William Serafino
misionverdad.com
Creer que el enemigo que
estamos enfrentando se llama Lorenzo Mendoza o la caterva de
empresarios bachaqueros y gestores de corporaciones transnacionales
agrupados en Fedelambucios o Conseladrones, impide comprender las
dimensiones de la guerra financiera que le están aplicando a
Venezuela y a otros países del continente.
Petróleo y negocios
La oligarquía Koch,
originaria de Wichita, estado de Kansas, representa
la segunda corporación más grande de ese país y una de las
más grandes del mundo. Factura ganancias anuales superiores a los
100 mil millones de dólares, y al estar asentada en el negocio
petrolero transnacional, figura como los grandes competidores de
Exxon Mobil, tanto a lo interno de Estados Unidos como en el resto
del mundo donde exista una mina que explotar.
Su estructura económica
supera
la mera extracción y distribución de petróleo y gas,
desplegándose hacia inversiones y negocios en sectores tales como
la producción agrícola, fertilizantes, textiles, extracción de
minerales, petroquímica y servicios financieros. A estas alturas y
con semejante expansión de su poderío económico, se suman otros
enemigos declarados al conglomerado de Industrias Koch: Bayer,
Cargill, Monsanto, etc.
La oligarquía Koch se encuentra inmersa en las
profundidades de Wall Street a través de una infraestructura
accionaria y de inversiones bursátiles donde JP Morgan
Securities (Marc Koch es su vicepresidente, hijo de Charles Koch),
Goldman
Sachs y Black Rock llevan la batuta. Tres monstruos financieros
globales que, al formar parte importante del conglomerado
corporativo de esta oligarquía, dirigida por los hermanos Charles y
David, permiten abrir todas las compuertas necesarias para
beneficiarse de los monumentales estímulos financieros (en dólares
contantes y sonantes casi gratuitos) de la Reserva Federal.
Poder y política
Una oligarquía con tales niveles de concentración
y acumulación de capital como la que estamos describiendo, le urge
crear organizaciones conspirativas, grupos de presión y lobbys
políticos transnacionales que protejan sus intereses globales y
desarrollen estrategias para expandir su poder.
La oligarquía Koch es
dueña del Instituto
Cato, un tanque de pensamiento que desarrolla planes económicos
neoliberales y promueve la formación de cuadros gerenciales y
asesores de primera línea para el desmantelamiento progresivo de
todo aquello que tenga tufito a sector público, sean empresas o
subsidios. De este instituto forma parte María Corina Machado, el
banquero Oscar García Mendoza, Thor Harlvorssen Mendoza (primo de
Leopoldo López) y Steve Hanke, su sicario financiero con el
estandarte de director. Cedice Libertad es la subsidiaria del lobby
político de los Koch en Venezuela, institución que colocó a Steve
Hanke como asesor estrella en los planes de privatización de la
Agenda
Venezuela y en el saqueo del Banco Central de Argentina.
También financia al Instituto
Heritage. Si bien esta organización realiza actividades de
presión económica interna y externa similares al Instituto Cato,
también actúa como un grupo de asesoría militar en conflictos de
alta intensidad (Irak) que macera Estados Unidos con su política de
intervención. Por cierto, Hernando de Soto, uno de los más
brillantes abortos de esta institución, estuvo en Venezuela hace
poco, invitado por Julio Borges, para que hablara sobre cómo la
dolarización es la mejor medida de mercado para mantener las
pocetas limpiecitas como un sol.
Estos dos tanques de pensamientos, grupos de presión
política y económica y parrilla de asesores corporativos, encabezan
la primera línea de ataque en contra de Pdvsa y el BCV: los dos
pilares de resistencia ante el asedio financiero transnacional.
Guerra financiera
La aplicación de esta infraestructura de poder económico y financiero de la oligarquía Koch ha tenido los siguientes efectos en la región. Es el 1% haciendo política y llevando a cabo su plan de desmantelamiento del Estado en pro de la instalación de un gobierno corporativo aliado a sus intereses.
En Brasil, los dos
agitadores fundamentales para el despliegue de protestas masivas
en contra del gobierno de Dilma Rousseff, fueron formados, preparados
y financiados por otro tanque de pensamiento de la red Koch llamado
Atlas Economics Research Foundation. Esta institución sirvió de
laboratorio para la gestación de propaganda en contra de la
pertenencia de Brasil en los Brics y para financiar actividades de la
"sociedad civil" (académicas, de beneficiencia,
religiosas, etc.) que coludieron en grandes movilizaciones en contra
de Dilma: la base social –clase media– del golpe en marcha.
Por otro lado, JP Morgan Securities, dirigido
por un hijo de la oligarquía, encabezó una serie de demandas
ante un tribunal y juez de New York, Jed Rakoff, en el año 2015,
acusando "pérdidas" de sus inversiones en Petrobras y
afirmando que sus niveles de endeudamiento eran "insostenibles".
Este fue el giro de los Koch que inició la
arremetida de las calificadoras de riesgo y demás bancos de Wall
Street, quienes se encargaron de mostrar a nivel internacional a una
Petrobras quebrada por "la corrupción" como única
responsable de la recesión, de la inflación, de la devaluación y
del reducido flujo de inversiones en la nación.
Más que suficiente para gestar el panorama de
inestabilidad programada en el cual se desplegarían la burguesía
brasileña y el poder judicial en sintonía con esta estrategia de
estrangulamiento político y financiero ejecutada desde el
extranjero. Ya sabemos, entonces, que la oligarquía del 1% más rico
del planeta terminará monopolizando la portentosa cumbre de Pre-sal
en Brasil (uno de los yacimientos petroleros más importantes de la
región) en caso de concretarse el golpe.
