jueves, 25 de julio de 2013

Esclavo de Dios: una película por encargo para un Gladio argentino






                                                               FREDDY MARTÍNEZ 

Joel Novoa, director del film Esclavo de Dios, anda batiendo sus manos gracias a la polémica surgida en torno a la exhibición en Venezuela de su primera película de ficción, haciéndonos recordar aquella pieza llamada La inocencia de los musulmanes; (USA 2012), elaborada desde un laboratorio de espionaje para, entre otras razones, colaborar con la tesis asociada al choque de las civilizaciones.


A Novoa le ha servido la polémica para promocionar su bodrio fílmico y hacerse famoso. Pero en esto de compartir fama mediática y escenarios de conferencias, al botijas caraqueño le salió competidor: se trata del escritor uruguayo Fernando Butazzoni quien desde Montevideo -en una especie de Fuenteovejuna sionista- reclama ser el verdadero padre de la criatura: “soy el autor del guión, no Novoa”. Hablemos entonces de Butazzoni, guionista de una película que está sirviendo de pantalla para adornar una auténtica Operación Gladio en Argentina.

Fernando Butazzoni y el Gladio argentino

Si uno mira la hoja de vida de Fernando Butazzoni nos damos cuenta que el tío tiene un reputado currículo político, literario y periodístico: estuvo en Chile durante el gobierno de Salvador Allende. Fue combatiente en el Frente Sandinista de Liberación Nacional en los años setenta. Vivió en Cuba como exiliado en la dura época de las dictaduras militares del cono sur, comenzando desde entonces su fragua literaria como poeta, narrador y periodista: tiene un premio Casa Las Américas (La Habana 1979), tiene el Rubén Darío de Poesía otorgado en Nicaragua (1980) y fue finalista del premio Rómulo Gallegos de Narrativa (Caracas 2009) con la novela El profeta imperfecto, entre otras distinciones literarias.

   Tiene el tío además un particular interés en el tema de los servicios secretos y del terrorismo de Estado. En su blog butazzoni.com podemos encontrar un documento excepcional publicado por el “Centro de Estudio Miguel Enrique” de Chile titulado Los ejércitos secretos de la Otan,(1) (en original francés Les armées secrètes de l'Otan) escrito por Daniele Ganser: un dossier que revela la ultra-secreta Operación Gladio,(2), aquellas acciones encubiertas(3) de las bandas paramilitares creadas por la OTAN, operativas en toda la Europa occidental durante la Guerra Fría con el objetivo de producir atentados con muchas bajas civiles para luego atribuírselos a las guerrillas urbanas de izquierda en grupos como las desaparecidas Brigadas Rojas de Italia y el Ejercito Rojo de Alemania, entre otros.


El documento revela para y por qué las bandas paramilitares de la OTAN(4) llenaron de sangre parte de la historia reciente europea en una estrategia de acciones terroristas que casualmente son muy parecidas al caso de los ataques en Argentina con el atentado a la sede de la embajada de Israel en 1992 y con la voladura a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina -AMIA- en 1994; acciones donde perdieron la vida unas 110 personas, en su mayoría ciudadanos argentinos y bolivianos.

Ahora, preguntando desde la distancia, cómo un tipo de conocida trayectoria literaria e informado sobre el accionar de ciertos grupos de cualquier factura terrorista, incluyendo las facciones paramilitares del sionismo que operan con la venia del Estado de Israel, se preste para escribir este bodrio cinematográfico, como si luego de 20 años, los hechos hubiesen quedados congelados en una imagen del invierno austral adherida a la inmediata declaración del funcionario sionista que desde Tel Aviv nos anuncia a los culpables de los atentados: “fueron terroristas sirios del Hezbolá libanés financiado por Irán”.

Un bodrio por encargo

Butazzoni se confiesa obsesionado en los temas del terrorismo en todas sus modalidades. Dice que le sirvió escribir Esclavo de Dios porque, desde el punto de vista moral y político, le interesan los métodos del terrorismo, el papel que tienen las organizaciones políticas, los servicios secretos y los Estados, “en esa terrible trama del terror”.

Coincidencialmente Novoa también se desvela por los mismos temas. En una entrevista para el diario El Universal (30-6-2013), el botijas caraqueño revela su obsesión por los atentados terroristas precisamente desde aquel 11 de septiembre del 2001. Confiesa que esa mañana debió viajar de Caracas a Miami para luego emprender el vuelo que lo llevaría a Nueva York. “Ese día me salvé porque tenía dengue y no pude viajar; desde ese día me he convertido en un obsesivo sobre el tema".


