prácticas de
sabotaje y desestabilización económica.
Cinco años
más tarde, en el estado Lara se expropiaron 21 hectáreas de terreno
propiedad de Empresas Polar. En dicho espacio se encontraban enormes
depósitos y galpones en condición ociosa, donde aparcaban de vez en
cuanto tres o cuatro gandolas haciendo el paro de que ahí entraba y
salía infinidad de mercancías.
Si bien
estas dos importantes expropiaciones favorecieron a que la
Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (Casa),
adscrita al Ministerio del Poder Popular para la Alimentación,
colocase bajo absoluta rectoría pública la administración de los
silos más importantes del país, el dato que está de fondo es mucho
más doloroso para Empresas Polar: quedó en evidencia ante el país
que tienen grandes silos para almacenar materia prima importada,
monumentales plantas para procesarla y empacarla, pero no tienen ni
una mínima hectárea sembrada.
El
Estado: el único que siembra en Venezuela
La orfandad
agrícola y la exorbitante dependencia de las importaciones
alimentarias que dejó Empresas Polar tras 50 años de operaciones en
Venezuela es abismal. Tanto así que durante la era puntofijista y el
califato tropical de la familia Mendoza, el PIB agrícola no superó
la microscópica cifra del 7%.
En el año 2013, el estado Portuguesa, como consecuencia de la efectiva política de apoyo técnico y financiero a productores agrícolas por parte del Gobierno Bolivariano, rompió su propio récord del año 2010 en producción de maíz y arroz con un total de 1 millón 665 mil 417 toneladas.
A finales de ese mismo año, la producción agrícola en general subió en 10,6% en comparación con el 2012.
La fábrica
Pronutricos, rescatada de la quiebra por el Gobierno Bolivariano hace
varios años, y encargada de fabricar harina de maíz, también
rompió su propio récord de producción con 12 mil toneladas puestas
a la disposición de la población en la red pública de
comercialización.
Este
intensivo nivel de productividad agrícola se mantuvo durante el año
2014. La producción de arroz específicamente aumentó en un 20% al
cierre del año en cuestión y la producción de maíz se estabilizó
en la inédita cifra presentada arriba.
Durante el
año 2015 se prevé mantener estos altos niveles de producción
agrícola con la puesta en marcha del Plan Siembra Soberana, el cual
tiene como eje operativo cultivar 960 mil hectáreas de distintos
tipos de cereales, además de ofrecer 26.000 toneladas de semillas y
asistencia técnica a medianos y pequeños productores.
Por su
parte, la producción de girasol, debido a las diversas inversiones
que realiza el Gobierno Bolivariano en el estado Portuguesa, agregará
mil toneladas adicionales al consumo interno, lo cual supera con
creces las expectativas del año 2013.
El Estado
venezolano, administrado primero por el Comandante Chávez y ahora
por Nicolás Maduro, es el único actor económico que ha invertido
seriamente en la producción agrícola, consolidando inversiones a la
largo plazo, reforzando sistemas integrados de abastecimiento,
almacenaje y asistencia técnica, elevando la productividad en
fábricas y plantas rescatadas de la quiebra, fiscalizando el
transporte de alimentos; en fin, un organigrama efectivo de políticas
públicas dirigidas a reducir paulatinamente las importaciones
alimentarias.
El Estado
venezolano, cuando Chávez y ahora con Maduro, es el único que ha
invertido seriamente en la producción agrícola
Polar no
invierte nada
Empresas
Polar no desea invertir sus ingentes recursos financieros depositados
en el extranjero en la siembra de rubros agrícolas estratégicos
para el país. Su actividad consiste, única y exclusivamente, en
procesar, empacar y comercializar el maíz, el arroz, el girasol y
otros rubros que produce el Estado venezolano de vital importancia
para que Empresas Polar extienda su condición de indigencia
económica.
Empresas
Polar también importa, procesa, empaca y comercializa productos a
base de trigo, lomo de atún y pasta de tomate, y no lo hace con
recursos financieros propios, sino con las divisas que genera el
Estado venezolano a través de Pdvsa.