En Argentina, el inversor corporativo estadounidense
Paul Singer ganó una larga batalla especulativa sobre la deuda en
Argentina, y de la mano de Macri recibió la llave dorada de las
bóvedas principales del Banco Central argentino para extraer los
miles de millones de dólares que nunca invirtió y que ahora faltan
para evitar que el peso se devalúe más. En la senda del desarrollo
y del crecimiento económico hay que hacer grandes sacrificios; que
lo diga Singer, campaneando su whisky.
Sin embargo, Paul Singer no actuó solo para atacar
al sistema financiero argentino durante la gestión de Cristina
ni para moverse políticamente en pro de meter sus manos en las
reservas internacionales. La red de poder y guerra financiera de la
oligarquía Koch sin duda le prestó mucha ayuda con la utilización
de su poder de influencia en los tribunales de New York (con el juez
Thomas Griesa) para judicializar al país e impulsar una estrategia
de bloqueo financiero, que a su vez sirvió para diseñar las
expectativas y las directrices con las que las calificadoras de
riesgo y bancos globales de Wall Street vilipendiaran a Cristina como
responsable absoluta de "la crisis" en Argentina.
Steve Hanke fue, una vez más, el gran justificador
de esta guerra contra el sistema financiero argentino, aseverando que
la privatización y el ajuste era la única vía para que Argentina
"mejorara" su situación económica en los principales
medios de comunicación globales. Paul Singer y la oligarquía Koch
comparten
constantemente eventos públicos de financiación del partido
republicano y eventos
internacionales de empresarios corporativos. Juegan en llave en
público y a nivel de conspiración financiera internacional. Los
Koch a través de Singer gobiernan Argentina gestionando los fondos
buitre: su silla presidencial de facto.
En Venezuela la estrategia de destrucción de los
sistemas de precios a través del alza programada del dólar paralelo
y el bloqueo financiero internacional, amalgama a los mismos actores
y estructuras tercerizadas y organismos donde tiene influencia la
oligarquía Koch. Cedice, JP Morgan, Goldman Sachs, Instituto
Hertage, Steve Hanke, consultoras financieras y el Fondo Monetario
Internacional son parte del despliegue de esta oligarquía que actúa
simultáneamente en dos grandes frentes: solidificar el bloque
financiero contra el país y generar un caos inflacionario a lo
interno, pasando por la degradación crediticia hacia Pdvsa y del
país en general.
Es en ese marco de operaciones externas, de asedio y
presión económica programada, que la burguesía parasitaria baila
al ritmo del colapso. Lorenzo Mendoza, Fedelambucios y Conseladrones
son tan sólo los operadores internos del caótico ritmo que impone
la orquesta de desestabilización global marca Koch. Por su parte, la
judicialización de Pdvsa en tribunales estadounidenses (ahora en
Houston, ciudad de grandes inversiones de esta oligarquía), con el
beneplácito y apoyo del aparato de espionaje gringo, también se
corresponde a los órganos judiciales que dirigen los Koch, ahora
funcionales a la aplicación criolla del formato Petrobras y de los
fondos buitre: el colchón legal, el blindaje jurídico, de la guerra
financiera contra el continente.
Lo que hay detrás
A esto es lo que nos estamos enfrentando: un
conglomerado corporativo y financiero con una enorme capacidad de
maniobra que mueve los hilos, las expectativas, los escenarios y los
puntos álgidos que dirigirán la guerra financiera, en sus frentes
internos y externos, contra toda acumulación mínima de estabilidad
económica y política del país.
Sin embargo, tal nivel de despliegue agresivo tiene
otras explicaciones en el contexto de la gran guerra de capitales
globales por la monopolización del aparato de producción, contexto
que sacude a todo el planeta en la actualidad.
La oligarquía Koch ha insurgido como uno de los
grandes productores de esquisto, y gracias al levantamiento de las
prohibiciones para la exportación de crudo de 1973, su despliegue a
partir del fracking ha llegado a los mercados
internacionales. Dado que los Rockefeller no
quieren perder su privilegiada posición financiera dentro de
Estados Unidos y en el mundo, tiraron para el piso los precios del
petróleo en llave con Arabia Saudita y facciones bancarias de Wall
Street relacionadas con la administración Obama directamente. La
idea de esta maniobra es romper el negocio exportador de los Koch, el
crecimiento de su producción interna en Estados Unidos y reventar su
saturación de deuda con sus inversores.
La agresividad de la oligarquía Koch por intentar
monopolizar las reservas energéticas y la plusvalía que generan
Brasil, Argentina y Venezuela (bloque Mercosur) tiene como punto de
origen esta guerra contra Exxon Mobil y los Rockefeller, que en el
“cambio climático” como falsa cruzada moral y en la utilización
de instancias gubernamentales encuentra varias explicaciones. No de
gratis van hasta los extremos buscando destrozar los Estados de estos
países para imponer su conglomerado corporativo sin tener que pagar
impuestos, discutir leyes laborales, subsidios o perderse en trabas
burocráticas. Es la única alternativa viable para que la dinamita
de esta guerra interburguesa no les reviente el alma y sean devorados
por su propio endeudamiento.
Decirse asediado por el 1% no es un acto de
propaganda. Tiene sus efectos palpables en la realidad. Ellos tienen
su plan y a punta de tiros, bombas, invasiones, guerras mercenarias y
extorsiones financieras lo están aplicando, ocasionando un desastre
mundial inédito y letal.
Y supuestamente es la libertad empresarial y el
desarrollo de las corporaciones la salvación del planeta. Sí Luis.
Fuente: misionverdad.com
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