Tanto el guionista como el director se han escudado en el hecho de que han producido una película de ficción, creando una pieza exclusivamente para el disfrute del arte y que cualquier cuestionamiento sobre el film se trataría de un golpe a la libertad de expresión, no obstante, el guión está basado en un atentado real, ocurrido en la ciudad de Buenos Aires el 18 de julio de 1994 a la sede de una institución donde murieron 85 personas y el cual la justicia argentina no termina de resolver, pues luego de dos décadas de investigaciones, con algunos hechos conclusivos, de avances y retrocesos, de injerencias groseras al sistema judicial argentino por parte de grupos de presión de Estados Unidos e Israel, el caso está donde los verdaderos culpables quieren que esté: en un callejón sin salida.


Ahora, ¿en qué momento ambas obsesiones se conectaron para producir la versión latinoamericana de La inocencia de los musulmanes? Sencillo: la idea de una película sobre el repudiable atentado a la AMIA vino del botijas. La familia Novoa propone al guionista y aquí es donde entra el vegete arrepentido quien, a partir de la propuesta, inicia una nueva carrera literaria en temas sobre terrorismo. El bodrio por encargo debía producir un escándalo político (miraron para Venezuela); publicidad (tal como la tienen ahora) y mucho billete a futuro (una nominación al Oscar como mejor película extranjera para el próximo año).


Las manipulaciones de Butazzoni

Cuando Butazzoni se sienta a escribir el guión de la futura cinta estaba consciente que creaba una pieza para provocar, acusar, manipular y también para colaborar en la creación de matrices, pintando a los árabes (particularmente sirios, libaneses y palestinos) como unos incorregibles terroristas y a Venezuela en específico como centro del terrorismo islámico para atentar contra la comunidad judía en cualquier parte del mundo.

Una de las manipulaciones se demuestra cuando al terrorista le “llega su momento” y va al “encuentro con Dios”, exhibiendo una cinta verde a la altura de la frente con una inscripción en lengua árabe. Esta imagen nos remite a varios escenarios que apuntan directamente a los militantes de Hamas y a la resistencia palestina. Con esta escena de “ficción” Butazzoni acusa directamente a Hamas. El izquierdista arrepentido trasplanta a la opinión pública la versión sionista de que los atentados fueron realizados por suicidas y por un carro-bomba de espectaculares dimensiones. 



 Vale la pena mencionar el episodio de los militantes suicidas y del carro-bomba porque uno de los nudos gordianos de la justicia argentina está precisamente aquí; la parte acusadora o la versión sionista (la que señala la conexión siria-libanesa-iraní) no ha podido ofrecer, ni convencer con absoluta contundencia las pruebas de los supuestos suicidas y del supuesto carro-bomba. ¿Ahora, por qué el guionista trabajó con agudeza los detalles de los kamikazes y de la camioneta cargada de explosivos? Sería interesante leer al escritor en su respuesta.

 Una película antivenezolana

Sí, Butazzoni, este encargo fílmico es antivenezolano. Te basas en la especie creada por los jefes políticos de Tel Aviv y difundida en medios como Univisión, FOX NEWS, CNN y en periódicos del Estado terrorista de Israel, de que en Caracas hay células de Hezbolá y de Hamas. Esta película es también antiárabe a los que exhibes como cobardes, fanáticos, asesinos sin escrúpulos e inmorales terroristas.

Hay secuencias de un restaurante de faláfel y de shawarmas, de los muchos que existen en la ciudad de Caracas, donde se recibe a un terrorista libanés y en el que un grupo de militantes preparan para que produzca el atentado de Buenos Aires.

  Es una película ideológicamente sionista. Parece un discurso en clave cinematográfica del criminal ultraderechista Ariel Sharon. La cinta maneja el argumento expuesto por el Estado de Israel y por el lobby sionista de Nueva York de que los atentados fueron financiados por Irán, con equipos operativos sirios y libaneses (vale decir Hezbolá); argumentos difundidos por los medios corporativos señalando que los atentados fueron realizados desde carros-bombas y por kamikazes; aun cuando en la parte investigativa la justicia argentina nunca ha podido encontrar los restos de los suicidas ni las piezas desperdigadas de las auto-partes, destacando el hecho de que fue mucho después que debieron “fabricarlas” tras un pago de 400 mil dólares a un rufián que se prestó para declarar ante los tribunales que ese auto se lo había vendido al supuesto operador terrorista y también para comprometer en el caso a la propia policía argentina y sucesivamente a la supuesta conexión iraní.

Pero estos no son los únicos hechos en un abanico de situaciones donde hasta aparece el nombre de un banquero (Rubén Beraja), acusado de haber dado los 400 mil dólares del soborno con la confianza autorizada de la propia AMIA. Igualmente la justicia argentina acaba de lanzar el nombre fresco como implicado de Carlos Vladimiro Corach, de nacionalidad israelí-argentina y ministro del Interior durante el gobierno de Carlos Meném.