Empresas
Polar es, simple y llanamente, una bodega de proporciones
industriales que subsiste a partir de lo que producen los demás, en
este caso, el Estado venezolano. Y aún con esta innegable realidad
económica que pesa sobre su lomo, Lorenzo Mendoza, el bodeguero
responsable del castillo de naipes, todavía tiene el caretablismo de
decir que el Gobierno Bolivariano no estimula la producción privada,
cuando todos sabemos que necesita desesperadamente del Estado para
seguirse batiendo una de empresario en New York.
Pero
ese caretablismo viene incluido en su bozal de genes atiborrados de
"genialidad"
Al igual que
su padre y abuelo, la "brillantez" e "inventiva"
de Lorenzo Mendoza radica en su compulsiva agromitomanía, pues en
verdad él cree que tanta Harina Pan empaquetada y vendiéndose en
comercios es producto de "su esfuerzo" y no de las divisas
que le entrega el Estado venezolano, y ni qué decir de las gandolas
llenas de arroz y de maíz que se le expenden desde los silos de la
Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (Casa).
Cachetada final
Las
principales marcas de Alimentos Polar dependen a totalidad de la
importación realizada a través de las divisas preferenciales
entregadas por el Estado venezolano y del potencial productivo en el
área agrícola que ha impulsado el Gobierno Bolivariano en 16 años.
Harina
Pan, Arroz Primor, Mazeite y Mantequilla Mavesa dependen del
maíz, del arroz y del girasol producido, almacenado y distribuido
por el Estado venezolano, como también de las divisas que éste
último genera para suplir las parasitarias necesidades procesadoras
de Empresas Polar a través de importaciones subsidiadas.
Pastas Primor, Pampero (salsa de tomate), Atún Margarita, Rikesa y Migürt dependen de materias primas y estabilizantes artificiales que no se producen en Venezuela, por lo cual es necesario que venga nuevamente el Gobierno Bolivariano, aquel que supuestamente no le da estímulos a la empresa privada, a entregarle los dólares que no producen para que puedan realizar sus importaciones. Sólo así podrán seguir siendo parte de esa casta de inútiles llamada "empresariado nacional".
La misma mecánica ociosa, improductiva y fraudulenta se pone de manifiesto cuando sólo por medio de los dólares de Pdvsa, Cervecería Polar, puede importar cebada y lúpulo para fabricar cerveza, o cuando la inmensa gama de bebidas Pepsico, administrada por Empresas Polar, exigen con exactitud el mismo malacostumbrado procedimiento.
Pastas Primor, Pampero (salsa de tomate), Atún Margarita, Rikesa y Migürt dependen de materias primas y estabilizantes artificiales que no se producen en Venezuela, por lo cual es necesario que venga nuevamente el Gobierno Bolivariano, aquel que supuestamente no le da estímulos a la empresa privada, a entregarle los dólares que no producen para que puedan realizar sus importaciones. Sólo así podrán seguir siendo parte de esa casta de inútiles llamada "empresariado nacional".
La misma mecánica ociosa, improductiva y fraudulenta se pone de manifiesto cuando sólo por medio de los dólares de Pdvsa, Cervecería Polar, puede importar cebada y lúpulo para fabricar cerveza, o cuando la inmensa gama de bebidas Pepsico, administrada por Empresas Polar, exigen con exactitud el mismo malacostumbrado procedimiento.
Polar nunca
se interesó (ni se interesará) en producir alimentos. Y tanto es
así que esa misma lógica improductiva llegó hasta tal punto que
hasta el plástico con el que envuelven la Harina Pan, la
botellita de Pampero y el frasquito de Migürt, también son
importados con dólares que les otorga el Gobierno Bolivariano. Los
pequeños detalles que ratifican el carácter lumpenburgués de
Empresas Polar.
Fuente: http://misionverdad.com/
Fuente: http://misionverdad.com/
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