La película Esclavo de Dios fue en buena parte financiada con fondos de la República Bolivariana de Venezuela, su guionista podrá estar cansado de los revolucionarios de boina roja, pero no puede negar que en el estreno de su película los fondos públicos de la República venezolana también alcanzaron para el brindis en vino. Esperemos pues que Fernando Butazzoni algo nos diga sobre el espinoso tema del terrorismo desde su punto de vista moral y político.

Freddy Martínez

Glosario y referencias tomadas del wikipedia y de la red voltaire

(1).- Los ejércitos secretos de la Otan: Este libro relata la historia de los ejércitos secretos anticomunistas de la OTAN creados por la CIA y el MI6 después de la II Guerra Mundial en todos los países de Europa Occidental y que algunos de ellos acabaron trágicamente unidos con el terrorismo de extrema derecha. Daniele Ganser, su autor, es investigador en el Centro de Estudios para la Seguridad (CSS) en el Instituto Federal de Tecnología de Zurich.
(2) Operación Gladio (o más comúnmente Gladio) fue una red clandestina secreta anticomunista que operó en Italia durante la Guerra Fría. Según el autor suizo Daniele Ganser, estuvo involucrada en actos terroristas durante los denominados "años de plomo" italianos de la década de 1970, en medio de la llamada "estrategia de tensión". Ésta última habría estado concebida para facilitar la llegada de un supuesto eventual régimen autoritario derechista para hacer frente a un eventual gobierno del entonces poderoso Partido Comunista Italiano. El nombre de Gladio ha sido generalmente aplicado respecto a una serie de organizaciones paramilitares de diversos países, aunque lo más común es su utilización para referirse exclusivamente a los paramilitares italianos. Fue descubierta y expuesta el 24 de octubre de 1990 -ya sobre el fin de la Guerra Fría- por Giulio Andreotti, entonces Presidente del Consejo de Ministros de Italia; tanto este país como Bélgica, Suiza y Turquía desarrollaron investigaciones parlamentarias. La trama expuesta fue condenada por el Parlamento Europeo en resolución del 22 de noviembre de 1990. Nadie resultó condenado por estos hechos, no se siguieron las investigaciones y se desconoce su situación actual. Sus actividades consistían básicamente en atentados y montajes contra todos aquellos grupos ideológicos (marxistas, anarquistas, nacionalistas, etc.) que podían tener apoyo social, y romper la hegemonía de los partidos políticos y grupos de poder tradicionalmente hegemónicos de los distintos países que no pertenecían al Pacto de Varsovia, la alianza militar conformada por los países socialistas del antiguo Bloque del Este.
(3).- Operación encubierta es «una operación planeada y ejecutada para ocultar la identidad de su autor, tratando de obviar las consecuencias legales de ella. Una operación encubierta se diferencia de una operación clandestina en el énfasis para ocultar al hecho en vez de ocultar la operación per se». Básicamente, una operación encubierta es aquella que irá a ser conocida por el mundo o por el enemigo, pero la responsabilidad no será rastreada ni menos probada. (Fuente: The U.S. Department of Defense Dictionary of Military and Associated Terms — Joint Publication JP1-02).
(4).- Bandas paramilitares de la OTAN: Al otro extremo del tablero político de la Guerra Fría, en contraposición a los grupos de extrema izquierda, la extrema derecha también recurrió a la violencia. En Italia, su red incluía a los soldados clandestinos del Gladio, los servicios secretos militares y organizaciones fascistas como Ordine Nuovo. Al contrario del que practicaba la izquierda, el objetivo del terrorismo de derecha era sembrar el terror en todas las capas de la sociedad mediante atentados dirigidos contra grandes multitudes y destinados a provocar la mayor cantidad posible de muertos para acusar posteriormente a los comunistas.

El juez Casson logró determinar que el drama de Peteano formaba parte de ese esquema y entraba en el marco de una serie de crímenes que había comenzado en 1969. Durante aquel año, cuatro bombas habían estallado poco antes de la navidad en varios lugares públicos de Roma y Milán. El saldo había sido de 16 muertos y 80 heridos, en su mayoría campesinos que iban a depositar en el Banco Agrícola de la Piazza Fontana de Milán lo que habían recaudado en el día a través de sus ventas en el mercado. Conforme a una estrategia maquiavélica, la responsabilidad de aquella masacre fue atribuida a los comunistas y a la extrema izquierda; se escamotearon las pistas y se realizó inmediatamente una ola de arrestos.

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